Lo que el Gobierno sabe hacer mejor
?Por qu¨¦ no ampliar la Seguridad Social? Se ha demostrado que es un sistema que funciona
Mientras los candidatos republicanos a la presidencia recitan sus programas pol¨ªticos ¡ªque siempre conllevan una rebaja de impuestos a los ricos y un recorte dr¨¢stico de las prestaciones que reciben los pobres y la clase media¡ª, al otro lado del pasillo est¨¢n apareciendo ideas verdaderamente novedosas. Es como si, de repente, muchos dem¨®cratas hubiesen decidido romper con la ortodoxia de Washington, que siempre pide recortes de las ¡°ayudas sociales¡±. Lo que proponen en cambio es que las prestaciones de la Seguridad Social se ampl¨ªen.
Este hecho es de agradecer por dos motivos. Primero, el argumento para ampliar la Seguridad Social es bastante bueno. Segundo, y m¨¢s importante, parece que los dem¨®cratas por fin est¨¢n plant¨¢ndole cara a la propaganda antigubernamental y admiten el hecho de que hay algunas cosas que el Gobierno hace mejor que el sector privado.
Como todos los pa¨ªses desarrollados, Estados Unidos depende sobre todo del mercado y la iniciativa privados para proporcionar a los ciudadanos todo aquello que quieren y necesitan, y pr¨¢cticamente ning¨²n pol¨ªtico estadounidense propondr¨ªa que eso cambiase. Hace ya mucho tiempo que quedaron atr¨¢s los d¨ªas en que parec¨ªa una buena idea que el Gobierno controlase directamente una gran parte de la econom¨ªa.
Pero tambi¨¦n sabemos que hay cosas que, hasta cierto punto, debe hacerlas el Gobierno. Cualquier libro de texto de econom¨ªa habla de determinados ¡°bienes p¨²blicos¡±, como la defensa nacional y el control del tr¨¢fico a¨¦reo, que no pueden ponerse a disposici¨®n de cualquiera sin que est¨¦n a disposici¨®n de todos y, por tanto, no ofrecen incentivos para que los suministren las empresas con ¨¢nimo de lucro. ?Pero son los bienes p¨²blicos el ¨²nico ¨¢mbito en el que el Gobierno supera al sector privado? De ninguna manera.
Un ejemplo t¨ªpico de actividad en la que el Gobierno destaca son los seguros m¨¦dicos. S¨ª, los conservadores siempre est¨¢n haciendo campa?a a favor de una mayor privatizaci¨®n ¡ªconcretamente, quieren reducir Medicare a unos simples cupones canjeables por un seguro privado¡ª, pero todas las pruebas indican que esto nos llevar¨ªa justamente por el camino equivocado. Medicare y Medicaid son considerablemente m¨¢s baratos y eficaces que los seguros privados; incluso conllevan menos papeleo. En el plano internacional, el sistema sanitario estadounidense es ¨²nico en cuanto a su dependencia del sector privado, y tambi¨¦n es ¨²nico por su incre¨ªble ineficacia y su alto coste.
Y hay otro ejemplo importante de superioridad gubernamental: las pensiones de jubilaci¨®n.
Tal vez no necesitar¨ªamos la Seguridad Social si la gente corriente fuese de verdad tan perfectamente racional y tuviese tanta visi¨®n de futuro como a los economistas les gusta suponer en sus modelos (y a la gente de derechas en su propaganda). En un mundo ideal, los trabajadores de 25 a?os basar¨ªan sus decisiones sobre cu¨¢nto ahorrar en una valoraci¨®n realista de lo que necesitar¨¢n para vivir c¨®modamente cuando tengan m¨¢s de 70 a?os. Tambi¨¦n ser¨ªan inteligentes y perspicaces a la hora de invertir esos ahorros, y se esmerar¨ªan por encontrar el mejor equilibrio posible entre riesgo y rentabilidad.
En el mundo real, sin embargo, muchos estadounidenses, posiblemente la mayor¨ªa de ellos, ahorran poqu¨ªsimo para su jubilaci¨®n. Adem¨¢s, invierten mal esos ahorros. Por ejemplo, un informe reciente de la Casa Blanca revelaba que los estadounidenses pierden miles de millones cada a?o debido a que los asesores de inversi¨®n ponen m¨¢s empe?o en ganar tanto como pueden que en velar por el bienestar de sus clientes.
Uno podr¨ªa sentir la tentaci¨®n de responder que si los trabajadores ahorran demasiado poco e invierten mal, es culpa suya. Pero la gente tiene trabajo e hijos y debe hacer frente a todas las crisis de la vida. Es injusto esperar que, adem¨¢s, sean inversores expertos. En cualquier caso, se supone que la econom¨ªa debe ser ¨²til para las personas reales que viven una vida real; no deber¨ªa ser una carrera de obst¨¢culos que solo unos cuantos puedan superar.
Y, en el mundo real de la jubilaci¨®n, la Seguridad Social es un ejemplo excelente de un sistema que funciona. Es sencillo y limpio, con un coste operativo bajo y unos tr¨¢mites burocr¨¢ticos m¨ªnimos. Les brinda a los estadounidenses mayores que han trabajado mucho durante toda su vida la oportunidad de vivir decentemente tras jubilarse, sin necesidad de poseer la capacidad inhumana de anticiparse al futuro que les espera d¨¦cadas despu¨¦s, ni ser, adem¨¢s, unos prodigios de la inversi¨®n. El ¨²nico problema es que el declive de las pensiones privadas y su sustituci¨®n por los planes 401(k) [muy populares en EE UU, ofrecen ventajas fiscales a los trabajadores que destinen a ellos una parte de su sueldo], que resultan insuficientes, han dejado un vac¨ªo que la Seguridad Social no tiene actualmente capacidad suficiente para llenar. As¨ª que ?por qu¨¦ no ampliarla?
Ni que decir tiene que esta clase de propuesta ya est¨¢ provocando reacciones casi hist¨¦ricas, no solo de la derecha, sino tambi¨¦n de autoproclamados centristas. Como escrib¨ª hace algunos a?os, el hecho de pedir que se recorte la Seguridad Social se ha considerado durante mucho tiempo, en los c¨ªrculos de Washington, ¡°una se?al de seriedad, una forma de demostrar la tenacidad y las cualidades de estadista que se poseen¡±. Y solo ha transcurrido una d¨¦cada desde que el expresidente George W. Bush intentase privatizar el programa, con mucho apoyo centrista.
Pero la verdadera seriedad consiste en observar lo que funciona y lo que no. Los planes de jubilaci¨®n privatizados funcionan muy mal; la Seguridad Social funciona muy bien. Y deber¨ªamos aprovechar ese ¨¦xito.
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa de la Universidad de Princeton y premio Nobel de Econom¨ªa de 2008.
Traducci¨®n de News Clips.
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