Draghi cambia el paso de la pol¨ªtica europea
El plan combina reformas en Par¨ªs y Roma con est¨ªmulos en Fr¨¢ncfort, Bruselas y Berl¨ªn. Los expertos creen que es imprescindible un pacto pol¨ªtico para que funcione
La vigente etapa de la crisis es una variante del drama anterior: las repercusiones del hurac¨¢n financiero y la crisis del euro resuenan hoy con nuevos ecos en Europa. Cuatro a?os despu¨¦s de enterrar a Keynes y activar una especie de experimento econ¨®mico, pol¨ªtico y social basado en la ¡°consolidaci¨®n fiscal expansiva¡± y las ¡°reformas favorables al crecimiento¡± ¡ªen palabras del ministro alem¨¢n Wolfgang Sch?uble¡ª, la expansi¨®n y el crecimiento siguen desaparecidos. La salida de la crisis que se vislumbraba hace meses era una ilusi¨®n. Europa sigue empachada de deudas pese a los recortes, la banca arrastra los pies a pesar de haberse tragado millones de euros, y la eurozona se enfrenta a una d¨¦cada perdida a la japonesa (en el mejor de los casos) con una tercera recesi¨®n en ciernes, la deflaci¨®n al acecho, el paro en niveles insoportables y el hartazgo social, en fin, en cotas himalayescas. Nunca hubo un solo mea culpa por el diagn¨®stico equivocado (la madre de todos los problemas era la indisciplina fiscal, seg¨²n el relato moral de las ¨¦lites). Ni por la posterior sucesi¨®n de errores. Pero muchos indicadores est¨¢n igual o peor que cuando arranc¨® la crisis, empezando por la renta per c¨¢pita, el desempleo y la deuda. Y en esas lleg¨® Mario Draghi: el hombre mejor informado acerca de lo que viene a continuaci¨®n en la eurozona es la primera gran figura que dice que hay que cambiar el paso.
El presidente del BCE cree que el problema ahora es la d¨¦bil demanda
El jefe del BCE pronunci¨® un discurso audaz hace unos d¨ªas en EE UU, y ha pasado a la acci¨®n esta semana con las compras de activos privados. Ese es un indicio de lo mal que est¨¢n las cosas. Pero tambi¨¦n de que el viento cambia: el BCE tiene un plan. Hay un guion, un proyecto, una idea distinta germinando. Una nueva orientaci¨®n que, seg¨²n las fuentes consultadas en las instituciones y entre un destacado ramillete de expertos, puede funcionar.
Frente a las pol¨ªticas de oferta ensayadas desde 2010 ¡ªreformas estructurales m¨¢s austeridad¡ª, Draghi admite ahora que Europa se enfrenta a un problema de demanda. Sigue reclamando reformas, pero avisa de que la pol¨ªtica monetaria puede hacer m¨¢s (y solo le queda una bala, la compra masiva de deuda) y exige que vuelvan la pol¨ªtica fiscal y las inversiones: Keynes redivivo, con un toque de posmodernidad. Hay muchas formas de calificar lo que sucede en Europa: los expertos hablan de una trampa de liquidez, de una recesi¨®n de balance, de una deflaci¨®n de deuda, de un estancamiento secular. El Nobel Joe Stiglitz lo dice m¨¢s claro: ¡°Una depresi¨®n¡±. El economista Brad DeLong es a¨²n m¨¢s osado: ¡°Una Gran Depresi¨®n¡±. Draghi deso¨ªa esas trompetas de Jeric¨® y llevaba meses hablando de recuperaci¨®n, a la que iba calificando en funci¨®n del viento. ¡°De enero a marzo era una reactivaci¨®n lenta. En junio era m¨¢s d¨¦bil de lo previsto. Moderada y desigual en agosto. Y en septiembre hemos visto lo que hay: crecimiento cero, inflaci¨®n cero. Y una multitud de dogm¨¢ticos en todo ese tiempo clamando por pol¨ªticas de oferta cuando estamos ante un problema de enorme de demanda. Draghi ha sido un irresponsable, pero al menos ahora reconoce su error: esperemos que no sea demasiado tarde¡±, apunta Paul de Grauwe, de la London School.
Ken Rogoff, de Harvard, asegura que el activismo del BCE ¡°es necesario¡±, pero aun as¨ª la pol¨ªtica monetaria ya no es m¨¢s que ¡°un puente que debe permitir llegar a algo m¨¢s ambicioso¡±. ¡°Francia, Italia y en general Europa siguen necesitando reformas para mejorar su potencial. A la corta eso supone recesi¨®n y paro: Alemania debe moverse y permitir una expansi¨®n fiscal e inversiones. Si los l¨ªderes nacionales y europeos fallan y no siguen el Plan Draghi al pie de la letra se enfrentan a un futuro a la japonesa, o a un regreso a 2010: una crisis econ¨®mica y pol¨ªtica de dif¨ªcil soluci¨®n¡±, afirma. Barry Eichengreen, de Berkeley, a?ade que el problema es que lo que necesita imperiosamente Europa ¡°difiere siempre de lo que la pol¨ªtica alemana es capaz de aceptar¡±. ¡°Los planes de Draghi van bien dirigidos, pero requieren un amplio acuerdo pol¨ªtico. Y Europa a¨²n tiene que demostrar que es capaz de lograrlo¡±.
Francia e Italia piden suavizar las metas fiscales y elevar la inversi¨®n
Francia e Italia reclaman que se suavicen las metas fiscales y que se active un plan de inversi¨®n europeo para hacer las reformas. Alemania quiere que la secuencia se invierta: primero las reformas ¡ªel palo¡ª y luego la zanahoria. ¡°Es l¨®gico que Berl¨ªn desconf¨ªe de Par¨ªs y Roma por sus promesas mil veces incumplidas, pero tambi¨¦n que Roma y Par¨ªs recelen: hubo reformas en Espa?a, Irlanda o Grecia y seguimos sin ver la zanahoria. El problema m¨¢s grave es esa gran desconfianza, que se manifiesta en la fractura Norte-Sur¡±, explican fuentes europeas.
No hay mucho espacio para el optimismo en Europa. ¡°La situaci¨®n est¨¢ peor que en 2007¡±, brama Charles Wyplosz, del Graduate Institute. ¡°Las deudas son m¨¢s altas, los bancos igual de d¨¦biles, el paro m¨¢s cr¨®nico, la fe en la resistencia de la UE es menor¡±, admite un exconsejero del BCE. ¡°El tono l¨®brego de los datos es deprimente, pero l¨®gico porque esa combinaci¨®n de tipos de inter¨¦s en el 0% y austeridad impide la recuperaci¨®n. Tras un lustro de miserias, ahora Draghi hace ese descubrimiento de que falta demanda. Espero que con eso se acaben los dogmas¡±, critica Wyplosz.
Los expertos coinciden en que es urgente un pacto pol¨ªtico de altos vuelos para ayudar a Draghi. Andr¨¦ Sapir, de Bruegel, insiste en que ¡°hay que aprobar reformas en Par¨ªs y Roma, porque eso suavizar¨¢ a Berl¨ªn, y hay que convencer a Berl¨ªn de la necesidad de est¨ªmulos inmediatos, porque eso har¨¢ m¨¢s f¨¢cil de tragar la p¨ªldora m¨¢s all¨¢ del Rin¡±. Wolfgang M¨¹nchau, director de Eurointelligence, dice que el giro de Draghi ¡°es lo m¨¢s importante que ha sucedido en Europa en mucho tiempo¡±. ¡°El BCE est¨¢ a un paso de las compras de activos a la americana (el denominado QE) y por primera vez dice que hacen falta est¨ªmulos adem¨¢s de reformas. El escenario m¨¢s factible es un peque?o plan de inversi¨®n europeo, una flexibilizaci¨®n suave de los objetivos de d¨¦ficit ¡ªen los confines de los tratados, no m¨¢s all¨¢¡ª y un QE limitado, adem¨¢s de las reformas, posibles en Italia y m¨¢s dif¨ªciles en Francia¡±. ¡°La cuesti¨®n es cu¨¢nto tiempo aceptar¨¢n los europeos errores pol¨ªticos tan monumentales como hasta ahora¡±.
El BCE empezar¨¢ a inyectar liquidez en la banca en unos d¨ªas, y en octubre pondr¨¢ en marcha las compras de bonos privados; es posible que el QE llegue en 2015 si la econom¨ªa sigue marchit¨¢ndose. En noviembre se conocer¨¢n los ex¨¢menes a la banca (¡°deben ser mucho m¨¢s duros de lo que espera el mercado: si las entidades logran levantar capital el cr¨¦dito mejorar¨¢¡±, seg¨²n Rogoff). Y en la arena pol¨ªtica, Draghi juega a tres bandas: Par¨ªs y Roma deben convertir sus promesas en reformas, ¡°o de lo contrario dejar¨¢n al BCE solo ante Berl¨ªn¡±, a?ade Tito Boeri, de Bocconi. Los Veintiocho tienen previsto celebrar una cumbre sobre crecimiento y empleo en octubre; la Comisi¨®n dar¨¢ a conocer ah¨ª su plan de inversiones. Y en medio de todo ese tinglado, ¡°seguir¨¢ una lluvia fina de datos que en el mejor de los casos confirmar¨¢n el estancamiento de una econom¨ªa que renquea¡±, pronostica Alfredo Pastor, del Iese.
La pol¨ªtica europea es el resultado de todo ese jaleo, pero tambi¨¦n una tenaz batalla de ideas. Una parte del espectro ideol¨®gico va ganando desde 2010 con recetas que hablan alem¨¢n. La otra se rearma ahora por los p¨¦simos resultados, que afectan incluso a Alemania, con la inesperada ayuda de Draghi. Europa debe encontrar un punto de encuentro entre esas dos concepciones. Y el lenguaje puede ofrecer alguna pista: el vocablo alem¨¢n para ¡°deuda¡± posee la misma ra¨ªz que la voz que se usa para expresar ¡°culpa¡± (schuld), pero el t¨¦rmino italiano que indica la idea de ¡°creencia¡± o confianza constituye a su vez la ra¨ªz del sustantivo ¡°cr¨¦dito¡± (credere). Curiosamente, un italiano que vive en Fr¨¢ncfort es quien puede armonizar las dos visiones. Su nombre es Mario Draghi.
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