George Kembel: ¡°Se aprende haciendo, y no escuchando a un profesor¡±
El cofundador de la d.school de Stanford cuenta c¨®mo funciona la escuela que ha revolucionado la metodolog¨ªa de la ense?anza
Todo empez¨® en un contenedor. En 2005, George Kembel (Florida, 1972) cofund¨® en mitad del campus de la Universidad de Stanford la d.school, una escuela de dise?o que una d¨¦cada despu¨¦s ser¨ªa conocida por ser una de las m¨¢s creativas del mundo. De ese cub¨ªculo de acero que comenz¨® a funcionar con 30 estudiantes, han salido proyectos de impacto como School Retool, un programa ideado para transformar la forma de ense?ar en los colegios que el pasado noviembre recibi¨® una inyecci¨®n de la Casa Blanca de 200 millones de d¨®lares.
Kembel, graduado en ingenier¨ªa por Stanford, se dedic¨® durante m¨¢s de siete a?os a levantar y cerrar empresas. Su instinto le hizo volver al campus. Cre¨ªa que el dise?o pod¨ªa ser elevado a una nueva categor¨ªa en esa universidad. Estaba convencido de que se pod¨ªa crear un nuevo espacio que aportara a los alumnos un modo de trabajar innovador, inexistente hasta el momento. Ese m¨¦todo, acu?ado m¨¢s tarde como design thinking, se convirti¨® en una metodolog¨ªa que empez¨® a ser usada por compa?¨ªas y gobiernos de todo el planeta. La clave es teorizar menos y actuar m¨¢s. Basar el aprendizaje en experiencias reales y no en lecciones magistrales.
En mitad de una gira europea para dar a conocer su filosof¨ªa de trabajo, Kembel hace una parada en Madrid. El escenario es el laboratorio educativo TeamLabs, una de las pocas escuelas espa?olas en la que los estudiantes de grado no tienen profesores ni aulas y se dedican a crear una empresa real y generar ingresos desde el primer d¨ªa.
Pregunta. ?C¨®mo definir¨ªa la d.school?
Respuesta. Es un laboratorio para innovadores. Lo importante no es el producto final, sino el proceso de aprendizaje. La esencia de la escuela es demostrar a todos los estudiantes que ellos tambi¨¦n pueden ser creativos, que esa cualidad no est¨¢ reservada a los artistas. Una vez que llegan, se encuentran con alumnos de las siete facultades de Stanford (ingenier¨ªa, medicina, negocios, derecho, humanidades, ciencias y educaci¨®n) y el reto es que desarrollen proyectos conjuntamente, fusionando sus conocimientos, puntos de vista y experiencia. A los universitarios se les obliga a escoger una especializaci¨®n, pero todos ellos tienen intereses en diferentes campos. Aqu¨ª les damos la oportunidad de profundizar y trabajar de forma pr¨¢ctica en aquello que les inquieta.
P. ?Cu¨¢l es la metodolog¨ªa de ense?anza que siguen?
R. Si echamos la vista atr¨¢s, nuestro sistema educativo se ha basado en transferir a los estudiantes lo que sabemos y la forma de hacerlo son las clases magistrales. Con los ex¨¢menes se eval¨²a si los alumnos contestan o no lo correcto. Ese m¨¦todo ya no sirve. No sabemos los trabajos que existir¨¢n dentro de dos a?os y desconocemos lo que los j¨®venes tendr¨¢n que resolver. En el mundo actual, todo cambia deprisa y hay que entrenar a las mentes para saber reaccionar frente a la incertidumbre. Eso es lo que hacemos en la d.school. Nuestra revoluci¨®n ha sido acabar con los alumnos sentados frente a una pizarra. No se aprende escuchando a un profesor, sino haciendo proyectos reales. Salir a la calle, detectar problemas, dise?ar soluciones y probarlas con personas. Esa es nuestra forma de trabajar. Los casos reales aceleran el proceso de aprendizaje mucho m¨¢s que los ejercicios de clase basados en hip¨®tesis. Nosotros no les pedimos que resuelvan problemas, sino qu¨¦ identifiquen cu¨¢les son los problemas. Los profesores, que vienen de las diferentes facultades de Stanford y de empresas innovadoras, act¨²an como gu¨ªas y aprenden con los estudiantes. No hay un formato de clase cerrado, de hecho cambia cada d¨ªa. Esa es la gran diferencia.
P. ?C¨®mo surgi¨® la idea de montar la escuela?
R. Durante 50 a?os Stanford hab¨ªa tenido un programa de dise?o dentro de la facultad de ingenier¨ªa, pero funcionaba a peque?a escala. En 2003 volv¨ª al campus con la intuici¨®n de que algo grande iba a nacer. Me reencontr¨¦ con el profesor David Kelly, fundador de la consultora de innovaci¨®n Ideo, entre cuyos proyectos est¨¢ el dise?o del primer rat¨®n de Apple. ?l era consciente de que el dise?o estaba cambiando el mundo, de pronto era una prioridad para los gobiernos, instituciones, empresas y centros educativos. Quer¨ªamos darle la vuelta al sistema y ense?ar a los j¨®venes a pensar. No sab¨ªamos c¨®mo hacerlo, solo hab¨ªa que probar. Y funcion¨®. Hoy estamos en un edificio de 30.000 metros cuadrados en un punto estrat¨¦gico del campus, justo en el centro de todas las facultades. Muchos estudiantes se decantan por Stanford para poder pasar por la d.school. Unos 700 alumnos de grado, m¨¢ster y doctorado de la universidad pasan por nuestras instalaciones cada a?o. No ofrecemos certificados, solo la experiencia de innovar.
P. ?C¨®mo consiguieron convencer a la universidad de que apostase por su idea?
R. No fue f¨¢cil. Empezamos en un tr¨¢iler con 30 alumnos y a finales de 2005 conseguimos la primera aportaci¨®n importante; unos 35 millones de d¨®lares del instituto cient¨ªfico alem¨¢n Hasso Plattner Institute. Conseguimos involucrar a docentes de las siete facultades de Stanford y a partir de ah¨ª la universidad se dio cuenta de que est¨¢bamos montando un laboratorio sin precedentes, un espacio para la innovaci¨®n que concentraba a expertos de las distintas ¨¢reas de conocimiento.
P. ?Por qu¨¦ el design thinking ha cautivado a gobiernos y empresas de todo el mundo?
R. La clave es que hemos vuelto a nuestras ra¨ªces. Hemos virado de un modo de trabajo basado en la soledad del laboratorio a otro en el que lo m¨¢s importante es el aspecto humano, el contacto con personas y el estudio de sus necesidades. La empat¨ªa es la piedra angular. Normalmente cuando a alguien se le presenta un problema, suele agachar la cabeza, encerrarse en sus pensamientos y esperar a que le venga una gran idea. Nosotros les ense?amos a mirar hacia adelante, buscar los puntos de vista de otros expertos y crear experimentos de forma r¨¢pida, a corto plazo, y llevarlos a la calle para que un tercero d¨¦ su opini¨®n. Es la prueba error constante lo que les hace aprender. Al final hacen de la incertidumbre su fuente de trabajo, en lugar de incomodarles, les incentiva. Ese es el viraje del siglo XXI.?
?P. ?Cree que es necesario aplicar esa filosof¨ªa a la vida personal?
R. Por supuesto. Hay que perseguir los sue?os y plantearse si otras opciones enriquecer¨ªan m¨¢s nuestra vida. Hace unos a?os mi mujer y yo nos plante¨¢bamos trasladarnos de California a Colorado y en lugar de pensar cogimos a nuestros tres hijos y nos plantamos all¨ª a pasar una semana. En ese momento supimos que ten¨ªamos que movernos. La innovaci¨®n siempre requiere correr un riesgo. Algunas veces se falla, pero lo importante es atreverse.?
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