La econom¨ªa m¨¢s democr¨¢tica
¡®Negocios¡¯ ha contribuido a ampliar el ¨¢mbito de la informaci¨®n financiera en Espa?a

?Qu¨¦ barbaridad! Si se mira la portada, la cover como llam¨¢bamos entonces a la primera p¨¢gina del primer n¨²mero de Negocios, podr¨ªa parecer que vivimos el d¨ªa de la marmota. Ayudas a la banca igual a d¨¦ficit p¨²blico. Ese es el t¨ªtulo que Joaqu¨ªn Estefan¨ªa, entonces redactor jefe de la secci¨®n de Econom¨ªa de EL PA?S, eligi¨® para abrir a cinco columnas el nuevo suplemento. El proceso de saneamiento de los bancos se hab¨ªa llevado por delante 1,189 billones de pesetas (7.146 millones de euros), lo que equival¨ªa a m¨¢s de 85% de d¨¦ficit p¨²blico. Casi tres d¨¦cadas despu¨¦s las ayudas al sistema financiero, esta vez a las cajas de ahorros (y a alg¨²n banco), han supuesto 55.000 millones de euros. Y no engordan el d¨¦ficit gracias a la nueva ingenier¨ªa, que permite dar ayudas en forma de cr¨¦ditos, evitar as¨ª ensanchar la brecha entre ingresos y gastos y, sobre todo, evitar la palabra rescate.
El suplemento dio a conocer a los art¨ªfices de las nuevas empresas espa?olas
Lo cierto es que la banca era la preocupaci¨®n principal y as¨ª lo reflejaba Negocios. El suplemento surgi¨® siguiendo el modelo de los grandes diarios europeos y estadounidenses, que aprovechaban el domingo para ofrecer en sus p¨¢ginas la actualidad econ¨®mica en profundidad. A lo largo y a lo ancho, porque las p¨¢ginas, entonces todav¨ªa blancas y no de color salm¨®n, albergaron otras muchas cuestiones que afectaban de forma directa, o al menos m¨¢s apreciablemente directa, la vida cotidiana de los ciudadanos. Las hab¨ªa dedicadas al mundo laboral, tanto en su vertiente legislativa como de gesti¨®n, a temas fiscales, de inversi¨®n¡ ¡°Lo que tenemos que contar al lector¡±, dec¨ªa Manuel Navarro, responsable del comentario de Bolsa y m¨¢s tarde de la propia secci¨®n, ¡°es qu¨¦ podr¨ªa hacer si tuviera un mill¨®n de pesetas¡±.
La secci¨®n de Econom¨ªa y Empleo del diario ten¨ªa entonces un marcado car¨¢cter macroecon¨®mico, y el tejido empresarial apenas ten¨ªa hueco. Negocios era un buen lugar para dar a conocer qui¨¦nes eran los art¨ªfices de las nuevas empresas de esa Espa?a de nueva democracia. Y as¨ª saltan a esa primera p¨¢gina dos rompedores en el mundo textil: el entonces muy joven Pepe Barroso, creador ¡ªahora se dir¨ªa emprendedor¡ª de Don Algod¨®n, marca que vest¨ªan las ni?as ¡°bien¡±, y el m¨¢s sofisticado Adolfo Dom¨ªnguez que arrug¨® a la gauche divine. ?Y de qu¨¦ se quejaban los dos? De la actitud retr¨®grada de los sectores financieros, carentes de mentalidad empresarial a la hora de conceder los cr¨¦ditos. ?Les suena?
Otra caracter¨ªstica era su secci¨®n de empleo, que daba entrada a un considerable n¨²mero de p¨¢ginas de ofertas de puestos de trabajo, herederas de los antiguos clasificados, y espejo del tipo de profesionales que las compa?¨ªas solicitaban entonces. Esas p¨¢ginas eran, adem¨¢s, una de las patas fundamentales para la financiaci¨®n del suplemento.
Negocios se convirti¨® pronto en una buena revista de informaci¨®n econ¨®mica. Ten¨ªa vocaci¨®n de servir tanto a quienes estaban inmersos en el mundo financiero y empresarial como a los que ese ¨¢mbito les era totalmente ajeno. Y para ello tuvo que hacer un importante esfuerzo de contenidos y de formas. Se debat¨ªa no s¨®lo qu¨¦ contar, sino especialmente c¨®mo contarlo. ¡°Escribe para que lo entienda mi madre¡± era una frase que F¨¦lix Monteira, jefe de secci¨®n, sol¨ªa decir a menudo.
La vocaci¨®n era servir tanto a los que sab¨ªan de los mercados como a los que no
En definitiva, Negocios contribuy¨® a ampliar enormemente el campo de la informaci¨®n econ¨®mica. Pero no se hizo sin esfuerzo. Durante mucho tiempo no tuvo estructura propia, lo que quiere decir que el mismo equipo que hac¨ªa la secci¨®n diaria, entonces de una media de 10 p¨¢ginas, hac¨ªa el suplemento. Y el d¨ªa a d¨ªa se com¨ªa todo el trabajo. No se empezaba ni a escribir ni a maquetar las p¨¢ginas hasta el jueves, y los viernes, d¨ªa de cierre, eran la locura. Jornadas eternas. Se sal¨ªa del peri¨®dico tan tarde, o tan temprano si se tiene en cuenta que era de madrugada, que los fines de semana eran irremediablemente cortos.
A sobrellevar esa situaci¨®n contribuy¨® de forma extraordinaria el sentido del humor. Como el que mostraba Ram¨®n Casamayor, un redactor afable y tranquilo, que a eso de las nueve de la noche de los viernes, cuando se supon¨ªa pr¨¢cticamente cumplida la jornada semanal, sacaba de una bolsa una ristra con banderitas de colores que colgaba del techo. Empezaba la feria.
Bel¨¦n Cebri¨¢n es directora de la Escuela de Periodismo EL PA?S-UAM y fue redactora del primer suplemento Negocios.
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