El problema de la complejidad de China
El pa¨ªs tiene que modernizar el sistema financiero y reforzar la divisa
La ingente transici¨®n de China a lo que sus dirigentes llaman una sociedad moderadamente acomodada presenta muchos aspectos cambiantes. Se est¨¢n produciendo simult¨¢neamente movimientos tect¨®nicos en varios frentes: la econom¨ªa, los mercados financieros, la estrategia geopol¨ªtica y la pol¨ªtica social. La prueba definitiva podr¨ªa muy bien ser la gesti¨®n de las relaciones mutuas entre esas evoluciones. ?Est¨¢n los dirigentes de China a la altura de esa tarea o han intentado hacer demasiado a la vez?
La mayor¨ªa de los comentaristas occidentales siguen simplificando en demas¨ªa ese debate, enmarc¨¢ndolo en las proverbiales situaciones de aterrizaje dif¨ªcil por parte de China, en lo que llevan veinte a?os equivoc¨¢ndose. A ra¨ªz del desplome del mercado de valores de este verano y la sorprendente devaluaci¨®n del renmimbi, de nuevo est¨¢ ocurriendo lo mismo. Sin embargo, yo sospecho que los temores de una recesi¨®n declarada en China son muy exagerados.
Si bien no se debe trivializar el debate sobre las perspectivas de China a corto plazo, la historia mucho m¨¢s importante es la de los s¨®lidos avances de su econom¨ªa por la v¨ªa de la reequilibraci¨®n: a saber, el paso estructural de las actividades manufactureras y de construcci¨®n a los servicios. En 2014, el porcentaje del PIB de China correspondiente a los servicios alcanz¨® el 48,2%, muy superior al 42,6% correspondiente a la manufactura y la construcci¨®n combinadas. Y esa distancia sigue ampli¨¢ndose: la actividad de los servicios aument¨® un 8,4% en el a?o comprendido hasta la primera mitad de 2015, con lo que super¨® en gran medida el crecimiento del 6,1% de la manufactura y la construcci¨®n.
Los servicios son en muchos sentidos la infraestructura de una sociedad de consumo: en el caso de China, comprenden los servicios p¨²blicos b¨¢sicos, las comunicaciones, los puntos de venta al por menor, la atenci¨®n de salud y las finanzas que su clase media en ascenso requieren cada vez m¨¢s. Tambi¨¦n tienen una gran densidad de mano de obra: en China, los servicios requieren un 30% m¨¢s de empleos por unidad de producci¨®n que la manufactura y la construcci¨®n, caracterizadas por su gran densidad de capital.
Por esa raz¨®n en gran medida, las tendencias del empleo en China han resistido mucho mejor de lo que era de esperar en una desaceleraci¨®n econ¨®mica. El aumento medio de los empleos urbanos fue algo mayor de 13 millones en el per¨ªodo 2013-14, muy superior a los diez millones fijados como objetivo por el Gobierno. Adem¨¢s, los datos de comienzos de 2015 indican que se mantienen casi exactamente el impresionante ritmo en las contrataciones urbanas de los ¨²ltimos a?os: no se trata precisamente de las tensiones en el mercado laboral relacionadas con los aterrizajes econ¨®micos dif¨ªciles o las recesiones.
Los servicios son tambi¨¦n el ingrediente gracias al cual la estrategia de la urbanizaci¨®n de China resulta tan eficaz. Actualmente, aproximadamente el 55% la poblaci¨®n de China vive en ciudades, frente a menos del 20% de 1978, y ese porcentaje deber¨ªa aumentar hasta el 65% o 70% en los quince pr¨®ximos a?os. Las ciudades nuevas y en aumento sustentan el crecimiento mediante el empleo basado en los servicios, que, a su vez, impulsa la capacidad adquisitiva de los consumidores al triplicar su renta por habitante, frente a la obtenida en las zonas rurales.
Pese a la gran preocupaci¨®n por un posible desplome de China, el r¨¢pido paso a una econom¨ªa basada en los servicios est¨¢ atenuando las presiones negativas de la antigua econom¨ªa basada en la manufactura. El FMI subray¨® la misma conclusi¨®n en su reciente consulta del art¨ªculo IV con China [en la que se basa el an¨¢lisis m¨¢s completo que realiza el organismo] al observar que los ingresos de la mano de obra est¨¢n aumentando como porcentaje del PIB y que el consumo contribuy¨® algo m¨¢s que la inversi¨®n al crecimiento del PIB en 2014. Puede parecer un avance marginal, pero en realidad es muy r¨¢pido frente al ritmo normalmente glacial del cambio estructural, proceso que en China no comenz¨® hasta 2011.
Lamentablemente, hay una pega importante. Si bien el avance en el reequilibrio econ¨®mico es alentador, China tiene muchas m¨¢s cosas entre manos: planes simult¨¢neos para modernizar el sistema financiero, reformar la divisa y abordar los excesos en los mercados de acciones, deuda y sector inmobiliario. Entretanto, las autoridades est¨¢n aplicando tambi¨¦n una en¨¦rgica campa?a anticorrupci¨®n, una pol¨ªtica exterior m¨¢s firme y un resurgimiento del nacionalismo, disfrazado de ¡°Sue?o de China¡±.
La interacci¨®n entre esos m¨²ltiples objetivos puede resultar particularmente ingente. Por ejemplo, la confluencia del desapalancamiento y el estallido de la burbuja de acciones podr¨ªa crear una espiral descendente y autosostenida que afecte a la confianza de los consumidores y contrarreste el dinamismo en ascenso de la nueva econom¨ªa de servicios. De forma similar, las aventuras militares en el mar de la China Meridional podr¨ªan afectar a los v¨ªnculos de China con el resto del mundo mucho antes de que pueda contar con la demanda interna que requiere el crecimiento econ¨®mico.
Parece ir¨®nico que los malabarismos de China resulten a¨²n m¨¢s dif¨ªciles en un sistema basado en el mercado y orientado a los consumidores. El Gobierno, atrapado en la transici¨®n de un modelo f¨¦rreamente controlado y dirigido por el Estado, parece dar palos de ciego: por ejemplo, al hacer hincapi¨¦ en el decisivo paso a los mercados, pero intervenir en¨¦rgicamente cuando los precios de las acciones se desploman. Asimismo, est¨¢ adoptando un r¨¦gimen de cambio de divisas m¨¢s basado en el mercado, mientras promueve la depreciaci¨®n del renmimbi.
Si a todo ello sumamos el compromiso de reformar las empresas de propiedad estatal, intermitentemente iniciado e interrumpido, China podr¨ªa encontrarse, sin advertirlo, empantanada en algo comparable a lo que Minxin Pei lleva mucho tiempo llamando ¡°la trampa de la transici¨®n¡±, en la que la estrategia de la reforma econ¨®mica resulta obstaculizada por la falta de voluntad pol¨ªtica en un Estado de partido ¨²nico.
En la China actual bajo la direcci¨®n del Presidente Xi Jinping no hay falta de voluntad pol¨ªtica. El problema estriba en la necesidad de conceder prioridad a dicha voluntad de forma que mantenga a China en la v¨ªa de la reforma y el reequilibrio. Cualquier retroceso en esos frentes la har¨ªa caer en una trampa que, seg¨²n ha temido Pei durante mucho tiempo, podr¨ªa ser inevitable.
El desarrollo econ¨®mico siempre ha sido una empresa ingente. Como subrayan las advertencias sobre la ¡°trampa de la renta media¡±, la Historia registra m¨¢s fracasos que ¨¦xitos en los intentos de superar el umbral de la renta por habitante que China ha alcanzado. Lo ¨²ltimo que necesita este pa¨ªs es intentar hacer equilibrios en la punta de un alfiler. Sus dirigentes deben simplificar y aclarar un programa cuya gesti¨®n podr¨ªa llegar a ser demasiado compleja.
Stephen S. Roach es miembro del profesorado de la Universidad de Yale y ex Presidente de Morgan Stanley Asia, es autor de Unbalanced: The Codependency of America and China (¡°Desequilibrados. La codependencia de los Estados Unidos y China¡±). Copyright: Project Syndicate, 2015. www.project-syndicate.org
Traducido del ingl¨¦s por Carlos Manzano
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