China en su laberinto
La China ¡°normal¡± se enfrenta ahora a los problemas de las econom¨ªas m¨¢s avanzadas
Hace unas semanas, en una conferencia en Pek¨ªn, me comentaba un amigo que uno de los refranes chinos m¨¢s populares afirma que los ignorantes no tienen miedo de nada. La evoluci¨®n de la econom¨ªa china de las ¨²ltimas d¨¦cadas ha respondido a este refr¨¢n. Tras la tremenda opresi¨®n de la revoluci¨®n cultural, la poblaci¨®n china se abri¨® al capitalismo sin saber c¨®mo funcionaba. La base del capitalismo, la actividad emprendedora privada, requiere la ignorancia, ya que la probabilidad de ¨¦xito de una nueva empresa es bastante inferior al 50%. Si los emprendedores entendieran esta probabilidad no se lanzar¨ªan a la aventura. La poblaci¨®n china, escapando del hambre rural, se lanz¨® de manera masiva hacia el capitalismo. Fracaso tras fracaso, parecieron los ¨¦xitos. Los pocos afortunados de la loter¨ªa capitalista son hoy multimillonarios. La gran mayor¨ªa ha alcanzado la clase media. La sociedad se ha urbanizado. Como afirma mi colega del Peterson Institute Nick Lardy en su libro Mercados sobre Mao, China ha progresado gracias a la actividad del sector privado. El capitalismo funciona.
Hoy China se encuentra en una situaci¨®n muy distinta a la de la transici¨®n post Mao. Ya no hay ignorancia. Tras d¨¦cadas de transici¨®n hacia la econom¨ªa de mercado, hacia la liberalizaci¨®n de los mercados financieros, hacia la apertura de la cuenta de capitales, China se enfrenta hoy a la realidad de una econom¨ªa casi ¡°normal¡±. Y esta normalidad ha asustado a los mercados y a los dirigentes del mundo. Porque lo que es anormal es que una econom¨ªa de su tama?o haya tenido un desarrollo tan extraordinario como el de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Ha gozado de una situaci¨®n irrepetible, la combinaci¨®n de los dividendos de la urbanizaci¨®n, la transformaci¨®n en una econom¨ªa de mercado, y la apertura al comercio internacional. Estos tres impulsos han generado un crecimiento medio de casi el 10% anual en los ¨²ltimos 20 a?os. El PIB de China se ha multiplicado por 25 desde 1978: hoy representa casi un 15% del PIB mundial.
Pero todo lo bueno se acaba. El dividendo de la urbanizaci¨®n se est¨¢ empezando a agotar ¡ªChina se est¨¢ aproximando al temido punto Lewis, el momento en el cual el exceso de mano de obra rural se acaba y los salarios empiezan a aumentar¡ª. Tambi¨¦n ha agotado el dividendo de la industrializaci¨®n a gran escala y de la estrategia de desarrollo basada en la competitividad exterior de una mano de obra muy barata. Esta China ¡°normal¡± se enfrenta ahora a los problemas de las econom¨ªas m¨¢s avanzadas, el declive demogr¨¢fico (fruto, en este caso, de la desastrosa pol¨ªtica del hijo ¨²nico) y la desaceleraci¨®n de la productividad. S¨ª, China necesita reformas, ese concepto tan denostado en el mundo desarrollado, que mejoren su productividad y le permitan continuar creciendo a buen ritmo.
El problema es que estas reformas son multidimensionales. China se encuentra inmersa en un proceso de transici¨®n m¨²ltiple: de la industria a los servicios, de la inversi¨®n al consumo, de la demanda exterior a la demanda dom¨¦stica, de las grandes empresas estatales al sector privado, todo ello mientras reduce el elevad¨ªsimo endeudamiento. Un laberinto de transformaciones que es imposible gestionar sin cometer errores y garantizando una tasa estable del crecimiento. China deber¨ªa de abandonar la pr¨¢ctica de anunciar objetivos de crecimiento, solo genera expectativas irreales y pol¨ªticas suboptimas.
Las estad¨ªsticas chinas son opacas, y una gran parte de los analistas dudan que los datos del crecimiento del PIB sean verdaderos. Pero, hasta ahora, daba igual. Hab¨ªa confianza en la capacidad de las autoridades para conducir su econom¨ªa a buen puerto. Al fin y al cabo, ha sido el pilar en el que se ha apoyado el mundo desarrollado. Desde el inicio de la crisis, ha generado m¨¢s de un tercio del crecimiento econ¨®mico mundial; en el a?o 2009 todo el crecimiento mundial se debi¨® a China.
Las estad¨ªsticas chinas son opacas, y una gran parte de los analistas dudan que los datos del crecimiento del PIB sean verdaderos
La gesti¨®n de la crisis del mercado burs¨¢til, y el fiasco del ajuste del tipo de cambio, han quebrado esta confianza en las autoridades. La idea de promocionar el mercado burs¨¢til ten¨ªa sentido a medio plazo para reducir el apalancamiento de la econom¨ªa y mejorar la gobernanza de las empresas estatales a trav¨¦s del fomento de la inversi¨®n en acciones, pero no cuando los precios de las acciones estaban ya a nivel de burbuja. El ajuste del tipo de cambio para reflejar mejor la interacci¨®n de oferta y demanda era necesario, pero deber¨ªa acompa?arse de explicaciones inmediatas y detalladas para evitar la sensaci¨®n de una devaluaci¨®n sorpresa para rescatar una econom¨ªa en declive, lo cual cre¨® un p¨¢nico innecesario. La impresi¨®n ha dado al resto del mundo ha sido de improvisaci¨®n y falta de profesionalismo.
A esto hay que a?adir que la aparici¨®n de los datos econ¨®micos chinos est¨¢ sesgada hacia los sectores que est¨¢n en declive, manufacturas e inversi¨®n. Combinado con la opacidad sobre el estado de salud de su sistema financiero, las dudas sobre la composici¨®n y liquidez de sus reservas, y la aceleraci¨®n de las salidas de capitales, la sospecha de que China se enfrenta a una brusca desaceleraci¨®n econ¨®mica ha aumentado.
Dada la importancia global de la econom¨ªa China, la fragilidad del resto de las econom¨ªas emergentes ¡ªRusia y Brasil est¨¢n en recesi¨®n¡ª las dudas que persisten sobre Europa, y el miedo a que la Reserva Federal cometiera un error subiendo los tipos de inter¨¦s de manera prematura, no es de extra?ar que los mercados decidieran revisar a la baja la valoraci¨®n de los activos. El p¨¢nico mostrado por las autoridades monetarias internacionales ante la liberalizaci¨®n del tipo de cambio chino indica que quiz¨¢s las cr¨ªticas de los ¨²ltimos a?os a su intervenci¨®n cambiaria eran exageradas.
Todav¨ªa es pronto para emitir un veredicto. Por ahora las se?ales de una desaceleraci¨®n profunda en China no se han observado. El consumo y los servicios se mantienen robustos. El efecto de la crisis burs¨¢til sobre la demanda dom¨¦stica china deber¨ªa ser menor. La pol¨ªtica fiscal tiene margen para ayudar, y el anuncio de nuevas medidas de privatizaci¨®n de las grandes empresas estatales es positivo. Pero lo que est¨¢ claro es que el mundo se va a tener que acostumbrar a una China que crece m¨¢s despacio y, sobre todo, de manera m¨¢s vol¨¢til. Se acabaron los BRICs como colch¨®n de seguridad infalible de la econom¨ªa mundial.
?ngel Ubide es senior fellow, Peterson Institute for International Economics y asesor del PSOE en econom¨ªa.
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