Los agitadores de las empresas
Medio centenar de fondos entran en el capital de las corporaciones y presionan por sus intereses
?Qu¨¦ es lo que inquieta a los ejecutivos por la noche? Rebecca Ray tiene un estudio elaborado que responde con detalle a la pregunta. Se llama el Challenge Report. Sirve para conocer y comparar las prioridades de los grandes gestores de 600 compa?¨ªas de todo el mundo. Hay multitud de coincidencias cuando se examina el resultado, tanto por sectores como por regiones. Les preocupa dar con el talento que les permita diferenciarse de la competencia; piensan en c¨®mo manejar los costes, o si cuentan con la agilidad para adaptarse al cambio y, claro, est¨¢n atentos a la debilidad de la econom¨ªa y la inestabilidad financiera.
¡°En el apartado de gobernanza corporativa, en los ¨²ltimos a?os emergi¨® una nueva ansiedad¡±, se?ala. Se trata de los inversores activistas, que con sus intereses a corto plazo son capaces de poner bajo amenaza estrategias de negocio muy bien articuladas y forzar cambios en las c¨²pulas directivas. Son accionistas con el poder para agitar con sus propias ideas y sus ingentes fortunas consejos de administraci¨®n de firmas muy asentadas como Apple, Procter & Gamble, DuPont, o Hertz. ¡°Cada vez son m¨¢s los ejecutivos bajo presi¨®n¡±, subraya Ray.
El estudio, elaborado a partir de un extenso cuestionario al que se someten los ejecutivos, lo publica The Conference Board. Esta organizaci¨®n que ayuda a las empresas a lidiar con los problemas que afectan a su crecimiento, maneja una lista con los 50 fondos de inversi¨®n m¨¢s activos en el ¨¢mbito corporativo, como los liderados por Carl Icahn, Bill Ackman, David Einhorn, Paul Singer, Dan Loeb o Nelson Peltz. El activismo es un movimiento aceptado como estrategia en Wall Street y ahora empieza a emerger con fuerza en Europa.
El activismo accionarial maneja fondos valorados en 169.000 millones
La consultora Activist Insight calcula que unas 300 compa?¨ªas fueron objeto en la primera mitad de 2015 de alg¨²n tipo de acci¨®n por parte de este tipo de inversores punzantes, m¨¢s del doble que en todo 2010. Un ritmo, que seg¨²n los analistas de FTI, no va a moderarse en el corto plazo. M¨¢s bien al contrario, como acaban de demostrar los casos de la aseguradora AIG y la tecnol¨®gica Xerox. La consultora acaba de publicar un estudio en el que analiza los motivos de este fuerte incremento y c¨®mo los gestores est¨¢n modificando sus estrategias.
Caza mayor y menor
Aunque los titulares de prensa en los medios financieros se los llevan las grandes firmas cotizadas, en realidad solo representan un peque?o porcentaje de los movimientos totales protagonizados por estos inversores. De hecho, el 71% de las compa?¨ªas que han sufrido la presi¨®n de los activistas desde 2010 tienen un valor de mercado inferior a los 2.000 millones de d¨®lares. Sin embargo, la gran liquidez que tienen a su disposici¨®n permite a estos fondos no solo hacer crecer su capacidad de acci¨®n sino ir a por empresas m¨¢s grandes, con una capitalizaci¨®n superior a los 10.000 millones de d¨®lares.
Los cr¨ªticos dicen que presionan a los directivos para que miren solo a corto plazo
La emergencia de estos alborotadores de Wall Street est¨¢ generando un intenso debate en los mercados, los consejos de administraci¨®n e incluso en la campa?a electoral en EE UU. Cada vez hay m¨¢s informes que tratan de analizar si la llegada de este tipo de inversores a una empresa es buena o es mala. La conclusi¨®n, de momento, es ambigua. El activismo consigue mejorar en unos casos el resultado operativo de la compa?¨ªa objetivo, pero en otras situaciones no lo logra. La consultora FTI calcula que los fondos de alto riesgo o hedge funds que se dedican en exclusiva a estrategias activistas manejan 169.000 millones de d¨®lares, cantidad que asciende a 342.000 millones de d¨®lares si se suman aquellas gestoras que, ocasionalmente, pone en marcha esta estrategia.
Carl Icahn es el activista m¨¢s famoso. Conocido por sus mensajes en Twitter y por las largas llamadas a ejecutivos de empresas en las que tiene posiciones, que duran hasta bien entrada la noche, es unas de las mayores fortunas del mundo. Su cartera est¨¢ muy diversificada, desde biotecnol¨®gicas, refiner¨ªas, pasando por operadores de casinos, empresas de telecomunicaciones, propiedades inmobiliarias hasta fabricantes de componentes para coches.
Sus objetivos son m¨²ltiples: desde subir el dividendo a cambiar al equipo directivo
Icahn es el activista m¨¢s temido por la manera en la que utiliza los medios que tiene a su alcance para hacerse respetar. ¡°Muchos mueren luchando contra las tiran¨ªas. Lo m¨ªnimo que puedo hacer es votar contra ellas¡±, dijo en la junta general de Texaco en 1988. Es una expresi¨®n que define perfectamente la esencia de estos activistas. La petrolera acab¨® en manos de Chevron. Con su presi¨®n, Icahn tambi¨¦n consigui¨® partir en dos eBay, al separar el negocio de comercio electr¨®nico de los sistemas de pagos (PayPal), y ahora apuesta por hacer lo mismo en Xerox.
El modus operandi es casi siempre muy similar. Estas firmas de inversi¨®n suelen dedicar seis meses a estudiar las empresas antes de decidir si intervienen. Una vez que toman posici¨®n haci¨¦ndose con una porci¨®n importante de su capital, presionan para conseguir representaci¨®n en el consejo de administraci¨®n y tener el peso suficiente para poder defender sus intereses, que van desde conseguir m¨¢s dividendos hasta partir las empresas o venderlas.
Dan Romito, profesor de finanzas en Carthage College y analista de Nasdaq Advisory Services, explica que el ¨¦xito de la estrategia de un activista est¨¢ en la capacidad que tenga para poner al equipo de gesti¨®n de una empresa en una posici¨®n extremadamente comprometida. ¡°Su objetivo ¨²ltimo es evaluar hasta qu¨¦ punto se est¨¢n desplegando los recursos de una manera efectiva para maximizar el valor de los accionista, en el menor tiempo posible de tiempo¡±, se?ala.As¨ª, identifica cuatro tipos de activistas: los que buscan un nuevo equilibrio en el balance para as¨ª elevar el premio a la lealtad de los accionistas, los que tratan de combinar a compa?¨ªas rivales id¨¦nticas en una ¨²nica entidad m¨¢s productiva, los que proponen separar divisiones de que no son complementarias a¨²n siendo rentables para que cada una optimice mejor por separada su rendimiento y los que directamente buscan soltar lastre eliminando los negocios d¨¦biles.
A todos les mueve el mismo objetivo aunque siguen estrategias diferentes, hasta el punto de que algunas veces lleguen a enfrentarse, como sucedi¨® con Icahn y Bill Ackman en Herbalife. Otras atacan por flacos diferentes y convergen, como Nelson Peltz con DuPont y Dan Loeb con Dow Chemical. Los sectores que m¨¢s atraen a los activistas son lo que est¨¢n m¨¢s devaluados, como en este momento est¨¢ sucediendo con la energ¨ªa y los grandes conglomerados industriales. Tambi¨¦n en salud.
Impacto en las acciones
El efecto en el valor de las acciones tambi¨¦n en cuestionable. Las grandes compa?¨ªas que se enfrentan a este tipo de inversores son m¨¢s propensas a rendir mejor que sus pares y eso aporta un mayor retorno para los accionistas. Pero la diferencia no es tan grande: apenas cinco puntos porcentuales en el incremento del valor de la acci¨®n. Si lo que se ve es el margen de beneficio o la evoluci¨®n en el gasto de capital, los resultados del activismo van igualmente en los dos sentidos.
Hay voces con mucho peso en el mundo financiero, como Larry Fink, de BlackRock, que consideran que la econom¨ªa est¨¢ en riesgo por esta visi¨®n cortoplacista que se asocia a los activistas. ¡°Cada vez m¨¢s y m¨¢s l¨ªderes corporativos responden con acciones que buscan dar un retorno inmediato a los inversores al tiempo que desinvierten en innovaci¨®n, en empleados formados y gasto de capital necesarios para sostener un crecimiento a largo plazo¡±, afirma en una carta enviada a los consejeros delegados de empresas del S&P 500.
El m¨¢s veterano de los agitadores acaba de crear incluso su propia plataforma de acci¨®n pol¨ªtica para llevar las ideas con las que revoluciona Wall Street hasta Washington. La iniciativa de Icahn arranca con 150 millones de d¨®lares y una carta en la que pide a los legisladores que adopten medidas para evitar que las grandes multinacionales recurran a la ingenier¨ªa contable para reducir el pagos de impuestos. Es precisamente lo que hace su empresa favorita: Apple.
Icahn, con una fortuna estimada en 19.400 millones de d¨®lares, se define como un ¡°centrista¡±. Su candidato preferido para las pr¨®ximas presidenciales es el magnate Donald Trump, quien ya le ha propuesto como secretario del Tesoro si llega a la Casa Blanca. Hillary Clinton no lo ve igual y entre sus propuestas para combatir la desigualdad incluye medidas fiscales que buscan limitar la capacidad de influencia de inversores activistas como Carl Icahn.
La aspirante dem¨®crata les compara por su forma de actuar con ladrones de bancos, que salen corriendo con el bot¨ªn tras dar el golpe. Clinton considera que estos ¡°vigorosos inversores se concentran en extraer el m¨¢ximo beneficio en el menor tiempo posible en detrimento del crecimiento futuro de las empresas¡±. Como se?ala Ray y otros expertos, esa visi¨®n cortoplacista que denuncia Clinton tiene multitud de impactos en las compa?¨ªas, como en la inversi¨®n en I+D.
El temor de los analistas, de hecho, es que la influencia de los inversores activistas fuerce a las corporaciones bajo su presi¨®n a ser menos responsables con su dinero porque adopten pol¨ªticas m¨¢s amigas de los accionistas. Es lo que vio, por ejemplo, Standard & Poor?s cuando el fondo Trian de Nelson Peltz anunci¨® el pasado octubre una inversi¨®n de 2.500 millones de d¨®lares en General Electric. El conglomerado est¨¢ sumido en un intenso proceso de transformaci¨®n.
Los activistas de Wall Street suelen buscar que la empresa objetivo entre en un proceso de fusi¨®n o de adquisici¨®n para explotar las sinergias. Es lo que consigui¨® Peltz con DuPont, que al final del pasado a?o anunci¨® un acuerdo con Dow Chemical para integrar sus negocios tras la dimisi¨®n sorpresa de Ellen Kullman (ex consejera delegada de DuPont). La hist¨®rica compa?¨ªa qu¨ªmica se partir¨¢ despu¨¦s para poder desprenderse de los activos que menos crecen y concentrarse en los que tienen m¨¢s potencial.
¡°Los llamados activistas accionariales podr¨ªan tener una influencia positiva¡±, dijo Clinton al meter este fen¨®meno en la campa?a electoral. ¡°Es bueno que los inversores presionen a los gestores a ser m¨¢s ¨¢giles y responsables o a emprender acciones sociales o medioambientales¡±. Pero eso, a?adi¨®, es muy diferente a los que tienen el objetivo de forzar una ganancia inmediata, sin importar ¡°cu¨¢nto desanime o distraiga a los gestores en su estrategia por a?adir m¨¢s valor a largo plazo¡±.
Rebecca Ray cree que esta situaci¨®n es fruto de lo que califica como la ¡°tiran¨ªa de los resultados trimestrales. Por eso muchas compa?¨ªas est¨¢n dejando de ofrecer estimaciones de beneficios¡±, a?ade, ¡°porque esta visi¨®n a corto plazo crea una din¨¢mica poco saludable¡±. William Lazonick, profesor de econ¨®micas en la Universidad de Massachusetts, considera por eso que la iniciativa de Hillary Clinton de poner esta cuesti¨®n en su agenda es loable.
Cada vez est¨¢ ganando m¨¢s peso el activismo que busca cambios operativos, como est¨¢ haciendo General Electric. Peltz, como otros activistas, suelen presionar para que se aceleren los procesos de reducci¨®n de costes y son muy agresivos al tratar de conseguir que esos ahorros se devuelvan a los inversores por la v¨ªa de un incremento en los dividendos y con planes para la recompra de acciones. Es lo que consigui¨® hace dos a?os Icahn con Apple.
Compra de acciones
El profesor Lazonick, sin embargo, no comparte toda la visi¨®n que Clinton tiene sobre los activistas. Opina incluso que el plan de la dem¨®crata puede exacerbar a¨²n m¨¢s el problema que busca aliviar si se queda en algo superficial y no identifica los diferentes tipos de actividades en los que se implican los accionistas. Lo que se deber¨ªa hacer, a?ade, es acabar con las provisiones que permiten manipular el mercado con la recompra de sus propias acciones, que benefician a sus ejecutivos y a los especuladores.
Es m¨¢s, cree que los candidatos presidenciales deber¨ªan proponer prohibir los planes de recompra de acciones. ¡°Los verdaderos creadores de valor en una compa?¨ªa son los empleados que cada d¨ªa van a trabajar para desarrollar y utilizar la capacidad productiva de sus empresas¡±, insiste Lazonick, ¡°no gestores de fondos como Icahn¡±. ¡°Si realmente se preocupan por crear valor deber¨ªan compartir las ganancias con sus empleados y as¨ª su nivel de vida tambi¨¦n mejorar¨¢¡±.
El presidente de BlackRock, Larry Fink, tambi¨¦n piensa que estos retornos excesivos env¨ªan un mensaje negativo sobre la habilidad de las compa?¨ªas para usar sus recursos y desarrollar un plan coherente para crear valor a largo plazo. Pero al mismo tiempo cree que ¡°no hay nada inherentemente malo en devolver capital a los accionistas si se hace de una manera comedida. De hecho, cree que el activismo es bueno si presiona para hacer cambios productivos.
A los directivos, como recuerda Ray, no les gustan las disrupciones. Y una vez que un activista decide actuar, hay poco que puedan hacer para cambiar la estrategia que persiguen. Romito cree que en estos casos es cr¨ªtico hacer una an¨¢lisis objetivo para determinar los puntos de vulnerabilidad y llegado el caso identificar qu¨¦ estrategias alternativas que pueden ayudar al negocio para as¨ª tener algo que ofrecer a cambio. ¡°Puede ser un proceso doloroso pero manejable¡±.
Los grandes bancos de inversi¨®n, como Goldman Sachs, cuentan ya con unidades que asesoran ante estas situaciones. El consejo que dan es evitar entrar en un cuerpo a cuerpo con los activistas o rechazar de plano sus demandas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.