Tecnolog¨ªa versus empleo, nuevo asalto
El avance de los sistemas de computaci¨®n reaviva el debate sobre las posibilidades de la econom¨ªa de compensar los trabajos que se ver¨¢n suprimidos por las m¨¢quinas
Durante a?os se ha dado por buena la aserci¨®n de que los empleos ¡°suprimidos¡± por las nuevas tecnolog¨ªas se ven siempre compensados por la emergencia de otros nuevos, creados a resultas de esas mismas tecnolog¨ªas. Esa convicci¨®n ten¨ªa su raz¨®n de ser. Hasta ahora, la masiva introducci¨®n de tecnolog¨ªas, desde los ordenadores a los robots o Internet, no ha provocado un desplome masivo del empleo. Cierto que sectores enteros de la econom¨ªa terciaria se han visto afectados hasta el punto de ver reducidas plantillas a la mitad o menos. Es el caso de la banca que, con los ATM, primero, e Internet despu¨¦s, registr¨® una gran ca¨ªda del empleo: o de sectores como las agencias de viajes, la venta de billetes de todo tipo, las librer¨ªas o las sociedades de bolsa, estas bajo el impacto del mayor uso de Internet. Pese a estos percances, las cifras de empleo general han mostrado fuerte capacidad de resistencia.
Sin embargo, se est¨¢n acentuando los temores de que la tecnolog¨ªa acabe destruyendo trabajo en dosis masivas debido a la llegada al mercado de nuevos sistemas de computaci¨®n, mucho m¨¢s potentes y con capacidades in¨¦ditas hasta la fecha, o el creciente uso de robots en todo tipo de tareas, no solo industriales. ¡°Toda revoluci¨®n tecnol¨®gica cambia los patrones laborales, de modo que muchas de las actividades que hacemos los humanos, incluidas las intelectuales, ser¨¢n realizadas por m¨¢quinas, un proceso que se est¨¢ acelerando exponencialmente y que afectar¨¢ al empleo¡±, reconoce Carles Sierra, vicedirector del IIIA (Instituto de Investigaci¨®n en Inteligencia Artificial). No es el ¨²nico que lo dice. Bill Gates advirti¨® hace poco ante una audiencia de empresarios que ¡°la tecnolog¨ªa reducir¨¢ la demanda de empleo en los pr¨®ximos 20 a?os, y la sociedad no se ha preparado para hacer frente a ese desaf¨ªo¡±.
Unos recelos que se han visto alentados por la aparici¨®n de varios estudios, inmediatamente reflejados por las publicaciones anglosajonas, desde el Wall Street Journal al Atlantic o Economist en art¨ªculos con titulares alarmantes como por ejemplo Vigila tu trabajo, que vienen los robots (Telegraph). Quiz¨¢ el m¨¢s nombrado de esos estudios sea el libro The Second Machine Age, en el que dos investigadores del MIT, Andrew McAfee y Erik Brynjolfsson, explican c¨®mo algunas de las nuevas tecnolog¨ªas van a hacer muchos trabajos totalmente redundantes. Otra investigaci¨®n, esta elaborada por Carl Benedikt y Michael A. Osborne, ha llegado a calcular el impacto de las computerizaci¨®n en 600 empleos en las pr¨®ximas dos d¨¦cadas. El ratio de destrucci¨®n oscila entre el 96% de las secretarias y asistentes administrativas, el 92% de los dependientes o el 0,9% de las enfermeras.
Espa?a se cierra a la pol¨¦mica
Matilde Mas, investigadora del IVIE (Instituto Valenciano de Investigaciones Econ¨®micas) opina ¡°que no es una buena idea poner en cuesti¨®n la tecnolog¨ªa. Que lo hagan los americanos, que son sus grandes aplicadores, tienen un crecimiento virtuoso y han resuelto el problema de la productividad, vale; pero en Espa?a los usos tecnol¨®gicos est¨¢n muy lejos de lo que necesitamos para elevar la competitividad¡±. Cecilia Casta?o, de la Universidad Complutense, cree gratuito preocuparse por la posible destrucci¨®n de empleo. ¡°Si utilizas la tecnolog¨ªa y te haces competitivo, elevas tu productividad, vendes y exportas m¨¢s y acabas creando empleo¡±, dice.
Carles Sierra, del Instituto de Investigaci¨®n en Inteligencia Artificial, reconoce ¡°que la productividad aportada por la tecnolog¨ªa es muy importante (un campesino en EE UU produce comida para 250 personas y en ?frica para tres)¡±, pero el reparto de esa productividad ¡°est¨¢ siendo muy desigual, en t¨¦rminos de renta y empleo. Se impone alg¨²n tipo de reparto del tiempo de trabajo¡±, una soluci¨®n que se est¨¢ proponiendo en EE UU.
Cecilia Casta?o, catedr¨¢tica de Econom¨ªa en la Universidad Complutense, reconoce que ¡°nadie est¨¢ a salvo. El big data y las nuevas capacidades en el an¨¢lisis de textos por ordenador, para revisar sentencias, por ejemplo, podr¨ªa hacer que los grandes despachos no necesiten ya tantos abogados¡±. Carles Sierra a?ade que ¡°el big data y los computadores de gran potencia van a permitir hacer diagn¨®sticos, lo que puede reducir el tiempo que los m¨¦dicos necesitan para llevarlos a cabo, y, a la postre, el n¨²mero de m¨¦dicos¡±. Tambi¨¦n parte de los programadores podr¨ªan estar en riesgo ya que, seg¨²n Francesc Subirada, director asociado del BSC (Barcelona Supercomputing Center) ¡°hoy d¨ªa usamos sistemas de automatizaci¨®n o paralelizaci¨®n que escriben c¨®digos rutinarios por s¨ª mismos, y en la d¨¦cima parte del tiempo que tardaba un profesional¡±. En esta l¨ªnea, un post en Linkedin avisa de que una nueva generaci¨®n de software-robots y el despliegue del PETS (mejora de procesos) reconfigurar¨¢ de arriba abajo las plantillas de los centros de software.
Tambi¨¦n David Tur y Alfredo Gil, del Consorci de Serveis Universitaris de Catalunya (CSUC), apuntan que los supercomputadores producir¨¢n grandes ahorros de costes en la industria farmac¨¦utica. ¡°Se podr¨¢n hacer predicciones y simulaciones, con un ahorro de miles de horas de laboratorio¡±. Carmen Garc¨ªa, directora de Transformaci¨®n Digital de IBM Espa?a, la empresa que ha creado el Watson, un supercomputador que ha ganado a los humanos en el famoso concurso Jeopardy de la televisi¨®n americana, explica que hay un producto para call centers, el WEA (Watson Engagement Advisor), que funciona ya en un banco de Singapur. ¡°Cuando alguien llama, el ordenador ya sabe todos los problemas e incidencias que ha tenido, las motivaciones de su llamada y las posibles soluciones¡±, dice.
Es evidente que todo esto, adem¨¢s de las asombrosas capacidades de los nuevos robots, se explica por la existencia de unas m¨¢quinas cada vez m¨¢s potentes y complejas. Subirada apunta que ¡°las m¨¢quinas tienen cada vez m¨¢s velocidad, m¨¢s potencia, m¨¢s capacidad de c¨¢lculo y m¨¢s capacidad para procesar e interpretar datos desestructurados y masivos (textos, fotos, voz¡) y establecer relaciones¡±. Algunas van dotadas incluso de visi¨®n artificial como los robots, el ordenador que conduce el coche sin conductor de Google o los que empiezan a hacer diagn¨®stico en los hospitales.
Garc¨ªa dice del Watson que ¡°puede interpretar el lenguaje natural y entender incluso los giros y las iron¨ªas¡±. Que fue el caso de Jeopardy, un programa en el que las preguntas son rebuscadas y dise?adas para confundir. Pero, es que los ordenadores est¨¢n entrando en una nueva fase. ¡°Antes estaban en la era program¨¢tica, les dabas unas instrucciones y actuaban. Ahora est¨¢n en la era cognitiva¡±, agrega. Sierra a?ade que los robots ¡°ser¨¢n cada vez m¨¢s utilizados en el cuidado de personas¡± y que algunos ¡°han sido programados para interpretar las emociones del enfermo¡±.
Hay consenso en que los trabajos m¨¢s afectados ser¨¢n los que tengan que ver con el manejo de datos. ¡°Todo lo que sea creativo, que suponga manejar variables que no estaban previstas, sujetas a incertidumbres y en que cada caso es diferente, tendr¨¢n m¨¢s posibilidades de mantenerse¡±. La preocupaci¨®n por lo que pueda ocurrir con el empleo se ha acentuado seg¨²n ha avanzado la noci¨®n de que la tecnolog¨ªa s¨ª ha impactado el empleo. En EE UU, en 1990, la poblaci¨®n ocupada era el 66,5%, y ahora es solo el 63,2%. Eso s¨ª, en Espa?a, los profesionales y expertos se niegan a entrar en el debate abierto en EE UU y a plantearse la posibilidad de que las tecnolog¨ªas de ¨²ltima generaci¨®n puedan ser una amenaza para el empleo.
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