Atlantic City, no va m¨¢s
La capital del juego agoniza. Este domingo cierra uno de sus casinos y lo har¨¢n dos dos m¨¢s
¡°Llevo aqu¨ª 40 a?os, y este es el peor. En septiembre cierro y me voy a Florida. No hay nada que hacer. Aqu¨ª s¨®lo hay casinos y una playa. La playa seguir¨¢; los casinos¡ Ni yo me atrevo a adivinarlo¡±. La echadora de cartas Chanel Mitchell mata el tiempo con su iPad sentada en la puerta de su estudio esot¨¦rico del paseo mar¨ªtimo de Atlantic City (Nueva Jersey). Esta c¨¢lida ma?ana de martes s¨®lo un cliente ha requerido sus servicios. El suyo es uno de los muchos negocios que viven de los once hoteles casino de la ciudad. Pero el juego agoniza en Atlantic City.?
Tres de los principales establecimientos echan el cierre en cuesti¨®n de d¨ªas. El Showboat lo har¨¢ este domingo. El Revel, la joya del lugar, un espectacular edificio de cristal que cost¨® 2.000 millones de d¨®lares, lo har¨¢ el 2 de septiembre. El Trump Plaza tiene previsto suspender su actividad en un par de semanas. En total, m¨¢s de 6.000 trabajadores a la calle ¡ªuna cuarta parte de la fuerza laboral del juego en la ciudad¡ª, que se suman a los del Atlantic Club, que pas¨® a mejor vida en enero. En los a?os 90 hab¨ªa 50.000 personas empleadas en los casinos. En la actualidad son la mitad, un retroceso tres veces superior al de cualquier otro sector del Estado.?
El caso del Revel, el gran mamut del juego de la costa Este, es el m¨¢s dram¨¢tico. Impulsado por el Gobernador republicano Chris Christie para revitalizar la ciudad ante su imparable ocaso, fue inaugurado en 2012 tras una inversi¨®n descomunal. El gigantismo de su salones s¨®lo es comparable con la desaz¨®n que produce verlos vac¨ªos. En mayo se declar¨® en suspensi¨®n de pagos por segunda vez en su corta historia. Cada semana pierde dos millones de d¨®lares. Su car¨ªsimo mantenimiento y la dura competencia de otro casino de lujo, el Borgata, lo hacen inviable. Nadie sabe qu¨¦ hacer con el edificio. El alcalde, Don Guardian, cree que podr¨ªa convertirse en una universidad.
Como si de un tsunami silencioso e invisible se tratara, casi todo en Atlantic City tiene aroma de fin de ciclo. Los comercios est¨¢n casi vac¨ªos, como las sillas frente a las tragaperras o las mesas de juego. En el paseo o boardwalk, apenas 20 chavales aguardan en la puerta del silencioso parque de atracciones, que abre solo por la tarde. Cerca, el Museo del Terror se apolilla bajo el calor y los empujadores indios de carritos para turistas charlan entre ellos sin clientes que cargar. ¡°No hay gente. Y sin gente, esto se hunde¡±, comenta George, guardia de seguridad del Showboat, apostado junto al cartel que anuncia el cierre y recuerda a los clientes c¨®mo retirar antes de hoy sus ganancias, ver reembolsadas las entradas para alg¨²n espect¨¢culo o cambiarse a alguno de los otros tres hoteles que el grupo Caesars Entertainment tiene en la ciudad.?
David G. Schwartz, director del Center for Gaming Research de la Universidad de Nevada Las Vegas, considera que los motivos de la depresi¨®n de Atlantic City son dos. Uno es ajeno: la saturaci¨®n de un negocio que se ha convertido en fuente de recursos para casi todos los Estados, con casi 1.000 casinos comerciales y concesiones al pueblo indio en todo el pa¨ªs, adem¨¢s del juego online. ¡°Hay demasiada oferta. No hay nuevos mercados y en el noreste el 50% de la poblaci¨®n vive a menos de 25 millas de uno. El problema de Atlantic City no es ¨²nico¡±, explica Richard McGowan, profesor de econom¨ªa de la Universidad de Boston y experto en la industria del juego. ¡°Si puedes apostar cerca de tu casa, para qu¨¦ vas a conducir dos horas¡±, se?ala Schwartz.
El otro motivo es un pecado propio. Atlantic City ha sido incapaz de conformar una oferta de ocio que completara las ruletas. ¡°La gran lecci¨®n que nos ofrece Atlantic City es que no se puede depender s¨®lo del juego si quieres atraer turistas. En Las Vegas, por ejemplo, s¨®lo el 50% de sus ingresos procede del juego. El resto lo aportan los espect¨¢culos, las tiendas y los restaurantes¡±, a?ade McGowan. ¡°Atlantic City tiene que ofrecer algo m¨¢s, porque ya hay m¨¢s sitios para jugar en la regi¨®n¡±, corrobora Schwartz a este peri¨®dico.
Ese algo m¨¢s ahora no existe. El autob¨²s que llev¨® a EL PA?S a la ciudad desde Nueva York llevaba s¨®lo 16 pasajeros. Y un repaso a la oferta musical actual de algunos hoteles no es precisamente estimulante: Swon Brothers, Little Antony and the Imperials, The Cat Pajamas Vocal Band, The Temptations Review (featuring Dennis Edwards) y un nost¨¢lgico musical de homenaje a los Beatles.
Los casinos se aprobaron en los a?os setenta en Atlantic City con la esperanza de animar sus alica¨ªdos hoteles. El Resorts se inaugur¨® en 1978 y fue el primer casino legal en la costa este. En aquel tiempo, el juego estaba en Nevada y en Atlantic City. Cada lugar sigui¨® un camino distinto. Mientras Las Vegas dise?aba un inventario de ocio variado para jugadores y turistas, Atlantic City se dedic¨® al monocultivo de la ruleta y no reinvirti¨® el dinero en sus habitantes. ¡°Pusimos todos los huevos en una sola cesta. El 80% de nuestros ingresos ha procedido de los casinos. Fue un desprop¨®sito¡±, lamenta el alcalde.
Desde 2006, los casinos de Atlantic City han visto reducidos sus ingresos un 50%, seg¨²n los datos del Center for Gaming Research. Los ingresos totales de los casinos de Nueva Jersey fueron el a?o pasado de 2.900 millones de d¨®lares (en 2006 fueron 5.200 millones), una cifra similar a la conseguida en 1989. Si se descuenta la inflaci¨®n, la fecha se retrasa a 1981, cuando hab¨ªa nueve casinos en lugar de los 11 actuales. ¡°Todav¨ªa tenemos seis o siete casinos que ganan dinero¡±, afirma John Palmieri, director ejecutivo de la New Jersey¡¯s Casino Reinvestment Development Authority. ¡°Hab¨ªa 12. ?Podemos sostener nueve? ?Nos quedaremos con seis o siete? Esta es la cuesti¨®n¡±.
Uno de cada tres vecinos de Atlantic City vive por debajo del nivel de pobreza, lo que triplica la tasa de Nueva Jersey. El desempleo, del 13%, dobla la media de todo Estados Unidos. El paisaje de la ciudad no enga?a. Un par de manzanas m¨¢s all¨¢ del paseo mar¨ªtimo, lejos de los neones, la m¨²sica y los turistas, proliferan los prestamistas, las tiendas de licores y otros negocios de medio pelo. La criminalidad, seis veces superior a la del resto del Estado, hace que muchos visitantes no se alejen del paseo o que no salgan de sus hoteles.?
El precio que ha pagado la ciudad por su apuesta a todo o nada es muy elevado, y algunos no lo olvidan. ¡°Negocios que existieron durante a?os fueron expulsados de la ciudad. Los responsables de este desastre deber¨ªan ser expuestos en p¨²blico por su negligencia e incompetencia. No hicieron lo que hab¨ªa que hacer por esta ciudad y por los miles de empleados que han perdido su forma de vida por culpa de este insidioso negocio¡±, declar¨® en la prensa local Warren Massey, antiguo responsable de vivienda de la ciudad. Como consolarse es gratis, algunos citan las devastadoras tormentas Irene en 2011 y Sandy en 2012 como causa de la decadencia de la ciudad. Pero todos coinciden en que lo peor ha sido la falta de previsi¨®n ante el avance de los casinos en otros Estados del Noreste.
Es el caso de Maryland, que abri¨® el Maryland Live Casino en 2012, mientras que Massachusetts legalizo este tipo de negocios en 2011. En Pennsylvania, donde los casinos comenzaron a funcionar en 2006, el juego ha aportado a las arcas del Estado unos 8.000 millones en impuestos y creado miles de puestos de trabajo directos: 16.000 en 2013. Tambi¨¦n se han abierto casinos en Delaware y Connecticut. Asimismo, los ciudadanos del Estado de Nueva York aprobaron la creaci¨®n de nuevas licencias para casinos adem¨¢s de las ya existentes explotadas por tribus indias (se calcula que en 2015 abrir¨¢n cuatro establecimientos). ¡°El problema de Atlantic City es que nunca ha sido una capital del juego como tal, a la que llegar en avi¨®n, como Las Vegas. Ha sido una capital regional, y cuando otros Estados vecinos han abierto su casinos, ha sufrido m¨¢s que ninguna otra¡±, comenta a EL PA?S el profesor McGowan.
En el mismo periodo, los establecimientos de Nevada han mantenido sus ingresos o incluso los han aumentado. Ning¨²n casino indio tiene la oferta de Las Vegas ni unos precios tan competitivos, sobre todo cuando la competencia global se acent¨²a. El enclave chino de Macao, capital del juego en Asia, est¨¢ experimentado un crecimiento muy r¨¢pido. El profesor Schwartz calcula que el total de recaudaci¨®n anual de todos los casinos en Estados Unidos ronda los 70.000 millones de d¨®lares. Macao, con 35 casinos, roza ya los 50.000 millones. ¡°Mientras los casinos pueden proporcionar otras formas de entretenimiento, sobrevivir¨¢n. Dudo que los casinos vayan a sufrir el destino de las tiendas de v¨ªdeo Blockbuster¡±, asegura McGowan.
Aunque la crisis de Atlantic City no sea trasladable a Nevada, lo cierto es que aparecen s¨ªntomas de fatiga en el negocio en diversos puntos del pa¨ªs. Los cierres y reducci¨®n de ingresos tambi¨¦n han golpeado en Misisip¨ª, Misuri y Iowa. Algunos Estados se est¨¢n replanteando sus decisiones al respecto. En Massachusetts, los votantes decidir¨¢n en noviembre si se deroga una ley de 2011 que legaliz¨® los casinos. Sin embargo, incluso los analistas m¨¢s pesimistas dicen que algunos casinos de Nueva York pueden cosechar grandes ganancias, en particular los que est¨¢n cerca de la ciudad y de sus 50 millones de turistas al a?o. ¡°Los nuevos objetos brillantes nos atraen a todos", se?al¨® en la prensa Geoff Freeman, director ejecutivo de la American Gaming Association. ¡°La pregunta es qu¨¦ sucede cuando el cartel de Gran Apertura se retira¡±.
El realizador franc¨¦s Louis Malle retrat¨® en 1980, en su pel¨ªcula Atlantic City, a una ciudad que abr¨ªa espacios en su suelo para albergar futuros casinos. Pese a tratarse del momento fundacional de un futuro enclave del juego, el filme mostraba ya un ambiente deprimente en el que malviv¨ªan dos personajes interpretados de forma magistral por Burt Lancaster y Susan Sarandon. ¡°Deber¨ªas haber visto el Oc¨¦ano Atl¨¢ntico en los viejos tiempos¡±, le comenta Lancaster, en el papel de un viejo mafioso retirado, a su compa?ero de reparto Robert Joy mientras caminan frente a la costa. Los viejos y buenos tiempos de Atlantic City.
M¨¢s casinos en Nueva York
Los ciudadanos del Estados de Nueva York han aprobado recientemente la construcci¨®n de siete casinos en el Estado en los pr¨®ximos a?os. Tres de ellos podr¨ªan ubicarse en el ¨¢rea metropolitana. Los sue?os del gobernador dem¨®crata Andrew Cuomo vislumbran cuatro hoteles casino abiertos a principios del pr¨®ximo a?o, nuevos ingresos, miles de puestos de trabajo y una inyecci¨®n revitalizadora para zonas deprimidas del valle del r¨ªo Hudson . ¡°Nueva Jersey tiene casinos, Connecticut tiene casinos, Pennsylvania tiene casinos. Nosotros tenemos la gente, una hemorragia de gente que cruza las fronteras para ir a jugar. Si tenemos nuestros propios casinos, el dinero se quedar¨¢ en este Estado¡±, explic¨® Cuomo.
Pero los analistas, economistas y empresarios del juego advierten de que el negocio sufre los efectos de una dura competencia, si no saturaci¨®n, incluso en el una vez rico mercado del Noreste. Los casinos de Atlantic City cierran y otros, como Foxwoods, en Connecticut, recortan sus gastos. La imagen del juego como un surtido seguro de dinero ha pasado a mejor vida. Nadie ve con buenos ojos los planes de Cuomo. ¡°Ha llegado quince a?os tarde a la partida¡±, declar¨® Harold L. Vogel, un analista de la industria del juego.
Incluso la posibilidad de situar los establecimientos cerca de Manhattan ofrece alguna que otra duda, sobre todo por la proximidad de otros. Nueva Jersey, por ejemplo, planea abrir locales de m¨¢quinas tragaperras en Jersey City, al otro lado del r¨ªo Hudson. La decisi¨®n de colocar los enclaves en zonas deprimidas, como los Catskills, es buena sobre el papel, pero los inversores prefieren zonas m¨¢s desarrolladas. Por ejemplo, la perspectiva de un casino en Orange County, a menos de una hora de Manhattan, ha perjudicado la posibilidad de hacer otro en los Catskills, donde se ve¨ªa como una v¨ªa de revitalizaci¨®n. S¨®lo tres competidores aspiran a la licencia en los Catskills; seis a la de Orange County.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.