Un nuevo progresismo
La crisis no ha sido una mera fase del ciclo econ¨®mico, sino el agotamiento del modelo
A¨²n no hemos entendido bien el sentido profundo de la crisis que explot¨® en 2008. No fue una crisis econ¨®mica convencional, como las de los a?os ochenta y noventa del siglo pasado. Fue la se?al del agotamiento del modelo de econom¨ªa y de sociedad de toda una ¨¦poca (1980-2008).
Como no entendimos bien la naturaleza de la crisis, la respuesta ha sido equivocada. Se pens¨® que bastaba con aplicar pol¨ªticas convencionales de correcci¨®n de los desequilibrios macroecon¨®micos (d¨¦ficit presupuestario, deuda p¨²blica y d¨¦ficit comercial) para que las aguas volviesen a su cauce. Fue un error. La zona euro es el mejor ejemplo.
Lo que ocurri¨® en 2008 fue el colapso del modelo de econom¨ªa y de sociedad que surgi¨® en los setenta. Durante esos a?os, las nuevas tecnolog¨ªas y la globalizaci¨®n impulsaron el aumento de la renta y la riqueza. Simult¨¢neamente, las pol¨ªticas desregulatorias de esa etapa favorecieron su desigual reparto. Los de arriba acumularon renta y riqueza, los de abajo deuda. Surgi¨® un modelo de sociedad con una peque?a elite afortunada y cosmopolita y una gran mayor¨ªa con ingresos y oportunidades menguantes. Una nueva "Belle ?poque", similar a la de un siglo antes.
Ese modelo de econom¨ªa pudo funcionar porque los bajos salarios fueron compensados con el endeudamiento de las familias. Pero, al contrario que la riqueza, el endeudamiento tiene un l¨ªmite. Ese modelo de econom¨ªa y sociedad de la nueva "Belle ?poque" de finales del siglo pasado agot¨® su recorrido en la crisis financiera internacional de 2008.
Pero no se supo ver. O no se quiso ver.
Ahora necesitamos alumbrar una nueva era de progreso econ¨®mico y social. Una era capaz de generar oportunidades de empleo y de mejora para todos, especialmente para los que m¨¢s lo necesitan, los j¨®venes. Una era de emancipaci¨®n, que permita a las personas lograr ser aquello que tienen motivos para desear ser.
?Cu¨¢les deber¨ªan ser los contenidos del nuevo progresismo? ?Qu¨¦ fuerzas pol¨ªticas pueden impulsarlo y encarnarlo?
Como ocurre en las etapas de grandes cambios, lo nuevo tarda en hacerse realidad y lo viejo se resiste a desaparecer.
¡°El modelo econ¨®mico y social de finales del siglo pasado agot¨® su recorrido en las crisis financiera internacional de 2008. Pero no se supo, o no se quiso ver¡±
Por un lado, los partidos tradicionales, influidos por una visi¨®n cortoplacista siguen formulando pol¨ªticas business friendly: reducciones de impuestos a empresas y directivos, recorte del gasto social, devaluaci¨®n salarial y desregulaci¨®n laboral. Es una formula vieja que no sabe ver que la creaci¨®n de riqueza a largo plazo es una tarea colectiva.
Por otra parte, las nuevas fuerzas pol¨ªticas de izquierda alternativa identifican bien la necesidad del cambio, pero no aciertan en los medios. Lo vinculan todo al aumento del gasto social, a la subida de los impuestos y a las viejas formas de intervenci¨®n econ¨®mica del Estado. Son demasiado deudoras de los a?os sesenta.
El nuevo progresismo tiene cinco retos:
Primero. Crear instituciones que favorezcan la estabilidad macroecon¨®mica y la preservaci¨®n de los servicios p¨²blicos fundamentales (educaci¨®n, sanidad, pensiones). Para ello necesitamos practicar un keynesianismo bien entendido: ahorrar en tiempos de bonanza y gastar en los de depresi¨®n. Un ejemplo de este tipo de instituci¨®n es la "hucha" de las pensiones.
Segundo. Fortalecer la pol¨ªtica contra los monopolios, los c¨¢rteles y los privilegios concesionales y corporativos. Estas actividades, que elevan precios y m¨¢rgenes, son como sanguijuelas que sangran la renta y el bienestar de los consumidores. A la vez, impiden la entrada de nuevas empresas m¨¢s innovadoras. Necesitamos una liberalizaci¨®n profunda de los mercados de bienes y servicios, a la vez que una regulaci¨®n m¨¢s exigente de los mercados financieros.
Tercero. Dar un giro radical a las pol¨ªticas empresariales. Virar el rumbo desde la rentabilidad hacia la productividad. La devaluaciones salariales, las subvenciones, las rebajas de impuestos y la desregulaci¨®n laboral van orientadas solo a la rentabilidad. Si ponemos el foco en la productividad veremos m¨¢s clara la necesidad de priorizar la educaci¨®n, la formaci¨®n, la inversi¨®n y el I+D.
Cuarto. Un Estado menos intervencionismo y m¨¢s innovador y emprendedor. La rivalidad entre Estado y mercado es un t¨®pico interesado de la "Belle ?poque". All¨ª donde las cosas funcionan bien, el Estado tiene un papel fundamental en la mejora de la productividad, en la promoci¨®n de inversiones productivas que no hace el sector privado y en la creaci¨®n de nuevos mercados.
Quinto. Un nuevo Estado social volcado en la igualdad de oportunidades. Las pol¨ªticas actuales del Estado del bienestar y el sistema fiscal protegen bien el bienestar de las generaciones mayores y de las clases acomodados, pero dejan desprotegidas a las generaciones m¨¢s j¨®venes. El Estado social del siglo XXI tiene que orientarse a la igualdad de oportunidades.
Estas son, a mi juicio, algunas de las piezas del nuevo progresismo que necesitamos para sustituir a la sociedad desigualitaria e injusta que colaps¨® en 2008.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Historia Econ¨®mica de la Universidad de Barcelona y presidente del C¨ªrculo de Econom¨ªa.
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