La estrategia de la ara?a
Draghi envolvi¨® el recelo alem¨¢n en subterfugios y el uso del tiempo. ?Lo har¨¢ hoy con otro truco?
Mario Draghi se sabe la pel¨ªcula La estrategia de la ara?a (Bernardo Bertolucci, 1970). Como su protagonista de la Resistencia, Draifa, viene tejiendo envolventes redes para atrapar y paralizar, en este caso, al Bundesbank, feroz enemigo de la expansi¨®n monetaria cuantitativa (QE).
Mare¨® la perdiz con la deflaci¨®n. Que si debe ser ¡°de amplia base, autocumplida y generadora de ulteriores reducciones de precios¡± (9/I/2014). Que si ¡°una prolongada ca¨ªda de precios en distintos productos, sectores y pa¨ªses¡± (6/VI/2013). Si se focaliza el problema (y por tanto, la necesidad de reaccionar) en el horror de la deflaci¨®n, se desv¨ªa de la (algo menos) nefasta inflaci¨®n escasa. Es decir, del objetivo del BCE ¡ª?incumplido!¡ª de mantener los precios en un nivel ¡°inferior pero cercano al 2%¡±. Desde hace mucho tiempo son inferiores al 1% y, en diciembre, bajaron al -0,2%. Lo que ilustra la asimetr¨ªa de trato: para combatir los precios altos, reacci¨®n r¨¢pida. Para luchar contra los bajos, parsimonia.
El h¨¢bil Draghi busc¨®, adem¨¢s, convencer a Alemania agot¨¢ndola con la evidencia de la evoluci¨®n de las cifras a peor y con la precaria eficacia de los otros mecanismos empleados. Gan¨® tiempo hasta el abismo de la cuasi deflaci¨®n. Y hasta que el abogado general valid¨® el d¨ªa 14 ¡ªheraldo de la pr¨®xima sentencia¡ª el instrumento de la OMT. El Constitucional alem¨¢n hab¨ªa remitido, en febrero de 2014, al tribunal de Luxemburgo esas compras (a¨²n no estrenadas) de bonos p¨²blicos de los rescatados, bajo fuertes condiciones.
En el ¨ªnterin, Draghi ha ofrecido desde el 5 de junio aperitivos (sustanciosos): baja de tipos al 0,15%; intereses negativos de dep¨®sitos a los bancos (una d¨¦cima); m¨¢s liquidez, hasta 400.000 millones (TLTRO), compra de activos privados. No bast¨® para despertar a los precios y para reactivar.
Todo eso y la QE que debe decidir hoy el BCE ya ha producido efectos anticipados: euro m¨¢s barato (estimula exportar); reducci¨®n de primas de riesgo perif¨¦ricas; tipos negativos de la deuda. La UE no es EE UU. No puede comprar bonos mutualizados como los federales del Treasury. Las empresas europeas se financian al 80% en la banca y no con emisiones al mercado, el env¨¦s de sus rivales. Por eso, quiz¨¢ el efecto global no sea tan glorioso. Aunque extraordinario y bienvenido, sobre todo, si es en las cantidades y largos plazos filtrados.
Atenci¨®n. Don Mario guarda, tras deflaci¨®n y aperitivos, una posible sorpresa. Quiz¨¢ el ¨²ltimo hilo de la ara?a para cazar y desarbolar ardores alemanes con sus propios argumentos, haciendo como que cede ante Berl¨ªn. A saber, que el masivo programo destinado a las compras de bonos sea ejecutado no por el BCE sino por el Sistema Europeo de Bancos Centrales, los 19 de la eurozona. Y que su riesgo se incorpore completa ¡ªo bien, o¨ªdo al parche, parcialmente¡ª al balance de cada uno de estos y no al del BCE. Con ello a los contribuyentes de Sttutgart no se les pedir¨ªa responder por las compras del BCE de bonos griegos, sostienen algunos anglosajones.
Ser¨ªa, seguramente, una diluci¨®n del ¨ªmpetu federal del banco de Fr¨¢ncfort. De un mensaje de retroceso sobre los avances (uni¨®n bancaria, compacto fiscal) de la uni¨®n monetaria. De una confesi¨®n de debilidad y desconfianza. Ojal¨¢ Draghi no caiga en ello y el BCE sea, sin reparo alguno, el banco central que debe ser. El ego¨ªsta diktat del Bundesbank no debe volver a imperar.
Pero algunos expertos ya se?alan que la no-mutualizaci¨®n aparente del riesgo ser¨ªa, para la mayor¨ªa de hip¨®tesis, eso: aparente. Y que al final, por razones t¨¦cnicas y por la condici¨®n comunitaria de los veh¨ªculos de financiaci¨®n (el Target-2), apenas hay escapatoria a la solidaridad. Hay que volver a Borges y a Bertolucci. A las ara?as.
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