El BCE toma el control de la banca
Fr¨¢ncfort pasa a supervisar directamente las 130 mayores entidades de la zona euro
Es muy sencillo. No puede haber verdadera uni¨®n monetaria sin uni¨®n bancaria: el euro y la econom¨ªa continental dif¨ªcilmente pueden funcionar sin un mecanismo que rompa esa perversa interacci¨®n entre la fragilidad de los bancos y la de los Estados. Ese bucle t¨®xico ha sido devastador a lo largo y ancho de la crisis que estall¨® hace ya m¨¢s de media d¨¦cada y sigue ah¨ª, latente, a la espera de la pr¨®xima sacudida.
La Uni¨®n estrena esta semana un cambio sobresaliente en su arquitectura institucional, dentro de ese estado de transici¨®n permanente que es la construcci¨®n europea: el BCE asume los poderes de supervisi¨®n financiera tras los recientes ex¨¢menes al sector. Y aun as¨ª cuando se trata del euro siempre hay un pero: dif¨ªcilmente puede haber una aut¨¦ntica uni¨®n bancaria sin una uni¨®n fiscal y pol¨ªtica. Porque cuando el BCE decida que hay que cerrar bancos es muy posible que haya que sacar la chequera del contribuyente: la banca es dependiente del Estado, como se demuestra cada vez que asoma las orejas una crisis, y hay pa¨ªses que ya no tienen m¨²sculo suficiente para pagar esa factura. S¨ª, es muy sencillo: no hay verdadera uni¨®n monetaria sin uni¨®n bancaria; y no hay verdadera uni¨®n bancaria sin uni¨®n fiscal.
La uni¨®n bancaria es una de los escasos efectos positivos de la crisis. Porque a pesar de las t¨¢cticas de distracci¨®n, el problema de Europa era y es la banca, empachada de deudas, incapaz de prestar, abrazada al Estado y a la barra libre del BCE, con sectores financieros cada vez menos europeos, m¨¢s nacionales. Por eso ese es el cambio m¨¢s ambicioso desde la adopci¨®n del euro: la transferencia a las autoridades europeas de la supervisi¨®n de los bancos, y el poder de cerrarlos usando dinero com¨²n, en un continente en el que antes no se dejaba quebrar ni a las lavander¨ªas. M¨²sica celestial para el desarrollo de la construcci¨®n europea, y para mejorar el funcionamiento de un sistema financiero disfuncional, capaz de desestabilizarlo todo por su querencia por arriesgar demasiado. Al menos en teor¨ªa. Porque la realidad es m¨¢s prosaica; m¨¢s espinosa. Una uni¨®n bancaria requiere tres pilares: un supervisor com¨²n; una autoridad de resoluci¨®n ¡ªde cierre¡ª de bancos con un cortafuegos potente, que permita bajar la persiana de una entidad sin provocar grandes l¨ªos; y un esquema de garant¨ªa de dep¨®sitos com¨²n, que certifique que un banco espa?ol es tan fiable como uno alem¨¢n. Sin eso, la resistencia de la uni¨®n bancaria est¨¢ en entredicho. Y Europa ha andado apenas la mitad del camino.
El supervisor puede poner la lupa en cualquiera de las 6.000 entidades de la eurozona a la m¨¢s m¨ªnima sospecha
El supervisor asume el martes plenos poderes para los 130 grandes bancos continentales, y la posibilidad de poner la lupa en cualquiera de las 6.000 entidades de la eurozona a la m¨¢s m¨ªnima sospecha. "Es un paso positivo, porque los supervisores nacionales han sido demasiado suaves en los ¨²ltimos a?os, demasiado complacientes con sus campeones nacionales", apunta Nicol¨¢s Veron, del laboratorio de ideas Bruegel. Pero faltan cosas. "En la parte de resoluci¨®n, ni el proceso de toma de decisiones est¨¢ claro ni el cortafuegos, 55.000 millones que no estar¨¢n al completo hasta dentro de 10 a?os, tiene suficiente munici¨®n: Royal Bank of Scotland necesit¨® por s¨ª solo una cantidad parecida. Y el esquema de garant¨ªa de dep¨®sitos ni siquiera se ha empezado a debatir", a?ade Veron.
La semilla del proyecto ech¨® a andar en 2012, con la crisis de Bankia asustando a los l¨ªderes continentales, y despu¨¦s de que la banca irlandesa se llevara por delante al Estado, al Gobierno y pr¨¢cticamente a toda la isla verde. Los objetivos del Consejo Europeo de entonces sentaban las bases de una idea luminosa: "Es imperativo romper el c¨ªrculo vicioso entre los bancos y la deuda soberana", y ser¨¢ posible usar el mecanismo de rescate europeo (el Mede) para "recapitalizar directamente" los bancos en caso de problemas, incluso para los activos t¨®xicos heredados, pensando en los males de Espa?a, Irlanda y quiz¨¢ de Italia.
En los meses posteriores, Berl¨ªn se encarg¨® de peinar convenientemente todo lo que no le gustaba. Y al final "ni se rompe ese v¨ªnculo bancos-soberanos ni hay posibilidad de recapitalizaci¨®n directa salvo en casos excepcionales. Alemania impidi¨® mayor ambici¨®n con esa actitud casi religiosa de evitar cualquier cosa que suene a mutualizaci¨®n", critica Paul de Grauwe, de la London School of Economics.
"El proyecto, tal y como est¨¢, es perfectamente v¨¢lido para combatir crisis normales. Pero en medio de un estancamiento que va para largo y tiene peligrosas tendencias deflacionistas, ya no es descartable un accidente serio en Europa, que provocar¨ªa graves heridas en los bancos. En ese caso habr¨ªa que volver a improvisar, porque esta uni¨®n bancaria se queda coja", apunta Barry Eichengreen, de Berkeley. "Para que el mercado monetario, bancario y de capitales europeo funcione correctamente se requieren pasos adelante en la uni¨®n pol¨ªtica y fiscal. Y para ello, unas dosis de confianza entre los socios que a d¨ªa de hoy no existe. Si quiere mi opini¨®n, a Europa le queda un dur¨ªsimo trayecto por delante", a?ade.
Se trata, en fin, de una uni¨®n bancaria a medias, light, seg¨²n las fuentes consultadas en Bruselas y en Fr¨¢ncfort. La uni¨®n fiscal que requiere una uni¨®n bancaria de veras a¨²n queda lejos, sigue siendo la inalcanzable utop¨ªa europea de toda la vida. Las utop¨ªas, desde Tom¨¢s Moro, han desempe?ado siempre el papel de liebres mec¨¢nicas, perseguidas ferozmente pero jam¨¢s alcanzadas por los galgos. A cada crisis, Europa se va acercando a la liebre: al cabo, la UE ha demostrado una resistencia extraordinaria, y en cada aprieto consigue que se violen tab¨²es, se crucen l¨ªneas rojas y se reescriban normas, en esa Europa de las reglas eternamente cambiantes; ning¨²n tratado ¡ªmuy a pesar de los alemanes¡ª puede anticipar la creatividad de la historia. Por eso la uni¨®n bancaria es un paso capital para reforzar la construcci¨®n europea, seg¨²n los mandarines del euro y a juicio de la mayor¨ªa de los analistas. Pero tambi¨¦n por eso, porque la liebre siempre se escapa, es una vez m¨¢s insuficiente: una uni¨®n bancaria que se queda en tierra de nadie, que no es de paja pero tampoco de ladrillo; una uni¨®n bancaria de madera, a¨²n a merced de aquel lobo de la f¨¢bula, que soplaba y soplaba.
La uni¨®n bancaria es un paso adelante, pero bien mirado da la impresi¨®n de que el problema sigue intacto
En esta interminable crisis europea, el lobo es el sistema financiero. Y los soplidos se convierten a menudo en viento huracanado por la inestabilidad cong¨¦nita asociada a la banca ¡ªseg¨²n el olvidado Hyman Minsky¡ª, que a pesar de la supuesta magia del mercado provoca l¨ªos a cada poco: las crisis bancarias se suceden con una regularidad pasmosa que no ha dejado de acelerarse en los ¨²ltimos 30 a?os de desregulaci¨®n y abuso de la hip¨®tesis de los mercados eficientes y las expectativas racionales "y dem¨¢s ideas que han ido demasiado lejos", seg¨²n el analista Martin Wolf. Por eso expertos como Martin F. Hellwig, del Instituto Max Planck, o ?ngel Ubide, del Peterson Institute, reclaman una vuelta de tuerca a la regulaci¨®n asociada a las novedades de la uni¨®n bancaria. Anat Admati, de Stanford, asegura que Europa no deja de dar pasos en la direcci¨®n adecuada "y aun as¨ª su situaci¨®n es particularmente fr¨¢gil, por la simbiosis entre Gobiernos, reguladores y bancos. La uni¨®n bancaria supone dar varios pasos adelante. Pero cuando se mira con atenci¨®n a los detalles da la impresi¨®n de que el problema sigue intacto. Todo lo que ha hecho Europa desde el estallido de la crisis es reforzar sus reglas fiscales, dar ayudas a los pa¨ªses con problemas y poner en marcha el supervisor". "Si los enormes riesgos que est¨¢n ah¨ª derivan en una nueva crisis y vemos fen¨®menos como reestructuraciones de deuda p¨²blica, los bancos se ver¨¢n de nuevo en medio de graves tensiones", a?ade Xavier Vives, del IESE.
Ese es el miedo que atenaza a la UE. En p¨²blico, los altos funcionarios europeos hacen esfuerzos por instaurar una narrativa optimista: Espa?a e Irlanda mejoran, la recuperaci¨®n se ha desacelerado pero sigue ah¨ª, los ex¨¢menes del BCE han devuelto confianza a los bancos, hay signos positivos aqu¨ª y all¨¢. En privado, "los riesgos econ¨®micos, financieros, pol¨ªticos y sociales ponen los pelos de punta", resume una fuente de la Comisi¨®n. El escenario central del mundillo econ¨®mico es un estancamiento secular con tensiones desinflacionistas: sin crecimiento ni inflaci¨®n ni reestructuraciones ni posibilidad de devaluar ser¨¢ dif¨ªcil pagar las deudas, "y tras siete a?os de vacas flacas, es normal que cada vez m¨¢s gente tenga dudas", apunta un cr¨ªtico Philip Legrain, exasesor de Jos¨¦ Manuel Barroso en la Comisi¨®n.
"Incluso en lo financiero, la fragmentaci¨®n persiste. Los tipos de inter¨¦s de la deuda p¨²blica en la periferia han bajado, pero el cr¨¦dito lleva 29 meses cayendo y las empresas y los bancos del Sur pagan intereses m¨¢s altos. El BCE pudo usar sus ex¨¢menes para agilizar todo el proceso de saneamiento, pero los resultados generan dudas. Suspenden 25 bancos, y se necesitan solo 10.000 millones de euros de capital, cuando hay estudios serios que hablan de necesidades de casi medio bill¨®n de euros", dice Legrain.
A pesar de los pesares, el BCE es la gran estrella de esta crisis. Mario Draghi va forjando su leyenda: sac¨® a la eurozona de la peor de sus pesadillas en 2012 con aquel whatever it takes ("har¨¦ todo lo necesario"), se invent¨® una f¨®rmula para asustar a los mercados sin usar un solo euro, ha evitado un accidente en la banca con las sucesivas barras libres de liquidez y, en fin, "es el tipo que ha dicho de forma m¨¢s l¨²cida lo que necesita Europa: inversi¨®n, flexibilidad fiscal donde sea posible, reformas y m¨¢s pol¨ªtica monetaria", apunta Joaqu¨ªn Almunia, vicepresidente de la Comisi¨®n. Ahora, el Eurobanco tiene m¨¢s m¨²sculo: junto a sus poderes en el control de la pol¨ªtica monetaria, se convierte en un 'zar de la banca'.
El BCE se hace mayor: "No solo asume m¨¢s responsabilidad, sino que ha podido ver de cerca c¨®mo est¨¢n las entidades y eso le obliga a madurar de golpe: ya no solo debe mirar hacia la inflaci¨®n, sino tambi¨¦n a la estabilidad financiera. Y no puede haber estabilidad si el crecimiento no vuelve. Eso implica m¨¢s medidas extraordinarias en Fr¨¢ncfort; siempre que Draghi logre convencer a Berl¨ªn", avisa De Grauwe.
Pese a todo, el banco?¡ªy Draghi¡ª son las grandes estrellas de ¨¦sta crisis
Francesco Papadia, ex alto funcionario del BCE, asegura que tanto los ¨²ltimos ex¨¢menes como la puesta en marcha del supervisor son "progresos importantes", pero tambi¨¦n sostiene que queda mucho por hacer: "Lo m¨¢s urgente es detener la renacionalizaci¨®n del sistema bancario; la suavidad con la que actuaban los supervisores nacionales con algunos de los excesos en la banca no pod¨ªa tolerarse por m¨¢s tiempo. El BCE puede presionar ahora para reducir la concentraci¨®n de deuda nacional en la cartera de las entidades financieras, por ejemplo", cierra.
Pronosticar lo que puede suceder con el euro supone una especie de expedici¨®n al horizonte. Pero es evidente que la econom¨ªa no respira nada bien, a pesar del optimismo irresponsable de ciertos sectores. La debilidad de la banca afecta no solo a las econom¨ªas que m¨¢s han sufrido la crisis, sino tambi¨¦n a los pa¨ªses que hasta ahora gozan de mayor estabilidad: los problemas en Italia son evidentes, y la marea sube hacia Francia, incluso a orillas de Alemania en algunos ¨¢mbitos.
Las pol¨ªticas del BCE han logrado estabilizar el sistema, pero sin resolver el mar de fondo. La uni¨®n bancaria llega con varias promesas bajo el brazo. A partir de aqu¨ª, llega lo m¨¢s dif¨ªcil: para limar las deficiencias del proyecto se requiere solidaridad ¡ªotra de las maneras de decir dinero¡ª, y en ese punto todo es siempre m¨¢s peliagudo. En caso de jaleo manejable, el sistema est¨¢ claro: antes de poner un solo euro para salvarlos, las entidades deber¨¢n vender activos, castigar a los accionistas y a los poseedores de deuda de baja calidad.
Deber¨¢n, en suma, imponer p¨¦rdidas a los acreedores para rebajar la factura de las ayudas. Y en caso de crisis sist¨¦mica ah¨ª siguen los contribuyentes. "Puede sonar poco elegante en la semana de la puesta de largo del BCE, pero entrado ya el octavo a?o de la crisis, todav¨ªa hay que encontrar la forma de manejar los inmensos vol¨²menes de deuda en Europa", cierra Charles Wyplosz, del Graduate Institute.?
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