El extra?o triunfo de las ideas equivocadas
El mi¨¦rcoles tendr¨¢n lugar las elecciones, casi clandestinas, en el Colegio de Economistas de Madrid
La parte m¨¢s sorprendente e inquietante del oscarizado documental Inside Job son sus revelaciones acerca de los conflictos de intereses que afectan a pol¨ªticos y destacados expertos acad¨¦micos de EE UU, en el campo de las finanzas y la econom¨ªa en general. Los ejemplos son numerosos: representantes pol¨ªticos, catedr¨¢ticos, profesores, economistas, ¡que participan en el debate a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n y de los actos p¨²blicos (conferencias, seminarios,¡) figuran como acad¨¦micos y no explicitan las relaciones que mantienen con la industria financiera, de la que cobran mucho m¨¢s que de las universidades a las que pertenecen. Seg¨²n el director de la pel¨ªcula, Charles Ferguson, algunos de los acad¨¦micos m¨¢s eminentes de EE UU han recibido aut¨¦nticas fortunas de Wall Street por defender sus intereses en el Congreso, los tribunales y los medios de comunicaci¨®n.
Y en Espa?a ?sucede algo parecido? Seg¨²n lo que se va conociendo por goteo de las actividades particulares de un grupo de diputados y de la presencia habitual en los medios de comunicaci¨®n, parece deducirse que s¨ª. Congresistas o acad¨¦micos que influyen o escriben sobre, por ejemplo, los planes de pensiones privados, la industria farmac¨¦utica o el¨¦ctrica, las agencias de regulaci¨®n, la reforma laboral, las privatizaciones del sector p¨²blico empresarial¡ ocultando al ciudadano que tienen al mismo tiempo cercan¨ªa a esos intereses. Y en los tribunales ?qu¨¦ ocurre?
Responder a estas cuestiones es tanto m¨¢s significativo por cuanto el debate econ¨®mico ocupa ahora un lugar central en la vida cotidiana de los ciudadanos. En estas mismas p¨¢ginas se ha defendido la necesidad de un c¨®digo ¨¦tico claro y apreciable para los economistas, ya que ¡°se han identificado muchas veces comportamientos denunciables en los que la investigaci¨®n econ¨®mica se ha puesto al servicio de intereses oscuros y ha obviado el inter¨¦s social que se le presupone como ciencia¡± (¡°No disparen al economista¡±, Santiago Carb¨®, EL PA?S del 16 de abril de 2015). Conocer ese hipot¨¦tico conflicto de intereses es central para analizar las posiciones de los participantes en debate: ?c¨®mo combatir la pobreza, la desigualdad, el paro?, ?c¨®mo promover un crecimiento equilibrado?, ?austeridad, gasto p¨²blico, regulaci¨®n privatizaciones?, ?una pol¨ªtica monetaria restrictiva o laxa?, ?qu¨¦ tipo de reforma laboral?, ?ahorro, consumo, inversi¨®n, productividad?,¡ Probablemente la contestaci¨®n a estas cuestiones no ser¨¢ la misma si el acad¨¦mico es cercano a un sindicato, o a una patronal o a un banco. As¨ª ha sido siempre (El choque de ideas econ¨®micas, Lawrence H. White, Antoni Bosch editor).
Si hay conflicto de intereses en la pol¨ªtica y la academia, debe hacerse p¨²blico
?Tienen algo que decir sobre estos asuntos los Colegios de Economistas? La mayor¨ªa, no. El de Madrid (9.000 economistas afiliados), nada. Inane, silente durante toda la crisis sobre las posibles alternativas a la misma y sobre cualquier debate sobre lo que se estaba discutiendo en el interior de la teor¨ªa y la pol¨ªtica econ¨®mica (y por consiguiente, c¨®mplice con lo establecido), ha sido dirigido hasta ahora por uno de los implicados directos en los procedimientos judiciales abiertos en Bankia por las tarjetas black, que no ha tenido a bien dimitir, desprestigiando a¨²n m¨¢s a la instituci¨®n colegial.
El Colegio de Economistas de Madrid ha convocado elecciones para el pr¨®ximo mi¨¦rcoles, y una de las candidaturas, Economistas por el Progreso (apoyada por Economistas frente a la Crisis y por Economistas sin Fronteras) ha resumido gr¨¢ficamente la situaci¨®n: ¡°Gobernado en los ¨²ltimos 20 a?os por grupos de inter¨¦s en conflicto con los intereses generales, nada positivo ha hecho. Por el contrario, se ha limitado a desarrollar una mediocre pol¨ªtica endog¨¢mica y corporativista que ha hurtado a la sociedad la aportaci¨®n que con su contribuci¨®n pueden hacer los economistas¡±.Otro d¨ªa habr¨¢ que hablar de las condiciones en las que se han convocado estas elecciones, casi clandestinas, para evitar el cambio.
El ministro de Econom¨ªa griego Yanis Varoufakis distingue en su ¨²ltimo libro (Econom¨ªa sin corbata, Destino) entre los economistas que quieren ejercer como astr¨®nomos (cient¨ªficos) de los que quieren ser astr¨®logos (adivinos). Resalta la capacidad de algunos de ellos de construir invenciones ideol¨®gicas de apariencia tan cient¨ªfica que consiguen ocultar eficazmente la verdad sobre el funcionamiento y los secretos de las sociedades. Este es el debate que ha estado ausente del Colegio de Economistas de Madrid. Qu¨¦ empiece otra etapa.
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