Europa y su moment¨¢nea sinraz¨®n
Esta locura econ¨®mica no puede durar para siempre; la democracia no lo permitir¨¢
Por fin, Estados Unidos est¨¢ mostrando se?ales de recuperaci¨®n de la crisis que estall¨® a finales del Gobierno del presidente George W. Bush, cuando la casi total implosi¨®n del sistema financiero tuvo repercusiones en todo el mundo. Pero no es una recuperaci¨®n fuerte; a lo sumo, la brecha entre donde la econom¨ªa habr¨ªa estado y donde est¨¢ hoy no se est¨¢ ensanchando. Si se est¨¢ cerrando, lo est¨¢ haciendo muy lentamente; los da?os causados por la crisis parecen ser a largo plazo.
Sin embargo, podr¨ªa ser peor. Al otro lado del Atl¨¢ntico, hay pocas se?ales de, incluso, una recuperaci¨®n modesta al estilo estadounidense: la brecha entre donde Europa est¨¢ y donde habr¨ªa estado en ausencia de la crisis sigue creciendo. En la mayor¨ªa de pa¨ªses de la Uni¨®n Europea, el PIB per c¨¢pita es menor al de antes de la crisis. Una media d¨¦cada perdida se est¨¢ convirtiendo r¨¢pidamente en una d¨¦cada entera perdida. Detr¨¢s de las fr¨ªas estad¨ªsticas, las vidas se arruinan, los sue?os se desvanecen, y las familias se desintegran (o no se forman) a la par de que el estancamiento ¡ªque llega a ser depresi¨®n en algunos lugares¡ª se arrastra a?o tras a?o.
La UE tiene una poblaci¨®n con gran talento y alto nivel de educaci¨®n. Sus pa¨ªses miembros tienen marcos legales s¨®lidos y sociedades que funcionan bien. Antes de la crisis, la mayor¨ªa de estos pa¨ªses incluso ten¨ªan econom¨ªas que funcionaban bien. En algunos lugares, la productividad por hora ¡ªo la tasa de su crecimiento¡ª era una de las m¨¢s altas del mundo.
El caos actual viene de la ya desacreditada creencia de que los mercados funcionan bien sin ayuda
Sin embargo, Europa no es una v¨ªctima. S¨ª es verdad que Estados Unidos administr¨® mal su econom¨ªa; pero, no, no es verdad que EE UU de alguna forma se las arregl¨® para imponer la peor parte de la ca¨ªda mundial en los hombros de Europa. El malestar de la UE es autoinfligido, a causa de una sucesi¨®n, sin precedentes, de malas decisiones econ¨®micas, comenzando por la creaci¨®n del euro. Si bien el euro se cre¨® con la intenci¨®n de unir a Europa, finalmente, lo que hizo fue dividirla; y, debido a la ausencia de la voluntad pol¨ªtica para crear instituciones que permitan que una moneda ¨²nica funcione, el da?o no se est¨¢ revertiendo.
El caos actual proviene en parte de la adhesi¨®n a una creencia que ha sido desacreditada desde hace ya mucho tiempo: que los mercados funcionan bien y que no tienen fallos de informaci¨®n y competencia. La arrogancia desmedida tambi¨¦n ha jugado un papel. ?C¨®mo, si no, se podr¨ªa explicar el hecho de que a?o tras a?o los pron¨®sticos de los funcionarios europeos sobre las consecuencias de sus propias pol¨ªticas han sido consistentemente err¨®neos?
Estos pron¨®sticos no han sido err¨®neos porque los pa¨ªses de la UE no lograron poner en pr¨¢ctica las pol¨ªticas prescritas, sino porque los modelos sobre los que las pol¨ªticas se basaron tienen graves deficiencias. En Grecia, por ejemplo, las medidas destinadas a reducir la carga de la deuda, en los hechos, dejaron al pa¨ªs m¨¢s cargado de lo que estaba en 2010: el ratio entre deuda y PIB se ha incrementado, debido a que el impacto de la austeridad fiscal da?¨® a la producci¨®n. Al menos, el Fondo Monetario Internacional ha admitido estos fracasos intelectuales y de pol¨ªticas.
Los l¨ªderes europeos siguen convencidos de que su prioridad m¨¢xima debe ser las reformas estructurales. Pero los problemas a los que ellos apuntan se hab¨ªan hecho evidentes en los a?os previos a la crisis, y en aquel entonces, dichos problemas no deten¨ªan el crecimiento. Lo que Europa necesita, m¨¢s que reformas estructurales en sus pa¨ªses miembros, es una reforma de la estructura de la propia eurozona, y una reversi¨®n de las pol¨ªticas de austeridad, que han fracasado una y otra vez en su intento por reencender el crecimiento econ¨®mico.
Se comprob¨® una y otra vez que los que pensaban que el euro no podr¨ªa sobrevivir estaban equivocados. Sin embargo, los cr¨ªticos han tenido raz¨®n en una cosa: a menos que la estructura de la eurozona se reforme y la austeridad se revierta, Europa no se recuperar¨¢.
El drama en Europa est¨¢ lejos de terminar. Una de las fortalezas de la UE es la vitalidad de sus democracias. Pero el euro despoj¨® a los ciudadanos ¡ªsobre todo en los pa¨ªses en crisis¡ª de cualquier decisi¨®n que ellos pudiesen tener sobre su destino econ¨®mico. En repetidas ocasiones, los votantes echaron a quienes buscaban la reelecci¨®n, debido a que se encontraban insatisfechos con los derroteros por los que se desplazaba la econom¨ªa ¡ªpero lo que ocurri¨® fue que los nuevos Gobiernos continuaron por el mismo rumbo, el mismo que se dicta desde Bruselas, Frankfurt y Berl¨ªn.
Pero, ?por cu¨¢nto tiempo puede esto continuar? ?Y c¨®mo van a reaccionar los votantes? A lo largo y ancho de Europa, hemos sido testigos del alarmante crecimiento de los partidos nacionalistas extremistas, contrarios a los valores de la Ilustraci¨®n que son los que han hecho que Europa logre tantos ¨¦xitos. En algunos lugares, crecen grandes movimientos separatistas.
Ahora Grecia pone a prueba una vez m¨¢s a Europa. La ca¨ªda del PIB griego desde 2010 es mucho mayor que la ca¨ªda que enfrent¨® Estados Unidos durante la Gran Depresi¨®n de la d¨¦cada de 1930. El desempleo juvenil es superior al 50%. El Gobierno del primer ministro Anton¨ªs Samar¨¢s ha fallado, y ahora, tras el fracaso del Parlamento en elegir un nuevo presidente para Grecia, se celebrar¨¢n elecciones generales anticipadas el 25 de enero.
Syriza, el partido izquierdista de oposici¨®n, que se comprometi¨® a renegociar los t¨¦rminos del rescate de Grecia llevado a cabo por la UE, est¨¢ por delante en las encuestas de opini¨®n. Si Syriza gana pero no llega al poder, una importante raz¨®n ser¨¢ el miedo a c¨®mo responder¨¢ la UE ante dicha elecci¨®n. El miedo no es la m¨¢s noble de las emociones, y no va a dar lugar al consenso nacional que Grecia necesita para seguir adelante.
El problema no es Grecia. El problema es Europa. Si Europa no cambia sus maneras de actuar ¡ªsi no reforma la eurozona y rechaza la austeridad¡ª una reacci¨®n popular ser¨¢ inevitable. Grecia podr¨ªa mantener el rumbo en esta ocasi¨®n. Pero esta locura econ¨®mica no puede continuar por siempre. La democracia no lo permitir¨¢. Sin embargo, ?cu¨¢nto m¨¢s dolor tendr¨¢ que soportar Europa antes de que se restablezca el sentido com¨²n?
Traducido del ingl¨¦s por Roc¨ªo L. Barrientos.
Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Econom¨ªa, es profesor universitario en la Universidad de Columbia. Su libro m¨¢s reciente, en coautor¨ªa con Bruce Greenwald, es Creating a Learning Society: A New Approach to Growth, Development, and Social Progress.
? Project Syndicate, 2015.
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