Distintas clases de vud¨²
Los progresistas no deber¨ªan empezar a exagerar las cifras econ¨®micas
Los dos grandes partidos pol¨ªticos de Estados Unidos son muy diferentes entre s¨ª, y una de las diferencias tiene que ver con su disposici¨®n para entregarse a las fantas¨ªas econ¨®micas.Los republicanos se sumen de forma habitual en el vud¨² econ¨®mico y hacen declaraciones descabelladas sobre los efectos positivos de las rebajas fiscales a los ricos. Los dem¨®cratas tienden a ser cautos y se cuidan de prometer demasiado, como ¨²ltimamente ha puesto de manifiesto el que la reforma sanitaria de Obama, que seg¨²n los conservadores iba a destrozar el presupuesto, haya acabado siendo bastante m¨¢s barata de lo previsto.
Pero, ?est¨¢ todo esto a punto de cambiar?
El mi¨¦rcoles, cuatro expresidentes dem¨®cratas del Consejo de Asesores Econ¨®micos presidencial ¡ªtres de los cuales asesoraron a Barack Obama y uno a Bill Clinton¡ª publicaban una mordaz carta abierta a Bernie Sanders y a Gerald Friedman, un catedr¨¢tico de la Universidad de Massachusetts que ha sido una de las principales fuentes de las cifras de la campa?a de Sanders. Los economistas llamaban la atenci¨®n sobre la campa?a por haber citado unas "afirmaciones exageradas" de Friedman que "superaban hasta las m¨¢s presuntuosas previsiones de los republicanos" y pod¨ªan "socavar la credibilidad del proyecto econ¨®mico progresista".
Es una frase dura. Pero lo es por una raz¨®n.
Las afirmaciones de las que hablan los economistas proceden de un an¨¢lisis del programa econ¨®mico de Sanders llevado a cabo por Friedman. La buena noticia es que no se trata de la evaluaci¨®n oficial de la campa?a; la mala es que los responsables de la campa?a han puesto por las nubes el an¨¢lisis de Friedman.
Y el an¨¢lisis tiene realmente miga. Los candidatos republicanos han sido objeto de muchas y justificadas burlas por sus declaraciones cada vez m¨¢s exageradas sobre el incre¨ªble crecimiento econ¨®mico que ser¨ªan capaces de lograr, empezando por la promesa de Jeb Bush de duplicar la tasa de crecimiento hasta el 4% y hacer que siga subiendo. Pero Friedman supera al Partido Republicano, al afirmar que el plan de Sanders generar¨ªa un crecimiento anual del 5,3 % durante la pr¨®xima d¨¦cada.
Yo dir¨ªa que resulta a¨²n m¨¢s reveladora la previsi¨®n de empleo de Friedman, seg¨²n la cual la tasa de empleo entre los estadounidenses adultos se disparar¨ªa hasta volver a la cifra del a?o 2000. Tal vez parezca posible; hasta que uno recuerda que, en 2026, m¨¢s de la cuarta parte de los adultos estadounidenses de m¨¢s de 20 a?os ser¨¢n mayores de 65, frente al 17 % en el a?o 2000.
Lo siento, pero no hay manera de justificar todo eso. Para los expertos en la materia como yo, resulta horripilante, la verdad.
Aun as¨ª, estas cifras pertenecen a un programa que Sanders, incluso si lograse llegar a la Casa Blanca, tendr¨ªa pocas probabilidades de sacar adelante. As¨ª que, ?tienen alguna importancia?
¡°Sanders deber¨ªa medidas en¨¦rgicas contra la tendencia de su campa?a a los excesos y desvincularse del vud¨² de la izquierda¡±
Por desgracia, la respuesta es que s¨ª, por varios motivos.
Uno es que, como advierten los economistas, las enmara?adas cuentas de la izquierda hacen que, en la pr¨¢ctica, resulte imposible criticar la econom¨ªa vud¨² de los conservadores.
Aparte de eso, esta controversia lleva a pensar que la campa?a, y quiz¨¢s el candidato, no est¨¢n preparados para tanto protagonismo. Estas afirmaciones sobre el programa de Sanders no son solo poco plausibles, sino que resultan embarazosas para cualquiera que est¨¦ m¨ªnimamente familiarizado con la historia econ¨®mica (que nos dice que elevar el crecimiento a largo plazo es muy dif¨ªcil) y la cambiante demograf¨ªa. Deber¨ªan haber hecho saltar todas las alarmas, pero es evidente que no ha sido as¨ª.
Y hay aqu¨ª un problema todav¨ªa mayor: las buenas ideas no tienen que venderse como si fueran un cuento de hadas.
Sanders pide una gran ampliaci¨®n de la red de seguridad social estadounidense, cosa que a m¨ª tambi¨¦n me gustar¨ªa que ocurriese. Pero el problema de esta medida es que probablemente perjudicar¨ªa a muchos, aunque beneficiase a muchos otros (un n¨²mero considerable de estadounidenses, sobre todo de clase media-alta, acabar¨ªa pagando m¨¢s, en forma de impuestos a?adidos, de lo que obtendr¨ªa en forma de beneficios adicionales).
Al apoyar unas afirmaciones econ¨®micas descabelladas, la campa?a de Sanders da a entender, en esencia, que no cree que su programa pueda convencer por sus propios m¨¦ritos, que necesita de un milagro econ¨®mico para minimizar los aspectos negativos de la idea. Lo que, de hecho, confirma las peores sospechas de quienes lo critican.
?Y ahora, qu¨¦? En el pasado, la campa?a de Sanders ha respondido a las cr¨ªticas poniendo en duda los motivos de los cr¨ªticos. Pero los autores de la decisiva carta publicada el mi¨¦rcoles no son solo economistas importantes, sino tambi¨¦n figuras destacadas del movimiento progresista.
Por ejemplo, Alan Krueger es uno de los fundadores de la investigaci¨®n moderna sobre los salarios m¨ªnimos, que demuestra que las peque?as subidas del salario m¨ªnimo no provocan grandes p¨¦rdidas de puestos de trabajo. Christina Romer fue una ac¨¦rrima defensora de los est¨ªmulos econ¨®micos durante el tiempo que pas¨® en la Casa Blanca y, despu¨¦s de aquello, una figura destacada de la reacci¨®n en contra de la austeridad.
La cuesti¨®n es que si menospreciamos a gente como Krueger o Romer afirmando que son c¨®mplices de Hillary o miembros en entredicho del "sistema", estamos excomulgando a la mayor¨ªa de los expertos pol¨ªticos que deber¨ªan ser nuestros aliados.
As¨ª que es muy necesario que Sanders tome medidas en¨¦rgicas contra la tendencia de su campa?a a los excesos. Adem¨¢s, tiene que desvincularse del vud¨² de la izquierda, no solo por los posibles riesgos pol¨ªticos, sino porque el realismo es, o deber¨ªa ser, un valor progresista fundamental.
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