¡°En Espa?a o Grecia se han hecho las reformas con el cuchillo en el cuello¡±
Jean Tirole (Troyes, Francia, 1953), acaba de ser galardonado con el Nobel de Econom¨ªa. Presidente de la Toulouse School of Economics (TSE), compatibiliza sus clases en este centro con cursos en el MIT (Massachussetts Institute of Technology). En esta entrevista telef¨®nica, afirma que los pa¨ªses que no hacen sus reformas a tiempo, se ven abocados a aplicar medidas de austeridad.
Pregunta. Europa no encuentra la v¨ªa para superar la crisis.
Respuesta. Algunos pa¨ªses, como los del sur, necesitan reformas que les den credibilidad. Del mercado de trabajo, de pensiones, de organizaci¨®n del Estado... Alemania las hizo, los escandinavos tambi¨¦n. Como Canad¨¢ o Australia. En el sur de Europa hicieron poco. Se han hecho en Grecia o en Espa?a, pero ya con el cuchillo en el cuello. Y eso ha tenido costes. En Alemania no esperaron al ¨²ltimo momento. Las hicieron en 2002 y 2003.
¡°Si no se acometen los cambios, la ¨²nica soluci¨®n es la austeridad¡±
P. No cita a Francia. ?Qu¨¦ reformas necesita Francia?
R. Muchas. El mercado de trabajo, por ejemplo. No se puede sostener con estas tasas de paro. No se puede sacrificar as¨ª a los j¨®venes. No se puede mantener un gasto p¨²blico tan elevado. Supone demasiadas cargas para el Estado, para los empresarios... Sale muy caro. Y resulta muy dif¨ªcil ganar competitividad en estas circunstancias.
P. ?Es posible mantener el euro sin una uni¨®n pol¨ªtica, sin una uni¨®n econ¨®mica?
¡°No es casual que en los pa¨ªses del sur haya m¨¢s paro que en los del norte¡±
R. Se necesita m¨¢s Europa, sin duda, pero la Europa del norte es cada vez m¨¢s reticente hacia la del sur. Es un tema para hablarlo durante horas.
¡°No hay raz¨®n alguna para que Europa no tenga su Google¡±
P. En Francia hay muchas resistencias a las reformas.
R. S¨ª, en la opini¨®n p¨²blica y entre los pol¨ªticos. Pero la degradaci¨®n econ¨®mica es profunda y hay que actuar. Hay un ejemplo claro: la tasa sobre el carbono. La medida la tom¨® la derecha y todo el mundo estaba de acuerdo. Ahora, la mayor¨ªa de la clase pol¨ªtica est¨¢ en contra. Es un s¨ªntoma de que tenemos un Estado d¨¦bil. Los lobbies tienen una gran influencia en Francia.
P. En todo caso, usted mantiene que Francia no es un pa¨ªs en declive, en decadencia.
R. No, porque tiene muchos valores. Eso s¨ª, conviene no perderlos demasiado deprisa.
P. ?C¨®mo ve la batalla entre Par¨ªs y Bruselas por el elevado d¨¦ficit franc¨¦s?
R. El d¨¦ficit actual por encima del 4% no es una excepci¨®n. El problema de Francia es que desde hace cuatro d¨¦cadas no tiene un presupuesto equilibrado. Incluso en periodos de bonanza aumenta el d¨¦ficit y no hace reformas. La austeridad es complicada para la econom¨ªa, pero si no se hacen reformas a tiempo, es la ¨²nica soluci¨®n
P. ?Ha analizado la pol¨ªtica de austeridad en Espa?a?
R. La cuesti¨®n es muy compleja. Est¨¢ muy vivo el debate entre los economistas. Algunos piensan que es un error la fuerte disciplina presupuestaria, otros consideran lo contrario... Lo cierto es que los economistas no saben gran cosa. Lo que hay que hacer son las reformas.
P. ?Por qu¨¦ defiende el contrato ¨²nico?
R. No es casual que los pa¨ªses del sur sufran m¨¢s el paro. Tienen un doble sistema similar: el contrato indefinido, extremadamente protector, frente a otros que, como el temporal, est¨¢n muy poco protegidos. O sea, hay un mercado dual. La mayor parte los contratos que se suscriben son temporales y estos trabajadores combinan contrato tras contrato con el paro. No tienen mucha formaci¨®n porque sus empresas no invierten en ellos. No es buen sistema. Es necesario un contrato ¨²nico.
P. ?Qu¨¦ opina del sistema de los minijobs en Alemania?
R. Los j¨®venes alemanes tienen un problema espec¨ªfico de formaci¨®n. Alemania hace mucho por la formaci¨®n, pero hay un problema: las empresas son reticentes a contratar a alguien con baja formaci¨®n y pagarles un salario m¨ªnimo porque pasan la mayor parte del tiempo form¨¢ndose y luego el joven puede acabar encontrando un trabajo mejor o m¨¢s estable en otra empresa. No se les puede exigir este esfuerzo a las empresas.
P. ?Es partidario de un mercado europeo de la energ¨ªa o de las telecomunicaciones con una autoridad ¨²nica de regulaci¨®n?
R. Necesitamos a Europa. Veamos el mercado de la energ¨ªa, el de la electricidad. Se decidi¨® construir la Europa de la energ¨ªa, pero se mantuvieron las reglas nacionales, las redes de transporte nacionales e incluso las autoridades nacionales de la competencia. Al mismo tiempo, y fue un paso positivo, se cre¨® la autoridad europea de la competencia. Pero lo que hacen falta son m¨¢s interconexiones. En la pen¨ªnsula ib¨¦rica hay un aut¨¦ntico mercado ib¨¦rico, pero aislado del resto. El regulador europeo tendr¨ªa que actuar.
P. Usted defiende que los reguladores sean fuertes y que el Estado sea un ¨¢rbitro.
R. Los reguladores deben ser independientes para crear condiciones justas de competencia. No pueden desequilibrar la balanza a favor de unos u otros. El Estado puede jugar ese papel de ¨¢rbitro, debe definir las reglas de juego, pero una econom¨ªa de mercado tambi¨¦n tiene que funcionar sobre un Estado fuerte.
P. ?Por qu¨¦ Europa no tiene su Google?
R. Hay un gran problema en las universidades europeas y sobre eso he trabajado mucho. Viene de la menor inversi¨®n en la econom¨ªa del conocimiento. Ahora hay universidades de alto nivel que fomentan la creaci¨®n de empresas y generan el ambiente necesario para que haya iniciativas innovadoras. Necesitan un sistema fiscal favorable, claro. No hay problema de capital humano. No hay raz¨®n alguna para que Europa no tenga su Google y empresas que generan la econom¨ªa moderna. Ese ambiente de base que no existe es el problema y hemos perdido muchas oportunidades.
P. ?Se han convertido los mercados financieros en una amenaza para los Estados?
R. No. Son importantes, pero no son una amenaza. Es cierto que, cuando se produce una quiebra p¨²blica, el problema debe ser soportado por el Estado. No es el poder¨ªo de los mercados los que deben dar miedo, sino esas situaciones en las que el Estado debe afrontar una quiebra y acaba trasladando el problema a los contribuyentes. Eso s¨ª da miedo.
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