Lo que los mercados quieran
El fracaso de la austeridad est¨¢ m¨¢s que probado, pero eso no desanima a sus defensores
En la Edad Media, el llamamiento a una cruzada para conquistar Tierra Santa se recib¨ªa al grito de "?Deus vult!" (?Dios lo quiere!). ?Pero sab¨ªan de verdad los cruzados lo que Dios quer¨ªa? Dado el modo en que termin¨® la aventura, parece que no.
Bueno, eso fue hace mucho tiempo, y en los sectores sobre los que escribo, las invocaciones a la supuesta voluntad de Dios no son frecuentes. Sin embargo, s¨ª que vemos muchas cruzadas pol¨ªticas, a menudo, justificadas con gritos impl¨ªcitos de "?Mercatus vult!" (?Los mercados lo quieren!). ?Pero aquellos que invocan la voluntad del mercado saben realmente lo que quieren los mercados? Una vez m¨¢s, parece que no.
Y la agitaci¨®n financiera de estos ¨²ltimos d¨ªas ha agrandado la distancia que hay entre lo que nos dicen que debe hacerse para calmar el mercado y lo que los mercados parecen estar pidiendo de verdad.
Para concretar: nos han dicho una y otra vez que los Gobiernos deben ceder y desistir de sus intentos de mitigar el sufrimiento econ¨®mico, no sea que los dioses financieros los castiguen por su excesiva compasi¨®n, pero los propios mercados nunca parecen haber dado muestras de que estos sacrificios humanos sean realmente necesarios. Se supon¨ªa que a los inversores deb¨ªan aterrorizarles los d¨¦ficits presupuestarios, por miedo a que estuvi¨¦semos a punto de convertirnos en Grecia ¡ª?Grecia!, nada menos¡ª, pero, a?o tras a?o, los tipos de inter¨¦s han seguido bajos. Se supon¨ªa que los esfuerzos de la Reserva Federal por activar la econom¨ªa iban a ser contraproducentes, ya que los mercados reaccionar¨ªan ante la posibilidad de una inflaci¨®n descontrolada, pero las previsiones de inflaci¨®n del mercado siguieron asimismo en valores bajos.
?C¨®mo han respondido los cruzados pol¨ªticos al fracaso de sus alarmantes predicciones? En la mayor¨ªa de los casos, neg¨¢ndolo, con exasperaci¨®n en ocasiones. Por ejemplo, Alan Greenspan lleg¨® a declarar que el hecho de que los tipos de inter¨¦s y la inflaci¨®n no hubieran subido era "lamentable, porque fomenta una enga?osa sensaci¨®n de complacencia". Pero de eso hace m¨¢s de cuatro a?os; ?es posible que la sensaci¨®n de complacencia no fuese tan enga?osa?
En general, resulta dif¨ªcil no llegar a la conclusi¨®n de que la gente como Greenspan sab¨ªa lo mismo acerca de lo que el mercado quer¨ªa que los cruzados medievales acerca de los planes de Dios (es decir, nada).
De hecho, si nos fijamos bien, el verdadero mensaje del mercado parece ser que deber¨ªamos tener d¨¦ficits m¨¢s elevados e imprimir m¨¢s dinero. Y ese mensaje se ha vuelto mucho m¨¢s claro en estos ¨²ltimos d¨ªas.
¡°Si nos fijamos bien, el verdadero mensaje del mercado parece ser que deber¨ªamos tener d¨¦ficits m¨¢s elevados e imprimir m¨¢s dinero¡±
No me refiero principalmente al desplome de los precios de las acciones, aunque sin duda esto nos est¨¦ indicando algo (pero, como se?al¨® el fallecido Paul Samuelson en una frase que se ha hecho c¨¦lebre, las acciones no son un indicador fiable de las perspectivas econ¨®micas: "Los ¨ªndices de Wall Street predijeron nueve de las cinco ¨²ltimas recesiones"). Me refiero m¨¢s bien a los tipos de inter¨¦s, que son una advertencia clar¨ªsima, no de crisis fiscal ni de inflaci¨®n, sino de depresi¨®n y deflaci¨®n.
Y, lo que es m¨¢s evidente, los tipos de inter¨¦s de la deuda p¨²blica estadounidense a largo plazo ¡ªesos tipos que los sospechosos de rigor siguen dici¨¦ndonos que se pondr¨¢n por las nubes en cualquier momento si no recortamos dr¨¢sticamente el gasto¡ª han ca¨ªdo en picado. Esto nos indica que a los mercados no les preocupa el impago, sino que les inquieta esta debilidad econ¨®mica persistente, que va a impedir que la Reserva Federal suba los tipos de inter¨¦s que controla a corto plazo.
Los tipos de inter¨¦s de una gran parte de la deuda europea est¨¢n a¨²n m¨¢s bajos, porque las perspectivas econ¨®micas de Europa son muy malas, y no hablamos solo de Alemania. Francia tiene ahora mismo un conflicto con la Comisi¨®n Europea, que dice que el d¨¦ficit franc¨¦s previsto es demasiado alto, pero a los inversores ¡ªque siguen comprando bonos franceses aunque tengan un tipo de inter¨¦s a 10 a?os de tan solo el 1,26 %¡ª es evidente que les preocupa mucho m¨¢s el estancamiento europeo que una suspensi¨®n de pagos francesa.
Tambi¨¦n resulta instructivo fijarse en los tipos de inter¨¦s de los bonos "protegidos frente a la inflaci¨®n" o "indexados", que nos dicen dos cosas. Primera, que los mercados est¨¢n pr¨¢cticamente suplic¨¢ndoles a los Gobiernos que adquieran pr¨¦stamos y gasten dinero, en infraestructura por ejemplo; los tipos de inter¨¦s de los bonos indexados est¨¢n en poco m¨¢s de cero, as¨ª que financiar carreteras, puentes y sistemas de saneamiento saldr¨ªa casi gratis. En segundo lugar, la diferencia entre los tipos de inter¨¦s de los bonos corrientes y los indexados nos indica cu¨¢nta inflaci¨®n espera el mercado, y resulta que la inflaci¨®n prevista ha ca¨ªdo en picado durante los ¨²ltimos meses, de modo que ahora est¨¢ muy por debajo del objetivo de la Reserva Federal. De hecho, el mercado nos dice que la Reserva no est¨¢ imprimiendo suficiente dinero.
Una pregunta que podr¨ªamos hacernos es por qu¨¦ el mensaje del mercado de que gastemos e imprimamos dinero se ha vuelto m¨¢s claro ¨²ltimamente. Mi teor¨ªa es que se debe principalmente a los acontecimientos en Europa, donde la tendencia a la deflaci¨®n y la creciente reacci¨®n ciudadana en contra de la austeridad han llegado a un extremo insostenible. Y es muy razonable que nos preocupe que los problemas de Europa puedan salpicarnos a los dem¨¢s.
En cualquier caso, la pr¨®xima vez que escuchen a un busto parlante opinar sobre lo que debemos hacer para satisfacer a los mercados, preg¨²ntense: "?C¨®mo puede saberlo?". Porque la verdad es que cuando algunos hablan acerca de lo que el mercado nos exige, lo que en realidad est¨¢n haciendo es tratar de intimidarnos para que hagamos lo que ellos quieren.
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa de la Universidad de Princeton y premio Nobel de Econom¨ªa de 2008.
Traducci¨®n de News Clips.
? 2014, New York Times Service.
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