?D¨®nde qued¨® la ciencia econ¨®mica?
La crisis ha da?ado la reputaci¨®n de los economistas, y, lo que es peor, ha dado p¨¢bulo al alza de una fauna de pseudoexpertos
No cabe duda de que la crisis econ¨®mica ha cuestionado la reputaci¨®n de los economistas como cient¨ªficos sociales y orientadores de pol¨ªticas p¨²blicas. El escarnio p¨²blico comenz¨® al poco de iniciarse la crisis con varios art¨ªculos en los medios m¨¢s influyentes del gremio. The Economist publicaba un art¨ªculo titulado ¡°?C¨®mo se torci¨® la ciencia econ¨®mica?¡±. El Financial Times titulaba por aquel tiempo ¡°Bajo su propia responsabilidad: lea las instrucciones con cuidado antes de usar un economista¡±, o culpaba a la ense?anza en las escuelas de negocios de la codicia de los gestores que desemboc¨® en la crisis. Despu¨¦s vino la sorpresiva pregunta de la reina de Inglaterra a Tim Besley, profesor de Econom¨ªa de la LSE: ¡°?C¨®mo es posible que ning¨²n economista se diera cuenta de que se aproximaba un colapso del cr¨¦dito?¡±. En el Congreso de Estados Unidos incluso hubo una comisi¨®n de investigaci¨®n sobre los modelos macroecon¨®micos m¨¢s populares (DSGE) y su incapacidad para predecir la crisis. La catarsis en EE UU llega con la pel¨ªcula The inside job y las memorables actuaciones de conocidos economistas acad¨¦micos.?
M¨¢s recientemente hemos vivido una agria pol¨¦mica entre varias instituciones econ¨®micas sobre el tama?o del multiplicador fiscal. La diferencia no es peque?a: el multiplicador de la famosa ¡°caja 1.1¡± del FMI es entre dos y tres veces superior al multiplicador est¨¢ndar. Este valor es fundamental para saber el impacto de las medidas de austeridad: si el multiplicador es bajo, la contracci¨®n de gasto tiene poco efecto sobre la econom¨ªa, pero si es alto, tiene un impacto muy nocivo. Como continuaci¨®n de este calvario en 2013 apareci¨® el ya famoso ¡°error de la tabla Excel¡± que cuestionaba el estudio de Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart sobre el efecto de una deuda p¨²blica sobre el PIB superior al 90%. Y como guinda, la concesi¨®n del ¨²ltimo Premio Nobel a dos economistas con teor¨ªas antag¨®nicas sobre el funcionamiento de los mercados financieros.
Alguien ajeno a la profesi¨®n, o asiduo a las tertulias de los medios de comunicaci¨®n, podr¨ªa pensar que en econom¨ªa todo vale. Que la econom¨ªa no es una ciencia ni progresa. Nada m¨¢s lejos de la realidad. La econom¨ªa es una disciplina que, ejercida con profesionalidad, utiliza el m¨¦todo cient¨ªfico y ha avanzado significativamente. La disponibilidad creciente de enormes bases de datos hace de la econom¨ªa una disciplina cada vez m¨¢s emp¨ªrica y m¨¢s cient¨ªfica. Pero como en todas las disciplinas, hay mejores y peores profesionales. En contraposici¨®n a una visi¨®n extendida, algunos economistas analizaron la burbuja, predijeron la crisis y proponen soluciones utilizando la ciencia, aunque alg¨²n otro acert¨® de chiripa despu¨¦s de haber predicho cinco crisis que no sucedieron.
¡°En Espa?a abunda el economista?¡®yoyalodije¡¯¡±
En Espa?a tenemos nuestra propia fauna. Abunda el economista yoyalodije. Pero como los trovadores de la Edad Media: fue por transmisi¨®n oral y no qued¨® constancia por escrito. ?Vaya, qu¨¦ mala suerte! Otros socavan la credibilidad de la profesi¨®n con profec¨ªas imposibles del tipo ¡°saldremos de la crisis en 2018¡±, o aseguran en televisi¨®n que se encontraron con un ministro en el AVE y le quisieron entregar, sin ¨¦xito, un pendrive con los datos y la soluci¨®n a los problemas econ¨®micos de Espa?a. Otros auguran el apocalipsis mientras se rascan una barba lincolniana y miran de reojo al contador de la librer¨ªa. Otros trabajan para lobbies y grupos de inter¨¦s y realizan predicciones interesadas con escaso, o nulo, fundamento econ¨®mico. ¡°No se trata de acertar, sino de influir¡±, me reconoc¨ªa el director de un conocido servicio de estudios. Para colmo, por nuestros medios de comunicaci¨®n pululan todo tipo de economistas de la se?orita pepis y paquirrines de la econom¨ªa como el experto que hablaba en 2007 del mito de la burbuja inmobiliaria y augur¨® la recuperaci¨®n de la econom¨ªa en abril de 2009, y ahora nos da lecciones sobre c¨®mo salir de la crisis.
Obviamente la ciencia econ¨®mica tiene un elevado grado de complejidad intr¨ªnseca y los errores cient¨ªficamente honestos no son infrecuentes. Pero no es aceptable que la burbuja inmobiliaria no exista mientras trabajas para un intermediario financiero y Espa?a se hunda cuando est¨¢s promocionando un libro lejos ya del mundo financiero. Si finalmente se confirma la recuperaci¨®n de la econom¨ªa, nuestro experto habr¨¢ conseguido errar sistem¨¢ticamente, lo que ser¨¢ todo un logro.
En Espa?a todav¨ªa no se ha filmado nuestro Inside job, pero ser¨ªa un proyecto interesante. No faltar¨ªan protagonistas. Un papel estelar deber¨ªa reservarse a aquel ministro de Econom¨ªa que dice que lo sab¨ªa, pero no lo pod¨ªa decir. Que escribi¨® un documento, pero que no lo puede ense?ar. Tambi¨¦n deber¨ªan aparecer todos aquellos que predijeron la crisis cuando ya se hab¨ªa producido y aquel periodista que en un libro sobre la crisis convirti¨® en h¨¦roe a un villano sin hacer un adecuado rastreo de las fuentes. Por supuesto, deber¨ªan aparecer todos aquellos economistas supuestamente independientes que alimentaron la burbuja por sus relaciones con inmobiliarias, Gobiernos y bancos. Que crearon expectativas inmobiliarias y ahora se lavan las manos o, peor a¨²n, pontifican sobre las medidas para salir de la crisis.
Los medios de comunicaci¨®n deber¨ªan ser un poco m¨¢s cuidadosos cuando seleccionan sus ¡°expertos economistas¡±. Esto tambi¨¦n permitir¨ªa evitar, al menos en parte, la sensaci¨®n de que la econom¨ªa no tiene bases cient¨ªficas despu¨¦s de o¨ªr argumentos disparatados o interesados. Las hemerotecas podr¨ªan ayudar y est¨¢n para consultarse. Algunos se llevar¨ªan m¨¢s de una sorpresa.?
Jos¨¦ Garc¨ªa Montalvo es catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Universitat Pompeu Fabra.
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