Y nosotros con los t¨ªteres
Los datos confirman d¨ªa a d¨ªa que estamos ante algo m¨¢s que una correcci¨®n coyuntural
En medio de un p¨¢nico en los mercados y con los temores que vienen acumul¨¢ndose respecto a la econom¨ªa mundial resulta chocante que el debate en Espa?a ayer lo dominara el tema de los t¨ªteres. He tenido la oportunidad de expresar en esta tribuna, desde el verano pasado, el temor por lo que estaba pasando en China y los emergentes y los desequilibrios derivados de la acumulaci¨®n de deuda y de los efectos secundarios de las pol¨ªticas monetarias expansivas. El petr¨®leo ha puesto la guinda al pastel. Vamos casi a sobresalto por d¨ªa.
Los datos niegan cada d¨ªa a los que se empe?an en afirmar que estamos ante una correcci¨®n coyuntural. En el mejor de los casos, nos estamos enfrentando a una correcci¨®n de nivel, a un mundo que debe recomponer sus estructuras y dependencias, reducir su deuda y exigirse otras formas de crecer tal vez m¨¢s sostenibles.
Claro que todo esto tiene mucho que ver con cosas que escapan al control dom¨¦stico pero la inestabilidad pol¨ªtica no ayuda. Ayer mismo, las dudas sobre la solidez del gobierno heleno le vino a Grecia en forma de sopapo particularmente duro. La banca del continente tambi¨¦n se resiente y aqu¨ª hay varias fuentes de inestabilidad. La b¨²squeda de rentabilidad afecta a casi todo el sector financiero pero los grandes sectores bancarios no reestructurados y saneados de forma poco transparente (como Alemania o Italia) van a traer m¨¢s movimiento a este agitado comienzo de 2016.
?Qu¨¦ puede hacerse entonces desde Espa?a? Como nuestro pa¨ªs no puede prosperar al margen del resto del mundo ¡ªy est¨¢ cayendo la que est¨¢ cayendo¡ª ser¨ªa conveniente tener en cuenta que un proyecto institucional potente es la mejor garant¨ªa de confianza externa y de honestidad propia. Sin acuerdos, este excepcional impasse pol¨ªtico actual se prolongar¨¢ durante mucho tiempo, porque no se atisba una mayor¨ªa suficiente en exclusiva. Lo preocupante es que, aunque pueda lograrse una coalici¨®n, pudiera ser peor el remedio que la enfermedad. De lo que trasciende de las negociaciones, no parece que precisamente bases institucionales como la educaci¨®n, la sostenibilidad fiscal o nueva opciones para el mercado de trabajo sean parte de los puntos de acuerdo, sino, m¨¢s bien de las renuncias. Una estabilidad pol¨ªtica descafeinada y sin margen de acci¨®n reformista es una coalici¨®n en falso.
Los inversores observan que Espa?a crece pero se cuidan de exponerse al riesgo pol¨ªtico. Adem¨¢s, crecemos pero tambi¨¦n lo hacen la deuda y el d¨¦ficit. Crecemos pero la hucha de la Seguridad Social se est¨¢ vaciando. Crecemos pero muchas administraciones regionales y locales se afanan en jugar al "no pasa nada" mientras que no hay un euro en caja. Crecemos y se crea empleo pero su calidad y temporalidad son cuestionables. Crecemos pero mientras se gesta una crisis internacional. Ser¨ªa esperable que esta vez no pens¨¢ramos que lo de fuera no va con nosotros. Hoy los partidos pol¨ªticos deber¨ªan recuperar ese sentido de urgencia, de necesidad de uni¨®n ante un entorno externo convulso. Y dejarnos de t¨ªteres antes de que nos dejen sin cabeza.
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