La soledad del mercado municipal
La gran distribuci¨®n y el mundo gourmet arrinconan al producto de proximidad

El mercado o la vida. Cualquier viajero sabe que la mejor forma de conocer una ciudad es caminando sus mercados. Comprando en sus paradas, mezcl¨¢ndose con su gente. Ya sea en los ca¨®ticos puestos de la Vucciria de Palermo (Italia) o en el inabarcable mercado de la Merced (ciudad de M¨¦xico). Todos cuentan su historia. Sin embargo, en Espa?a, esa narraci¨®n se diluye. Los mercados municipales han sido anegados por los extremos. El universo gourmet y la agroindustria. Arrinconados, como un p¨²gil que se tambalea en la esquina del ring, quedan los agricultores, quienes apenas encuentran espacio para vender directamente sus productos. Da igual que sean los protagonistas. ¡°El verdadero sentido son ellos: los payeses; y les hemos dado la espalda¡±, se queja Gustavo Duch, coordinador de la revista Soberan¨ªa alimentaria. ¡°Tienen que recuperar su lugar tradicional. Un espacio donde vender su agricultura de proximidad¡±.
Pero rescatar la esencia hist¨®rica de esos lugares parece complicado. Ante la crisis, los Ayuntamientos ¡ªde quienes dependen los mercados locales¡ª han optado por repetir la misma idea hasta el infinito. ¡°Introducir una marca de gran distribuci¨®n en peque?o formato (Carrefour Express, Supercor, Mercadona o similar) que funciona a modo de locomotora de las visitas y, a la vez, a?adir paradas que vendan sobre todo producto gourmet¡±, relata Carles Soler, autor del informe Mercats Municipals. Una eina de potenciaci¨® del camp? (Mercados municipales. ?Una herramienta de potenciaci¨®n del campo?). ¡°El objetivo es replicar el modelo agroindustrial y de esta forma el campesino, el productor de los alimentos, se queda fuera de los mercados¡±. Sin embargo, Jes¨²s Bermejo, director de Proximidad de Carrefour Espa?a, niega la mayor. ¡°M¨¢s que una locomotora somos un complemento. No podemos competir con la carnicer¨ªa o la pescader¨ªa de toda la vida, por eso nuestro surtido de art¨ªculos frescos es m¨¢s reducido. Lo que aportamos son entre 2.500 y 6.000 referencias distintas¡±.
En Espa?a hay 80.000 puestos que dan empleo a 283.000 personas
Esa es su propuesta dentro de un sector al que resulta dif¨ªcil ponerle el cascabel de los n¨²meros. Fruto de la dispersi¨®n, la industria, que genera unos 5.000 millones de euros, solo maneja estimaciones. Hablan, eso s¨ª, de 1.200 mercados municipales en toda Espa?a que integran m¨¢s de 80.000 puestos de venta y dan empleo a 283.000 personas.
Lejos de la precisi¨®n de las cifras, a ciertos mercados madrile?os (por ejemplo, San Ant¨®n con Supercor) esa simbiosis a la que se refiere Jes¨²s Bermejo le funciona. Aunque haya que sacrificar la tradici¨®n. ¡°Algunos de estos modelos mixtos tienen ¨¦xito, pero el mercado popular y los ultramarinos han sido aniquilados por los formatos modernos¡±, advierte Francisco Javier Casares, catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la Universidad Complutense de Madrid. Y con ellos la presencia de producto local y de proximidad. O sea, los agricultores.
Entre estos nuevos formatos ha arraigado tambi¨¦n uno dirigido al espect¨¢culo y al turismo (San Miguel, cerca de la Plaza Mayor de Madrid, es un buen arquetipo) donde casi nunca comprar¨¢ el precario, el estudiante o el jubilado; la topograf¨ªa actual del barrio. Se dir¨ªa, pues, que la modernizaci¨®n de los mercados se los ha llevado por delante. Al igual que la especulaci¨®n urban¨ªstica fren¨® en su d¨ªa la expansi¨®n de los mercados locales a los nuevos barrios madrile?os (Las Tablas, San Chinarro, Pau de Carabanchel) e impuls¨®, en sentido inverso, su privatizaci¨®n (mercado de Torrijos). Mientras suced¨ªa todo esto, espacios esenciales para el universo de la ciudad como los Mostenses, Vallehermoso o la Cebada a¨²n aguardan su rehabilitaci¨®n.
A 621 kil¨®metros de all¨ª, en Barcelona, el ayuntamiento ha trazado su particular ¨¢lgebra y contabiliza 39 mercados de alimentaci¨®n y cuatro no alimentarios (Encants Barcelona, Dominical Sant Antoni, Encants Sant Antoni y las Floristas de la Rambla), que albergan 3.370 establecimientos comerciales. Al a?o suman 65 millones de visitas y un impacto econ¨®mico, seg¨²n la alcald¨ªa, de 990 millones de euros. Esto se traduce en que el peso de los mercados oscila entre el 8% y el 10% del comercio de la ciudad.
Al menos, la estrategia inicial en la capital catalana parece que presta m¨¢s atenci¨®n a lo pr¨®ximo que la madrile?a. Raimond Blasi, concejal de Comercio, Consumo y Mercados del Ayuntamiento de Barcelona, sostiene la necesidad de integrar los espacios municipales y el comercio de proximidad. Y reconoce que ¡°los mercados no son solo motores econ¨®micos y sociales sino tambi¨¦n el alma del barrio¡±. Porque quiz¨¢ se trata de eso, de recuperar intangibles y vivencias.
Hay planes para etiquetar los bienes que pasan de forma directa al cliente
Por ahora, el Consistorio acaba de presentar un Pla Estrat¨¨gic de Mercats 2015-2025 cuyo prop¨®sito es ¡°convertir a los mercados de la ciudad de Barcelona en espacios centrales del comercio de alimentaci¨®n y de los barrios donde se sit¨²an¡±. Buenas palabras, que fallan en algunos hechos. Una de las propuestas m¨¢s interesantes del ayuntamiento (con el respaldo de la Generalitat) es identificar determinados productos con la etiqueta ¡°procedente de la venta de proximidad¡±, que indica que ha viajado del productor local al consumidor con las menos paradas posibles. Algo que sale a cuenta. Un kilo de patatas vale en origen 0,07 euros en destino, 0,87. Un 1.242% m¨¢s. Pero tal y como est¨¢ redactada ahora la normativa solo prev¨¦ la existencia de un intermediario (por ejemplo, el comercio) pero no de dos (mayorista y comercio), situaci¨®n en la que est¨¢n casi todos los productos que se venden en los mercados municipales. ¡°No voy a enga?ar a nadie, es un reto¡±, precisa Raimond Blasi. No es el ¨²nico.
Jos¨¦ Ram¨®n Mauleon, soci¨®logo experto en alimentaci¨®n y profesor en la Universidad del Pa¨ªs Vasco, sit¨²a el desaf¨ªo de los mercados locales en ese espacio fronterizo entre lo econ¨®mico y lo social. La falta de cultura gastron¨®mica y aceptar propuestas como: ¡°No te compliques la vida, nosotros cocinamos por ti¡± provoca que mucha gente ignore ¡°el valor de la alimentaci¨®n y de los productos de proximidad¡±.
La situaci¨®n se est¨¢ volviendo, seg¨²n se interprete, parad¨®jica o c¨ªnica. Ante la demanda creciente de producto de calidad, observa Elena Alonso, responsable de marketing de la consultora Nielsen, ¡°los supermercados e hipermercados han potenciado sus ¨¢reas de frescos para recuperar ese esp¨ªritu del mercado de toda la vida¡± e incluso han vestido a los dependientes con un mandil y cofia. Pese al trampantojo, los agricultores locales no tienen cabida.
Tal vez para encontrar la ra¨ªz del olvido haya que viajar al principio. A los grandes proveedores estatales. Por ejemplo Mercabarna (Barcelona), el principal mercado de frutas y verduras de Europa. M¨®nica Vargas, investigadora del Observatorio de la Deuda y la Globalizaci¨®n, ha recorrido esta desmemoria en su trabajo La ruta del tomate. Sus conclusiones se cuentan como un mantra. En 1996 el 25% de los tomates proced¨ªa de la provincia de Barcelona, en 2012 era el 14%. La p¨¦rdida se explica por la llegada de hortalizas de Francia. ¡°Adem¨¢s los mayoristas se van concentrando. Cada vez menos controlan m¨¢s tierras e imponen los cultivos¡±, reflexiona M¨®nica Vargas. ¡°La consecuencia de que el modelo de producci¨®n condicione el de distribuci¨®n es que no diversificas tu huerta. Produces para lo que te encargan y la agricultura se vuelve un oficio de casino. Te la juegas a no sufrir plagas o que el precio no se desplome¡±. Por si fuera poco, los agricultores independientes se quejan de la mala ubicaci¨®n de sus puestos en Mercabarna y de que los tiempos de pago se alargan hasta los 90 d¨ªas.
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