Agitando las proyecciones
Por si hacer previsiones econ¨®micas estaba resultando poco complicado, todo lo que viene por delante esta semana parece mucha mezcla para poca coctelera. El posible anuncio de las compras de deuda por parte del BCE y las elecciones en Grecia son dos extremos de una realidad compleja que, desgraciadamente, no se tocan.
El FMI ha marcado el punto de partida con la actualizaci¨®n de sus previsiones. Atisba un empeoramiento generalizado del crecimiento econ¨®mico mundial con pocas excepciones, como Estados Unidos o Espa?a. Para nuestro pa¨ªs, el organismo internacional se alinea con las previsiones de consenso y estima que, este a?o, el crecimiento del PIB ser¨¢ del 2%. No es que el Fondo destaque por su capacidad predictiva, pero establece tendencias y comparaciones que son una referencia y, en esta ocasi¨®n, Espa?a queda bien parada. Que este panorama se cumpla al final del a?o o que las previsiones acaben pareci¨¦ndose como un huevo a una casta?a depende de muchos de los acontecimientos y batallas que ahora se est¨¢n librando, econ¨®micas y pol¨ªticas.
Entre las primeras, el propio FMI llama la atenci¨®n sobre el tobog¨¢n en que se ha convertido el mercado de divisas, las alteraciones (positivas y negativas) de la ca¨ªda del precio del crudo o la p¨¦rdida de vigor en la pujanza de los pa¨ªses emergentes. El FMI sit¨²a, de hecho, a Europa como uno de los riesgos a la baja de la econom¨ªa mundial, con posible par¨¢lisis a la japonesa incluida. Todo ello, en un entorno de mayor volatilidad en los mercados y de ca¨ªda generalizada de la inversi¨®n, no exclusivos del continente europeo. En cuanto a los avatares pol¨ªticos, van desde un Estados Unidos que navega a pesar del bloqueo impuesto por la mayor¨ªa republicana hasta el populismo que acecha en una Europa cansada de esperar, poco dada a los sacrificios a largo plazo.
En Europa, la gran referencia de la semana est¨¢ en la esperanza de que el BCE acabe de una vez por todas desatando la expansi¨®n cuantitativa (QE) con may¨²sculas. Ese QE que fue durante un tiempo un imposible, luego, un mes¨ªas y, ahora, un forzado experimento, posiblemente desvirtuado. Los mercados lo esperan, anda algo descontado. Tendr¨¢ un efecto positivo en las expectativas si su alcance cuantitativo es suficientemente potente porque ser¨¢ ox¨ªgeno en forma de liquidez, pero su impacto sobre la econom¨ªa real puede ser m¨¢s limitado, menos a¨²n en los pa¨ªses que abandonen las reformas.
El FMI advierte tambi¨¦n, cada vez con mayor intensidad, de la debilidad de los emergentes. En el cuadro de previsiones para estos pa¨ªses ninguno de ellos aparece con una revisi¨®n positiva. China est¨¢ confirmando la tasa de crecimiento econ¨®mico m¨¢s reducida en muchos a?os y Jap¨®n anda a la desesperada en su en¨¦simo plan de expansi¨®n. Brasil se queda cerca de un crecimiento nulo en 2015 y en la previsi¨®n de variaci¨®n del PIB para el conjunto de Latinoam¨¦rica se ha corregido a la baja en un 1%, algo que necesariamente no es bueno para los intereses espa?oles.
Cabe tambi¨¦n hacer menci¨®n al creciente ¡°riesgo geopol¨ªtico¡±. Como quien no quiere insistir en un mal presagio, el FMI se refiere en varias ocasiones a esta fuente de incertidumbre, la guinda al pastel de volatilidad que depara 2015.
En medio de este avispero, llega pronto un nuevo Foro de Davos, el World Economic Forum, donde, a pesar de que en la agenda aparecen el cambio clim¨¢tico o las desigualdades como los temas estrella con altura de miras, los grandes riesgos globales ser¨¢n un asunto clave tambi¨¦n, porque nadie se olvida de c¨®mo est¨¢ temblando la tierra bajo nuestros pies.
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