La digitalizaci¨®n y la robotizaci¨®n no aparecen en el PIB
Conforme los bienes intangibles van ganando m¨¢s peso en la econom¨ªa, m¨¢s dif¨ªcil es medirla
El desarrollo de nuevas tecnolog¨ªas rompedoras tales como Internet, que data de 1970, hace ya 45 a?os, no ha sido superada todav¨ªa por otras tan importantes hasta hoy. La digitalizaci¨®n, que es una clara derivada de Internet y la robotizaci¨®n, son las dos ¨²ltimas que ahora deber¨ªan estar desarroll¨¢ndose y mejorando la productividad, pero resulta que todav¨ªa no parecen ser capaces de ser recogidas por las estad¨ªsticas del PIB de los pa¨ªses m¨¢s desarrollados, que las est¨¢n aplicando.
Seg¨²n Paul David (AEA, mayo de 1990), este retraso ya tuvo lugar anteriormente, ya que la dinamo y el ordenador solo aparecieron en los datos del PIB unos 20 a?os m¨¢s tarde, por el largo tiempo que lleva aprender a aplicarlas ampliamente y saber recogerlas estad¨ªsticamente con efectividad. Es probable que estas dos nuevas tecnolog¨ªas, siendo tambi¨¦n muy importantes, puedan tener un retraso parecido.
Lawrence Summers estim¨® el 7 de octubre de 2015 que, conforme avanzamos desde la producci¨®n manufacturera de bienes tangibles a la producci¨®n de servicios intangibles, es cada vez m¨¢s dif¨ªcil estimar su efecto sobre la econom¨ªa real y, por lo tanto, es cada vez m¨¢s claro que los ¨ªndices de precios est¨¢n ahora exagerando la tasa de inflaci¨®n. Asimismo, se?ala que la "nueva econom¨ªa" est¨¢ produciendo un creciente desempleo en el resto de la econom¨ªa, con lo que la productividad total est¨¢ desaceler¨¢ndose, al menos temporalmente, y finalmente, observa, al mismo tiempo, un creciente desempleo de trabajadores de baja cualificaci¨®n, lo que tambi¨¦n afectan a la ca¨ªda del crecimiento de la productividad.
John Fernald, economista de la Reserva Federal de San Francisco, que es un gran experto en medir la productividad y bas¨¢ndose en un estudio anterior, realizado con Susantu Basu y Miles Kimball (2006), ha afinado todav¨ªa m¨¢s su medici¨®n, demostrando que tradicionalmente, la productividad ha sido medida analizando la productividad de los dos factores de producci¨®n tradicionales: trabajo y capital, y la productividad sobrante era considerada un residuo llamado "productividad total de los factores" (TPF, en sus siglas en ingl¨¦s) que era considerada como la productividad restante, derivada exclusivamente de la tecnolog¨ªa.
En abril de 2014, Fernald, utilizando las estad¨ªsticas de la estadounidense Oficina de Estad¨ªsticas de Empleo (BLS) ha intentado refinar dicha medici¨®n tradicional purificando la medici¨®n de la productividad derivada exclusivamente de la tecnolog¨ªa en un trabajo denominado Productividad y Producci¨®n Potencial, antes y despu¨¦s de la Gran Recesi¨®n. En dicho trabajo demuestra que, mucho antes de la Gran Recesi¨®n, la productividad general ha ido cayendo tocando fondo en 1990 y en 2008 con la Gran Recesi¨®n llegando a ser negativa. Ahora bien, aquellas empresas que producen tecnolog¨ªa o utilizan intensivamente tecnolog¨ªa han tenido un crecimiento muy superior a las que no lo hacen.
La productividad de las empresas de EE?UU que utilizan intensivamente IT lleg¨® a crecer m¨¢s del 4% en 2003 cuando hab¨ªan crecido, desde principios de los 90, menos del 1%. En dicho a?o las empresas tecnolog¨ªas de producci¨®n de IT crec¨ªan al 15% y las que no eran intensivas en IT al 12%. Lamentablemente, la Gran Recesi¨®n ha hecho que tocaran fondo a finales de 2008 alcanzando las intensivas en IT un crecimiento del 0,7%, las de producci¨®n de IT un 5% y las no intensivas en IT del 0%.
Posteriormente, John Fernald y Peter Orszag reconocieron en noviembre de 2015 que hay fuerzas que empujan a un menor crecimiento, tales como la falta de espacio para crecimiento de ciudades como San Francisco o Nueva York. Pero hay nuevas tecnolog¨ªas, como los coches sin conductor, que pueden estar funcionando permanentemente d¨ªa y noche, evitando as¨ª tener que mantener unos espacios para aparcamientos enormes, tanto en las viviendas como en las calles.
El economista jefe de Goldman Sachs Jan Hatzius y su colega Kris Dawsey se?alaron en mayo de 2015 que tiene que haber muchas razones por las cuales las estad¨ªsticas no son capaces de captar las mejoras en la calidad de las nuevas tecnolog¨ªas. Aunque los precios del software han ca¨ªdo poco, en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas su calidad y su productividad son mucho m¨¢s elevadas. ?Cuanto mayor es el valor que obtenemos hoy de nuestra conexi¨®n a Internet que hace una d¨¦cada? Es enorme, pero no aparece en las estad¨ªsticas. Estas no consiguen tampoco medir y capturar el valor de nuevos productos. Por ejemplo, ?cual es el valor econ¨®mico de Google? Los ingresos de Google proceden fundamentalmente de la publicidad y la gran mayor¨ªa de sus usuarios nunca pagan nada por utilizar sus servicios, pero consiguen mucho valor en lo que hacen al navegar por Internet.
Georg Graetz y Guy Michaels (2014) profesores de la universidad de Upsala (Suecia) y de la LSE, han escrito un estudio llamado Robots at Work en el que han analizado los efectos de la utilizaci¨®n de robots en las empresas de 14 sectores manufactureros, de servicios e incluso agr¨ªcolas y llegan a la conclusi¨®n de que aumentan la productividad del trabajo, la productividad total de los factores y tambi¨¦n los salarios. Reconocen que, por supuesto, reducen el n¨²mero de horas trabajadas, pero menos de lo esperado, y tambi¨¦n reconocen que supone un reto para aquellos trabajadores que se encuentran poco especializados o con menores conocimientos. Comparan en un cuadro el porcentaje de utilizaci¨®n de robots durante los a?os 1993 y 2007, en ordenadas con su efecto en la utilizaci¨®n de la mano de obra entre 1996 y 2012 en abcisas. El resultado muestra, parad¨®jicamente, que el n¨²mero de trabajadores manuales que desplazan los robots es mayor cuanto m¨¢s tarde se han introducido. Por ejemplo, Corea del Sur, Estados Unidos y Alemania, que llevan ya muchos a?os utilizando robots.
Es decir, sus hallazgos vienen a ser, en parte, los contrarios de la visi¨®n de Lawrence Summers (2014) y de Paul Krugman (2014) que llaman estancamiento secular, ya que muestran que los rendimientos de las nuevas tecnolog¨ªas en t¨¦rminos de productividad est¨¢n siendo decrecientes, al no poder observarse en el crecimiento del PIB de la mayor¨ªa de los pa¨ªses desarrollados.
Mark Muro y Scott Andes, de Brookings, han analizado el trabajo de Graetz y Michaels.
Guillermo de la Dehesa es Honorary Chairman del Centre for Economic Policy Research (CEPR).
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