Las cicatrices de la crisis
Los Gobiernos exitosos definir¨¢n un modelo de pa¨ªs y dise?ar¨¢n un plan a largo plazo para lograrlo
La crisis del euro se ha acabado. Es cierto, la tragedia griega sigue en primer plano, y la salida de Grecia del euro podr¨ªa atestar un golpe mortal al proyecto de la moneda ¨²nica. Pero no es un escenario realista ni probable. Es un espect¨¢culo que llena p¨¢ginas de peri¨®dicos, pero que solo revela que estamos viendo una negociaci¨®n en p¨²blico. Y, durante una negociaci¨®n, nada de lo que se dice es necesariamente verdad, todo es parte de una estrategia para conseguir maximizar la ganancia, sea personal, como en el caso del ministro Varoufakis, o colectiva. A ninguna de las partes le interesa cerrar la negociaci¨®n antes del ¨²ltimo minuto, ya que eso supondr¨ªa no haber agotado todas las posibilidades. Tenemos pel¨ªcula para rato. Pero aparte de Grecia, la crisis del euro ha terminado. Nadie (excepto la prensa brit¨¢nica, que siempre desea el fracaso del euro) duda ya del futuro del euro, la pol¨ªtica econ¨®mica ha dado un giro hacia la normalidad con la expansi¨®n cuantitativa del Banco Central Europeo y la neutralidad de la pol¨ªtica fiscal, y la econom¨ªa europea est¨¢ empezando a dar se?ales positivas. Europa ha dejado de ser la preocupaci¨®n de riesgos a la baja para ser una fuente de riesgos al alza para el crecimiento mundial. Los mercados financieros lo entendieron hace ya varios meses, como se refleja en el aceler¨®n de las Bolsas europeas.
La crisis es historia, pero ha dejado cicatrices muy profundas. Las heridas abarcan tanto la econom¨ªa, sobre todo en los millones de personas que han perdido su empleo y cuyo nivel de vida ha sufrido un repentino ajuste a la baja que puede dejar secuelas econ¨®micas y psicol¨®gicas permanentes, como la profesi¨®n econ¨®mica, y han creado una confusi¨®n que enturbia la toma de decisiones para resolver los problemas estructurales derivados de la crisis, generar una recuperaci¨®n robusta que alivie el sufrimiento derivado de la larga recesi¨®n y crear las condiciones para evitar su repetici¨®n.
El punto de partida es complejo: alt¨ªsimos niveles de deuda, inversi¨®n insuficiente, salarios estancados, pobreza en r¨¢pido aumento, tipos de inter¨¦s cero. La diferencia entre las recesiones normales, provocadas por un recalentamiento de la econom¨ªa, y las causadas por crisis financieras radica en que las primeras no afectan a la estructura de la econom¨ªa, y a la pol¨ªtica econ¨®mica le basta con modular la recesi¨®n a base de bajadas de tipos de inter¨¦s y ajustes fiscales. Las recesiones causadas por crisis financieras alteran los fundamentos de la econom¨ªa: el crecimiento potencial, el desempleo y el tipo de inter¨¦s de equilibrio, las expectativas de inflaci¨®n, la aversi¨®n al riesgo. En el caso actual se debe a?adir el aumento de la desigualdad, resultado de la profundidad de la crisis, la divergencia entre la evoluci¨®n de los activos financieros y la econom¨ªa real, y la digitalizaci¨®n del empleo. Esto complica la selecci¨®n de prioridades para los Gobiernos, y la ideolog¨ªa interfiere para crear divisiones de opini¨®n que aumentan la confusi¨®n de los ciudadanos. La tradicional diferencia entre derecha e izquierda ¡ªla derecha defiende la igualdad de oportunidades, asocia la desigualdad de resultados a diferencias en el esfuerzo y por tanto prefiere dejar que la econom¨ªa encuentre libremente su equilibrio, mientras que la izquierda no olvida la igualdad de resultados y es m¨¢s proclive a pol¨ªticas intervencionistas que corrijan los fallos del mercado¡ª se nubla, ya que la derecha no puede ignorar el aumento de la brecha entre ricos y pobres y la izquierda no puede ignorar la necesidad de liberalizar la econom¨ªa para aumentar el crecimiento potencial. El nocivo efecto de anclaje intelectual generado por la crisis griega ¡ªla err¨®nea conclusi¨®n de que todo es culpa del exceso de deuda y de la falta de competitividad¡ª contamina m¨¢s la b¨²squeda de soluciones eficaces.
Adem¨¢s, las burbujas que preceden a las crisis financieras son el caldo de cultivo perfecto para la corrupci¨®n, ya que eliminan la restricci¨®n presupuestaria, hay dinero para todo y para todos. Y si la burbuja culmina en un rescate, como en el caso espa?ol, el examen poscrisis es m¨¢s profundo y se acaban descubriendo cosas que en una recesi¨®n normal habr¨ªan pasado desapercibidas. La corrupci¨®n es una lacra para el crecimiento y, junto con el r¨¢pido aumento de la desigualdad, genera el caldo de cultivo para populismos pol¨ªticos que abandonan el eje derecha-izquierda y abanderan un nuevo eje, ¡°ellos contra nosotros¡±, eficaz como t¨¢ctica de comunicaci¨®n, pero con fr¨¢giles fundamentos econ¨®micos. Haber cometido errores en la resoluci¨®n de la crisis y haber tolerado la corrupci¨®n no implica que los cimientos del pensamiento econ¨®mico ya no sean v¨¢lidos. La ortodoxia econ¨®mica sigue siendo la misma, la gesti¨®n de recursos escasos, y si no se aumentan los recursos no se puede distribuir. Esa es la base del crecimiento inclusivo.
Las discusiones durante la reuni¨®n de primavera del FMI revelaron muchas dudas. No sabemos si estamos ante un estancamiento secular o ante una resaca tras una crisis profunda. El trauma de la crisis bloquea en muchos casos el raciocinio de los dirigentes. La pol¨ªtica fiscal fluct¨²a entre la miope posici¨®n alemana de ahorrar hasta el infinito porque el futuro es incierto frente a la l¨®gica aplastante de aprovechar los tipos de inter¨¦s cero e invertir ahora para mejorar el incierto futuro. La pol¨ªtica monetaria vacila ante la necesidad de continuar con la m¨¢xima expansi¨®n monetaria posible y las infundadas advertencias de los posibles efectos nocivos de los bajos tipos de inter¨¦s. La crisis no fue el resultado de los bajos tipos de inter¨¦s, sino de la mala supervisi¨®n y regulaci¨®n financiera. Los Gobiernos deben entender que mejorar la educaci¨®n no va a ser suficiente para resolver la desigualdad, ya que el tipo de progreso tecnol¨®gico que estamos experimentando est¨¢ reduciendo el beneficio de la inversi¨®n en educaci¨®n, y que aumentar los impuestos sobre el capital solo conseguir¨¢ ahuyentarlo ¡ªgravar la propiedad es m¨¢s eficiente¡ª. Reducir el desempleo requerir¨¢ combinaciones inteligentes de subsidios e incentivos, como el impuesto negativo sobre la renta. El apoyo a los m¨¢s necesitados va a tener que lidiar con las acusaciones de lucha de clases y requerir¨¢ pol¨ªticos astutos, cre¨ªbles y eficaces.
Las cicatrices de la crisis van a ser duraderas, las decisiones ser¨¢n dif¨ªciles, y se cometer¨¢n muchos errores. Los Gobiernos exitosos tendr¨¢n visi¨®n, definir¨¢n el modelo de pa¨ªs que quieren y dise?ar¨¢n un plan a largo plazo para conseguirlo. La competencia va a ser fort¨ªsima. Hay que ser ambiciosos. La improvisaci¨®n, la biso?ez y las medias tintas fracasar¨¢n.
?ngel Ubide es senior fellow de Peterson Institute for International Economics. @angelubide
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.