Demasiado responsables
Europa pagar¨¢ por su moralina complaciente durante los pr¨®ximos a?os, quiz¨¢s d¨¦cadas
Estados Unidos y Europa tienen muchas cosas en com¨²n. Los dos son multiculturales y democr¨¢ticos; los dos son inmensamente ricos; los dos poseen divisas con un alcance mundial. Los dos, por desgracia, experimentaron burbujas inmobiliarias y crediticias entre 2000 y 2007 y sufrieron dolorosas recesiones cuando las burbujas estallaron.
Sin embargo, desde entonces, la pol¨ªtica a ambos lados del Atl¨¢ntico ha seguido rumbos diferentes. En una de estas grandes econom¨ªas, las autoridades han hecho gala de un fuerte compromiso con la virtud fiscal y monetaria, y han hecho extenuantes esfuerzos para equilibrar los presupuestos y al tiempo mantenerse alertas frente a la inflaci¨®n. En la otra, no tanto.
Y la diferencia de actitud es la principal raz¨®n por la que las dos econom¨ªas van ahora por caminos tan diferentes. El manirroto y desprendido Estados Unidos est¨¢ experimentando una recuperaci¨®n s¨®lida, una realidad reflejada en el en¨¦rgico discurso sobre el Estado de la Uni¨®n del presidente Obama. Mientras tanto, la virtuosa Europa se hunde cada vez m¨¢s en las arenas movidizas de la deflaci¨®n; todo el mundo conf¨ªa en que las nuevas medidas monetarias anunciadas el jueves rompan la espiral descendente, pero nadie que yo conozca espera realmente que sean suficientes.
En cuanto a la econom¨ªa estadounidense: no, no es el amanecer de Estados Unidos, por no hablar ya de una prosperidad similar a la que alcanzamos durante el Gobierno de Clinton. La recuperaci¨®n podr¨ªa y deber¨ªa haber llegado mucho m¨¢s deprisa, y la renta de los hogares sigue estando muy por debajo del nivel anterior a la crisis. Aunque nunca lo adivinar¨ªan a juzgar por el debate p¨²blico, la gran mayor¨ªa de los economistas coincide en que el est¨ªmulo de Obama en 2009 y 2010 contribuy¨® a limitar el da?o derivado de la crisis financiera, pero fue demasiado peque?o y su efecto dej¨® de notarse pronto. As¨ª y todo, si comparamos los resultados de la econom¨ªa estadounidense a lo largo de los dos ¨²ltimos a?os con todas esas predicciones pesimistas de los republicanos, pueden entender por qu¨¦ Obama se muestra un tanto altanero.
Por otra parte, Europa ¡ªo, m¨¢s concretamente, la zona euro, es decir, los 18 pa¨ªses que comparten una moneda com¨²n¡ª se ha equivocado pr¨¢cticamente en todo. En el aspecto fiscal, Europa nunca ha aplicado muchos est¨ªmulos, y se ha apresurado a volver a la austeridad ¡ªcon recortes de gastos y, en menor medida, aumentos de los impuestos¡ª a pesar del elevado desempleo. En el aspecto monetario, los funcionarios se han dedicado a combatir la amenaza imaginaria de la inflaci¨®n, y han tardado a?os en reconocer que la amenaza real era la deflaci¨®n.
La austeridad europea reflejaba la obstinaci¨®n en hacer un diagn¨®stico err¨®neo de la situaci¨®n
?Por qu¨¦ se han equivocado tanto?
En cierta medida, el giro hacia la austeridad reflejaba la debilidad institucional: en Estados Unidos, programas federales como la Seguridad Social, Medicare y los vales de alimentos contribuyeron a dar apoyo a estados como Florida, donde el desplome del mercado inmobiliario fue especialmente grave, mientas que pa¨ªses europeos que atravesaban apuros similares, como Espa?a, quedaban a su suerte. Pero la austeridad europea tambi¨¦n reflejaba la obstinaci¨®n en hacer un diagn¨®stico err¨®neo de la situaci¨®n. En Europa, como en Estados Unidos, los excesos que desembocaron en la crisis afectaban abrumadoramente m¨¢s a la deuda privada que a la p¨²blica, con Grecia como principal anomal¨ªa. Pero los altos cargos de Berl¨ªn y Bruselas decidieron hacer caso omiso de la evidencia y se decantaron por una narrativa que atribu¨ªa toda la culpa a los d¨¦ficits presupuestarios, y, al mismo tiempo, negaron las pruebas e insinuaron ¡ªcon raz¨®n¡ª que intentar atajar los d¨¦ficits en una econom¨ªa deprimida agravar¨ªa la depresi¨®n.
Mientras tanto, en 2011 los gobernadores de los bancos centrales europeos decidieron preocuparse por la inflaci¨®n y subir los tipos de inter¨¦s, incluso cuando era obvio que era una estupidez hacerlo. Es cierto que ha habido un repunte de la inflaci¨®n general, pero las medidas de la inflaci¨®n subyacente eran demasiado bajas, y no demasiado altas.
La pol¨ªtica monetaria mejor¨® mucho despu¨¦s de que Mario Draghi se convirtiese en presidente del Banco Central Europeo a finales de 2011. De hecho, casi con total seguridad sus heroicos esfuerzos por procurar liquidez a los pa¨ªses que se enfrentaban a ataques especulativos salvaron al euro del colapso. Pero no est¨¢ claro en absoluto que tenga las herramientas para combatir las fuerzas deflacionarias de m¨¢s amplio alcance puestas en marcha por a?os de pol¨ªticas equivocadas. Es m¨¢s, tiene que actuar con una mano atada a la espalda, porque Alemania sigue oponi¨¦ndose terminantemente a cualquier cosa que pueda hacer la vida m¨¢s f¨¢cil a los pa¨ªses endeudados.
Europa? se ha equivocado pr¨¢cticamente en todo
Lo terrible es que la econom¨ªa europea se ha hundido en nombre de la responsabilidad. Es cierto que ha habido ¨¦pocas en las que ser fuerte significaba reducir los d¨¦ficits y resistir la tentaci¨®n de emitir moneda. Sin embargo, en una econom¨ªa deprimida, la fijaci¨®n con el equilibrio presupuestario y la obsesi¨®n por la moneda fuerte son profundamente irresponsables. No solo son perjudiciales para la econom¨ªa a corto plazo, sino que pueden ¡ªy en Europa as¨ª lo han hecho- infligir da?os a largo plazo, menoscabando el potencial de la econom¨ªa y llev¨¢ndola a una trampa deflacionaria de la que es muy dif¨ªcil escapar.
Tampoco fue un error inocente. Lo que me sorprende de los arcontes europeos de la austeridad, de sus decanos de la deflaci¨®n, es su autocomplacencia. Se sent¨ªan c¨®modos, tanto emocional como pol¨ªticamente, exigiendo sacrificios (a otros) en un momento en el que el mundo necesitaba m¨¢s gasto. Todos ellos han sido demasiado propensos a pasar por alto la evidencia de que se estaban equivocando. Y Europa seguir¨¢ pagando el precio de su autocomplacencia durante los pr¨®ximos a?os, o quiz¨¢ d¨¦cadas.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa y profesor de Econom¨ªa y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton.
? The New York Times Company, 2015.
Traducci¨®n de News Clips.
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