El triunfo de la tienda de noticias
Peri¨®dicos holandeses exploran un nuevo sistema de venta Su ¨¦xito ha movilizado a 'The New York Times' y Axel Springer
El cuartel general de Blendle, el quiosco digital lanzado hace siete meses por los periodistas holandeses Marten Blankesteijn y Alexander Kl?pping, ambos de 27 a?os, ocupa apenas unas habitaciones en el enorme recinto permanente de la Feria de Muestras de Utrecht. Su desorden, esto es, mochilas por el suelo, televisores de pantalla plana apagados sobre un mueble de pared, vasos desechables de caf¨¦ por todas partes¡ puede confundir al visitante. Pero no, no es una asociaci¨®n de aficionados a los juegos de ordenador. En medio a?o, Blendle ha conseguido 130.000 compradores de art¨ªculos period¨ªsticos y que casi todos los medios escritos del pa¨ªs vendan sus textos a trav¨¦s de ellos. A pesar de que la aventura acaba de empezar, The New York Times y la potente editora germana Axel Springer han invertido, juntas, tres millones de euros en un negocio que reporta ya beneficios inesperados a cabeceras de calidad, prensa del coraz¨®n y todo tipo de semanarios en Holanda.
Que Axel Springer, l¨ªder de publicaciones digitales y responsable de Bild, el diario europeo de mayor difusi¨®n, y The New York Times apoyen a Blendle es casi m¨¢s importante que la suma recibida. El dinero servir¨¢, eso s¨ª, para aumentar la plantilla actual, de 32 personas, y preparar el salto internacional: tienen peticiones de medios de India, Sud¨¢frica, Reino Unido, Estados Unidos, Francia y Espa?a, interesados ya en el proyecto.
Presenta los art¨ªculos publicados por los diarios holandeses?y les fija un precio de entre 20 y 70 c¨¦ntimos de euro
Blendle presenta los art¨ªculos publicados por los diarios holandeses (adem¨¢s de The Economist) en tres apartados: noticias m¨¢s le¨ªdas, ¨²ltima hora y favoritos (una selecci¨®n de los propios gestores de Blendle), y les fija un precio de entre 20 y 70 c¨¦ntimos de euro, seg¨²n un baremo que determinan los editores, que se quedan con el 70% de lo recaudado. En la p¨¢gina se presenta cada noticia con el titular y unas l¨ªneas. Por eso, si el consumidor no queda satisfecho, porque el contenido no se corresponde con lo que esperaba, le devuelven el dinero.
De momento solo se han resistido Voetbal International, un semanario deportivo, y Linda, una revista patrocinada por la actriz y presentadora Linda de Mol. Otros, como De Volkskrant, uno de los diarios de calidad del pa¨ªs, ¡°se metieron para probar y ahora piensan en contratar a otro redactor gracias a los ingresos derivados de nuestro servicio a la carta¡±, dice, muy satisfecho, Marten Blankesteijn, con el primer t¨¦ de la ma?ana en la mano.
La noche anterior acudi¨® a un encuentro con los editores nacionales de prensa. Una cita selecta e inalcanzable hace pocos meses. ¡°Ahora nos invitan como si fuera lo m¨¢s natural del mundo¡±, asegura. Seg¨²n ¨¦l, contar con Blendle en estas fiestas demuestra dos cosas: la necesidad de crear un nuevo modelo de negocio para los peri¨®dicos y, en el caso holand¨¦s, la facilidad con que los editores pueden sumarse a una empresa que no requiere inversiones de entrada y solo reporta beneficios.
Cada mes tienen 30.000 nuevos suscriptores (en un pa¨ªs con 16,7 millones).
Het Parool, un diario local de ?msterdam, ha optado por ir a¨²n m¨¢s lejos. Desde hace unas semanas regala 12,50 euros a cada suscriptor de su edici¨®n impresa para que compre a trav¨¦s de Blendle noticias incluso de otros peri¨®dicos. ¡°Aunque a los peri¨®dicos cada a?o les resulta m¨¢s dif¨ªcil resistir por falta de publicidad, una colaboraci¨®n como la nuestra no ha hundido a nadie. Al contrario. Es como pagar por bajarte m¨²sica gracias a Spotify. Ojeas nuestra p¨¢gina web (blendle.nl), echas un vistazo a los art¨ªculos ofrecidos y compras lo que te interesa. Un gesto natural para nuestros clientes, dos tercios de los cuales tienen menos de 35 a?os. Ellos prefieren art¨ªculos sueltos en lugar de un ejemplar entero. Al final, hay lectores que compran m¨¢s de lo que pensaban, porque solo hemos tenido que devolver el importe de un 4% de los art¨ªculos vendidos¡±, asegura Blankesteijn.
Los peri¨®dicos holandeses tienen casi todo su contenido en abierto salvo los textos exclusivos o especiales. En cualquier caso, en Blendle vuelcan el contenido completo. ¡°Hay que distinguir entre la actualidad que brindan todos los medios a la vez, y la informaci¨®n de calidad. Creo que nadie pagar¨ªa por la primera en Internet. La otra, la que forma opini¨®n, la de investigaci¨®n, o bien los reportajes de fondo, se abona sin problemas. La gente de mi generaci¨®n huye del papel, pero no de las noticias bien trabajadas¡±, dice, mientras suena y suena su tel¨¦fono m¨®vil. ?l empez¨® a escribir en prensa a los 19 a?os, en un peri¨®dico gratuito. Dej¨® la carrera de Periodismo en segundo curso. En 2012, junto con Kl?pping, lanz¨® universiteitvannederland.nl, un servicio que permite seguir a trav¨¦s de Internet, esta vez gratis, las clases impartidas por catedr¨¢ticos de renombre. Y luego lleg¨® Blendle. Seg¨²n sus datos, cada mes tienen hasta 30.000 nuevos suscriptores (en un pa¨ªs con 16,7 millones de habitantes y un 94% de cobertura de Internet).
Aunque la situaci¨®n holandesa tal vez no pueda extrapolarse, entre otras cosas porque no existen diarios dominicales impresos, en Blendle sostienen que adaptar el modelo a otras culturas period¨ªsticas no ser¨¢ problema. ¡°Durante el pasado Mundial de Brasil, por ejemplo, el d¨ªa que Holanda derrot¨® a Espa?a tuvimos un pico de lectores que quer¨ªan leer art¨ªculos deportivos de opini¨®n de diversos medios. Lo ideal era comprarlos en la web. El lector no necesitaba un peri¨®dico completo cuando solo le interesaba lo relativo a ese partido¡±, explica Blankesteijn, convencido de que una mayor oferta solo aumentar¨¢ el inter¨¦s del lector por la prensa.
¡°Como editores, queremos atraer a j¨®venes lectores a Internet y convencer al usuario de que pague por un buen peri¨®dico, tambi¨¦n en la era digital¡±, rezaba el comunicado de Axel Springer que anunci¨® la inversi¨®n. ¡°Este a?o por fin tendr¨¦ un sueldo. Las cosas marchan¡±, bromea Marten Blankesteijn en la despedida.?
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