La irreductible ignorancia
La idea del crecimiento propiciado por las rebajas fiscales deber¨ªa haber muerto
Se acuerdan de Paul Ryan? Antes, los medios de comunicaci¨®n adoraban al presidente de la C¨¢mara de Representantes, lo trataban como si fuera el ep¨ªtome del conservadurismo serio y sincero (sin importar que algunos nos fij¨¢semos de verdad en las cifras de sus presupuestos y lleg¨¢semos a la conclusi¨®n de que era un embaucador). Ahora, claro est¨¢, ha quedado en segundo plano por el Trumpocalipsis que se avecina. Pero, aunque Donald Trump pueda llegar a la Casa Blanca ¡ªo sufrir una derrota tan aplastante que hasta nuestro sesgado sistema de distritos electorales, que favorece enormemente al Partido Republicano, ponga la C¨¢mara en manos dem¨®cratas¡ª, lo m¨¢s probable es que, cuando llegue enero, Hillary Clinton sea presidenta y Ryan siga presidiendo la C¨¢mara. Por eso me interesaba leer lo que Ryan dijo durante una entrevista concedida hace poco a John Harwood. ?Qu¨¦ ha aprendido de los ¨²ltimos acontecimientos?
La respuesta es nada.
Como casi todos los dem¨¢s integrantes de la c¨²pula republicana, Ryan se niega a admitir la realidad sobre las ra¨ªces del trumpismo, sobre hasta qu¨¦ punto el partido cultiv¨® el odio y la violencia racial, y acab¨® perdiendo el control sobre el monstruo que hab¨ªa creado. Pero lo que me ha llamado la atenci¨®n de manera especial son sus comentarios sobre la pol¨ªtica fiscal. Ya s¨¦ que es aburrido, pero permitan que me detenga en ello. Hay una moraleja m¨¢s general.
La visi¨®n del mundo de los republicanos convencionales es igual de estrecha de miras que la de Trump
Se podr¨ªa pensar que los l¨ªderes del pensamiento republicano estar¨ªan inmersos en una especie de examen de conciencia sobre la obsesi¨®n de su partido por bajarles los impuestos a los ricos. ?Por qu¨¦ unos candidatos que arremeten contra los males del d¨¦ficit presupuestario y la deuda federal se sienten obligados a proponer unas rebajas fiscales para las grandes fortunas ¡ªmucho mayores que las de George W. Bush¡ª que reducir¨ªan la recaudaci¨®n en billones de d¨®lares? Y, dejando a un lado la econom¨ªa, ?por qu¨¦ ese apego a una pol¨ªtica que nunca ha gozado de gran apoyo, ni siquiera entre las propias bases del partido, y que, desde una perspectiva pol¨ªtica, resulta a¨²n m¨¢s sospechosa en un momento de auge del populismo?
Pero esto es lo que ha dicho Ryan sobre esas rebajas fiscales para el 1% que m¨¢s dinero gana: ¡°No me gusta la idea de tragarme esas tablas de distribuci¨®n. Usted se refiere a lo que nosotros denominamos distribuci¨®n est¨¢tica. Es una idea rid¨ªcula¡±. Aj¨¢. El zombi de la movilidad de ingresos contraataca.
Desde que la desigualdad de las rentas inici¨® su pronunciado aumento durante la d¨¦cada de 1980, una de las excusas favoritas de los conservadores ha sido que eso no significa nada, porque la posici¨®n econ¨®mica cambia continuamente. La gente que es rica este a?o podr¨ªa no serlo el que viene, de modo que la diferencia entre los ricos y los dem¨¢s carece de importancia, ?no es as¨ª? Bueno, es verdad que la gente sube y baja por la escala econ¨®mica, y a los que hacen apolog¨ªa de la desigualdad les encanta citar estad¨ªsticas que muestran que muchas personas que en un determinado a?o se encuentran entre el 1% con m¨¢s ingresos ya no pertenecen a esa categor¨ªa al a?o siguiente.
Pero un an¨¢lisis m¨¢s atento de los datos pone de manifiesto que esa observaci¨®n tiene menos consistencia de lo que parece. Hoy en d¨ªa, se necesitan unos ingresos de unos 400.000 d¨®lares anuales para situarse entre el 1% m¨¢s rico, y la mayor parte de las variaciones de rentas que vemos corresponde a gente que pasa de, pongamos, 350.000 a 450.000 d¨®lares o viceversa. Como afirma un amplio estudio sobre el tema, ¡°la mayor parte de la movilidad econ¨®mica tiene lugar en intervalos bastante peque?os de la distribuci¨®n¡±. Las rentas medias a lo largo de varios a?os est¨¢n distribuidas casi con tanta desigualdad como las rentas en cualquier a?o concreto, lo que significa que las rebajas fiscales que benefician sobre todo a los ricos est¨¢n, de hecho, destinadas a un peque?o grupo de personas, no a los ciudadanos en general.
Y esta es la cuesti¨®n: esta observaci¨®n no es nueva. Se da la circunstancia de que yo, personalmente, analic¨¦ el mismo argumento que utiliza Ryan ¡ªy demostr¨¦ que era err¨®neo¡ª hace casi 25 a?os. Sin embargo, el hombre al que todos consideran l¨ªder intelectual del Partido Republicano sigue diciendo lo mismo de siempre. Vale, puede que yo est¨¦ dando rienda a mi indignaci¨®n al centrarme en este asunto en concreto. Pero la pervivencia del zombi de la movilidad de ingresos, al igual que la del zombi del crecimiento propiciado por las rebajas fiscales (zombis que deber¨ªan haber muerto, de una vez por todas, tras los desastres de Kansas y Louisiana), forma parte de un patr¨®n.
Puede que los horrorizados republicanos clamen contra la ignorancia arrogante de Donald Trump. Pero ?hasta qu¨¦ punto son diferentes los dirigentes convencionales del partido? Su visi¨®n del mundo, tan estrecha de miras, tiene un barniz de respetabilidad y puede que vaya acompa?ada de una apariencia reflexiva, pero en realidad es igual de inmune a las pruebas fehacientes (puede que incluso m¨¢s, porque tiene el poder del pensamiento grupal tras ella). Esta es la raz¨®n por la que no deber¨ªan lamentar el estrepitoso fracaso pol¨ªtico de Marco Rubio. Si Rubio hubiese triunfado, se habr¨ªa limitado a hacer creer a su partido que lo ¨²nico que necesita es un cambio de imagen cosm¨¦tico (un rostro m¨¢s joven y fresco que siga vendiendo la misma ortodoxia caduca). Ah, y un cambio de tornas de ¨²ltima hora que beneficiase a alguien como John Kasich tendr¨ªa, a su manera, consecuencias similares.
Lo que hemos conseguido a cambio es, al menos, la posibilidad de que se produzca una catarsis purificadora, un periodo en el desierto pol¨ªtico que acabe obligando al sistema republicano a replantearse sus premisas. Eso es algo positivo, o lo ser¨ªa, si no fuese tambi¨¦n acompa?ado del riesgo de que Trump llegue a presidente.
Paul Krugman es Premio Nobel de Econom¨ªa.
? New York Times News Service, 2016.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.