La inflaci¨®n se mantiene en el 0,2% y redobla la presi¨®n sobre el BCE
Los precios de la eurozona cierran 2015 lejos de las expectativas
Los chinos sol¨ªan referirse a la Gran Recesi¨®n como ¡°crisis occidental¡±. Mientras China descubre que es imposible aislarse de las crisis con may¨²sculas, el primer dato europeo del a?o con cierta enjundia sirvi¨® este martes para recordar que el jaleo va para largo tambi¨¦n a este lado del mundo: los ¨ªndices de precios continentales siguen en zona de peligro.
La inflaci¨®n de la eurozona cerr¨® 2015 por debajo de las expectativas, estable en un fr¨ªo 0,2%, muy lejos del objetivo del Banco Central Europeo. El desorden en los emergentes y los diversos desaf¨ªos geopol¨ªticos aventuran un 2016 cargado de l¨ªos, con un desplome del petr¨®leo que en condiciones normales ser¨ªa un regalo de los Reyes Magos, pero que la d¨¦bil recuperaci¨®n europea y el interminable flirteo con la deflaci¨®n convierten en un presente envenenado.
La brutal ca¨ªda de los precios del petr¨®leo obliga ¨²ltimamente al jefe del BCE, Mario Draghi, a tener un ojo en la denominada inflaci¨®n subyacente (que excluye los elementos m¨¢s vol¨¢tiles, alimentos y energ¨ªa). E incluso ese indicador muestra s¨ªntomas de congelaci¨®n: sigue anclado en el 0,9%, y lleva varios trimestres rondando esa cota para preocupaci¨®n de los mandarines de Fr¨¢ncfort. El empacho de deuda y la mortecina demanda agregada han provocado ese socav¨®n en los precios, cuya anemia recuerda poderosamente a la denominada enfermedad japonesa: Jap¨®n lleva 25 a?os con la inflaci¨®n en la zona cero y la econom¨ªa renqueante.
Bruselas espera un 2016 m¨¢s pl¨¢cido que 2015. La eurozona ha dejado de ser la gran preocupaci¨®n global: cede amablemente el testigo a los pa¨ªses emergentes. Pero la crisis deja como herencia un buen c¨²mulo de problemas que, combinados con los riesgos en China, en Brasil o en Oriente Medio, hacen que la probabilidad de accidente siga ah¨ª y obligan al BCE a mantener el pie en el acelerador de las medidas extraordinarias ante la incapacidad de Europa para cambiar el rumbo de la pol¨ªtica econ¨®mica.
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