Grecia pone a prueba a Europa
Para poder hacer lo correcto, el continente debe dejar de sustituir an¨¢lisis por moralizaci¨®n
En los cinco a?os que han transcurrido desde que empez¨® la crisis del euro, la lucidez ha escaseado considerablemente. Pero esa falta de claridad tiene que acabar ya. Los ¨²ltimos acontecimientos de Grecia suponen un desaf¨ªo crucial para Europa: ?es capaz de dejar atr¨¢s los mitos y la moralizaci¨®n, y afrontar la realidad de una forma que respete los valores esenciales del continente? En caso contrario, todo el proyecto europeo -el intento de consolidar la paz y la democracia mediante una prosperidad compartida- sufrir¨¢ un golpe terrible, tal vez mortal.
Hablemos primero de esos mitos: mucha gente parece creer que los pr¨¦stamos que Atenas ha recibido desde que estall¨® la crisis han servido para financiar el gasto griego.
La realidad, sin embargo, es que la inmensa mayor¨ªa del dinero prestado a Grecia se ha utilizado simplemente para pagar los intereses y el principal de la deuda. De hecho, a lo largo de los dos ¨²ltimos a?os, una cantidad superior al total enviado a Grecia se ha reciclado de esta manera: el Gobierno griego obtiene m¨¢s ingresos que lo que gasta en cosas que no son intereses, y entrega los fondos adicionales a sus acreedores.
O, por simplificar las cosas un poco m¨¢s de la cuenta, se podr¨ªa pensar que la pol¨ªtica europea supone un rescate econ¨®mico no para Grecia, sino para los bancos de los pa¨ªses acreedores, y que el Gobierno griego simplemente act¨²a como intermediario (mientras que a los ciudadanos griegos, que han visto caer en picado su nivel de vida, se les exige que hagan a¨²n m¨¢s sacrificios para que ellos tambi¨¦n puedan aportar fondos a ese rescate).
Una manera de ver las exigencias del reci¨¦n elegido Gobierno griego es que este quiere que se reduzca la cuant¨ªa de esa aportaci¨®n. Nadie habla de que Grecia gaste m¨¢s de lo que ingresa; lo ¨²nico que se discute es la posibilidad de gastar menos en intereses y m¨¢s en cosas como la sanidad y las ayudas a los indigentes. Y al hacerlo, la consecuencia a?adida ser¨ªa que se reducir¨ªa enormemente la tasa de paro griega, del 25 %.
?Pero no tiene Grecia la obligaci¨®n de pagar las deudas que su propio Gobierno decidi¨® contraer? Ah¨ª es donde entra en juego la moralizaci¨®n.
?Acaso el objetivo es que Grecia sirva de ejemplo? Si es as¨ª, ?c¨®mo se compatibiliza eso con los valores de una comunidad de pa¨ªses democr¨¢ticos y soberanos?
Es cierto que Grecia (o, para ser m¨¢s exacto, el Gobierno de centroderecha que gobern¨® el pa¨ªs entre 2004 y 2009) tom¨® prestadas de manera voluntaria unas sumas enormes de dinero. Sin embargo, tambi¨¦n es verdad que los bancos de Alemania y del resto del mundo le prestaron a Grecia todo ese dinero de manera voluntaria. En condiciones normales, ser¨ªa de esperar que las dos partes responsables de ese error de juicio pagasen por ¨¦l. Pero las entidades crediticias privadas han sido, en gran medida, rescatadas (a pesar del ¡°recorte¡± de sus demandas en 2012). Mientras tanto, se espera que Grecia siga pagando.
Ahora bien, la verdad es que nadie cree que Grecia pueda pagar todo lo que debe. De modo que ?por qu¨¦ no admitir esa realidad y reducir los pagos hasta un nivel que no imponga a los ciudadanos un sufrimiento eterno? ?Acaso el objetivo es que Grecia sirva de ejemplo para otros prestatarios? Si es as¨ª, ?c¨®mo se compatibiliza eso con los valores de la que, supuestamente, es una comunidad de pa¨ªses democr¨¢ticos y soberanos?
La pregunta sobre los valores cobra a¨²n m¨¢s fuerza cuando se tiene en cuenta la raz¨®n por la que los acreedores de Grecia siguen teniendo poder. Si se tratase solo de un problema de financiaci¨®n p¨²blica, Grecia podr¨ªa declararse en quiebra sin m¨¢s; no se le conceder¨ªan m¨¢s pr¨¦stamos, pero tambi¨¦n dejar¨ªa de pagar las deudas que ahora tiene y su liquidez mejorar¨ªa claramente.
El problema de Grecia, sin embargo, es la fragilidad de sus bancos, que actualmente (como los bancos de toda la eurozona) tienen acceso al cr¨¦dito del Banco Central Europeo. Si se cierra ese cr¨¦dito, el sistema bancario griego probablemente se vendr¨ªa abajo en medio del p¨¢nico bancario. Por tanto, mientras siga en el euro, Grecia necesita de la buena voluntad del banco central, que a su vez depende de la actitud de Alemania y otros pa¨ªses acreedores.
Pero piensen en la forma en que eso influye en la negociaci¨®n de la deuda. ?De verdad est¨¢ Alemania dispuesta a decirle a otra democracia europea comunitaria: ¡°Paga, o destruiremos tu sistema bancario¡±?
Y piensen en lo que pasar¨ªa si el nuevo Gobierno griego ¡ªque, despu¨¦s de todo, ha sido elegido por prometer que va a acabar con la austeridad¡ª no diese su brazo a torcer. Es muy probable que ese camino condujese a una salida forzada de Grecia del euro, con consecuencias econ¨®micas y pol¨ªticas que podr¨ªan ser desastrosas para Europa en su conjunto.
Desde un punto de vista objetivo, resolver esta situaci¨®n no deber¨ªa ser dif¨ªcil. Aunque nadie lo sepa, el hecho es que Grecia ha avanzado mucho en la recuperaci¨®n de su competitividad; los sueldos y los costes han ca¨ªdo en picado, de modo que, en estos momentos, la austeridad es el principal lastre que tiene la econom¨ªa. As¨ª que lo que hace falta es sencillo: dejar que Grecia tenga unos super¨¢vits m¨¢s peque?os, pero aun as¨ª positivos, lo cual mitigar¨ªa el sufrimiento griego y permitir¨ªa al nuevo Gobierno proclamar su ¨¦xito, con lo que se aplacar¨ªan las fuerzas antidemocr¨¢ticas que aguardan entre bastidores. Entretanto, el coste para los contribuyentes de los pa¨ªses acreedores ¡ªque nunca van a recuperar el importe total de la deuda¡ª ser¨ªa m¨ªnimo.
Sin embargo, para poder hacer lo correcto ser¨ªa necesario que otros europeos, los alemanes en concreto, se olvidasen de los mitos ego¨ªstas y dejasen de sustituir el an¨¢lisis por la moralizaci¨®n.
?Podr¨¢n hacerlo? Pronto lo veremos.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa y profesor de Econom¨ªa y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton.
? The New York Times Company, 2015.
Traducci¨®n de News Clips.
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