?Qui¨¦n odia la reforma sanitaria?
Lo ¨²ltimo que deber¨ªan hacer los progresistas es rechazar los avances logrados
Ted Cruz ha vivido una situaci¨®n instructiva en Iowa, aunque no vaya a aprender nada del episodio. Un votante le cont¨® a Cruz la historia de su cu?ado, un peluquero que nunca hab¨ªa podido permitirse un seguro sanitario. Finalmente consigui¨® uno gracias a la reforma sanitaria del Gobierno de Obama¡ y descubri¨® que era demasiado tarde. Ten¨ªa un c¨¢ncer terminal y no fue posible hacer nada.
El votante pregunt¨® c¨®mo iba el candidato a sustituir una ley que podr¨ªa haber salvado a su cu?ado si hubiese entrado en vigor antes. Ni que decir tiene que todo lo que escuch¨® fue la charla habitual sobre las normas gubernamentales y las repetidas afirmaciones falsas de que Obamacare ha destruido ¡°millones de puestos de empleo¡± y provocado que ¡°se disparen¡± los precios de las primas de seguros.
Para que conste, desde que la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible entr¨® plenamente en vigor, el crecimiento del empleo ha sido el mejor que se ha registrado desde la d¨¦cada de 1990 y los costes sanitarios han ido aumentando mucho m¨¢s despacio que antes.
De modo que Cruz tiene un problema con la verdad. Pero ?qu¨¦ m¨¢s podemos aprender de este encuentro? Que la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible ya est¨¢ haciendo much¨ªsimo bien. Lleg¨® demasiado tarde para salvar la vida de un hombre, pero sin duda salvar¨¢ la de muchos otros. ?Por qu¨¦ entonces o¨ªmos no solo a los conservadores, sino tambi¨¦n a muchos progresistas, poner por los suelos el mayor logro pol¨ªtico del presidente Obama?
En parte, la respuesta es que Bernie Sanders ha decidido convertir las nuevas cr¨ªticas hacia la reforma, y la insistencia en que sea el Estado el que sirva de ¨²nico intermediario entre los usuarios y los proveedores sanitarios, en elementos fundamentales de su campa?a presidencial. As¨ª que algunos defensores de Sanders han empezado a atacar Obamacare diciendo que es un sistema fallido.
Vimos algo similar all¨¢ por 2008, cuando algunos seguidores de Obama se convirtieron de forma pasajera en enemigos encarnizados del requisito de que todo el mundo contratase un seguro ¡ªla llamada obligaci¨®n individual¡ª que Hillary Clinton defend¨ªa, pero al que Obama se opon¨ªa. (Una vez en el cargo, Obama admiti¨® que, de hecho, ella ten¨ªa raz¨®n, e incluy¨® dicha obligaci¨®n en su propuesta).
Pero la verdad es que Sanders no ha hecho m¨¢s que amplificar las cr¨ªticas hacia la reforma sanitaria que ya circulaban entre la izquierda. Y aunque algunas de esas cr¨ªticas est¨¢n justificadas, otras no.
Empecemos con las cr¨ªticas buenas, relacionadas con la cobertura y los costes. El n¨²mero de estadounidenses sin seguro ha ca¨ªdo en picado, especialmente en los Estados que se han esforzado para que la ley funcione. Pero millones de ciudadanos siguen sin cobertura y, en algunos casos, las elevadas franquicias hacen que esta sea menos ¨²til de lo que deber¨ªa.
Este problema no es inherente a un sistema de responsabilidad individual: otros pa¨ªses con sistemas similares a Obamacare, como Holanda y Suiza, gozan de una cobertura casi universal aun cuando dependen de aseguradoras privadas. Pero no parece probable que Obamacare, tal como est¨¢ dise?ada en la actualidad, permita llegar a eso, quiz¨¢ porque su financiaci¨®n sea un tanto escasa.
Por otro lado, aunque el control de los costes tiene incluso mejor aspecto de lo que esperaban los defensores de la reforma, la asistencia sanitaria estadounidense sigue siendo m¨¢s cara que la de cualquier otro pa¨ªs.
As¨ª que s¨ª, Obamacare tiene algunos problemas reales. La pregunta es c¨®mo afrontar esos problemas de un modo pol¨ªticamente viable.
Gran parte de lo que le oigo decir a la izquierda no son quejas porque la reforma se quede corta, sino muestras de indignaci¨®n porque las aseguradoras privadas tengan siquiera que intervenir. La idea parece ser que cualquier inter¨¦s por ganar dinero empa?a todo el proyecto.
Esta es, sin embargo, una cr¨ªtica muy mala. S¨ª, Obamacare ha mantenido los seguros privados, sobre todo para evitar grandes cambios pol¨ªticamente arriesgados a los estadounidenses que ya ten¨ªan un buen seguro, pero tambi¨¦n para ganarse el apoyo, o al menos la aquiescencia, del sector de los seguros. Pero el hecho de que algunas aseguradoras est¨¦n ganando dinero gracias a la reforma (y sus beneficios tampoco son, por cierto, tan elevados) no es motivo para oponerse a ella. Lo importante es ayudar a quienes carecen de seguro, no castigar ni demonizar a las aseguradoras.
Y hablando de demonizar: un aspecto desagradable y feo de este debate es la tendencia de algunos seguidores de Sanders, y a veces de su propia campa?a, a insinuar que cualquiera que cuestione las propuestas del senador debe de ser la herramienta corrupta de ocultos intereses creados.
Hace poco, Kenneth Thorpe, un respetado experto en pol¨ªtica sanitaria y defensor de la reforma desde hace mucho tiempo, trat¨® de cuantificar el plan de Sanders y lleg¨® a la conclusi¨®n de que costar¨ªa bastante m¨¢s de lo que se afirma en su campa?a. Puede tener raz¨®n o no, aunque la mayor¨ªa de los expertos en temas sanitarios que conozco han llegado a conclusiones similares.
Pero el director pol¨ªtico de la campa?a atac¨® de inmediato la integridad de Thorpe: ¡°Proviene de un caballero que trabaj¨® para [la aseguradora] Blue Cross Blue Shield. Es exactamente lo que cabr¨ªa esperar que pensase alguien que ha trabajado para BCBS¡±. Madre m¨ªa.
Y seamos claros: esta clase de cosas puede hacer da?o de verdad. Lo cierto es que, independientemente de a qui¨¦n nominen los dem¨®cratas, las elecciones generales van a ser sobre todo un refer¨¦ndum sobre si preservamos o no los avances reales aunque incompletos que hemos conseguido en materia de sanidad, reforma financiera y medio ambiente. Lo ¨²ltimo que deber¨ªan hacer los progresistas es menospreciar esos avances y poner en entredicho los motivos de la gente que, en el fondo, est¨¢ de su parte.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa.
? The New York Times Company, 2016.
Traducci¨®n de News Clips.
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