El ¡®trumpismo¡¯ y la verdad
La voluntad de equilibrio puede llevar a la prensa a igualar propuestas serias con ideas irresponsables
?C¨®mo tratar¨¢n los medios de comunicaci¨®n la batalla entre Hillary Clinton y Donald Trump? Sospecho que s¨¦ la respuesta (y va a ser de lo m¨¢s frustrante). Pero quiz¨¢s, solo quiz¨¢s, se?alar de antemano algunos pecados period¨ªsticos frecuentes limite los da?os. As¨ª que hablemos de lo que puede salir mal y probablemente saldr¨¢ mal ¡ªaunque no tiene por qu¨¦¡ª en relaci¨®n con la cobertura informativa.
Lo primero, y menos da?ino, ser¨¢ el impulso de hacer que las elecciones parezcan m¨¢s re?idas de lo que son, aunque solo sea porque una carrera apretada da pie a mejores historias. Ya se aprecia esta tendencia en los comentarios que se?alan que el asombroso resultado de la lucha por la candidatura republicana significa, de alg¨²n modo, que los sondeos y otros indicadores convencionales de fortaleza electoral no sirven de nada.
Sin embargo, lo cierto es que los sondeos han sido indicadores bastante buenos desde el principio. Los expertos que descartaron la posibilidad de que Trump fuese elegido candidato lo hicieron a pesar de los sondeos, no debido a estos, que llevan m¨¢s de ocho meses poniendo de manifiesto la gran ventaja de Trump.
Ah, y no exageremos la importancia de ning¨²n sondeo en concreto. Cuando se hacen muchos, es probable que unos cuantos se alejen de la media, tanto por errores de muestreo aleatorios como por los sesgos que pueden colarse en la elaboraci¨®n de cualquier encuesta. Si la media de los sondeos recientes indica una ventaja clara de alg¨²n candidato ¡ªcomo sucede ahora mismo con Clinton¡ª, cualquier encuesta concreta que se aleje de esa media debe cogerse con pinzas.
Un vicio m¨¢s grave de la cobertura informativa pol¨ªtica, que tanto hemos presenciado en elecciones anteriores, pero que ser¨¢ mucho m¨¢s da?ino si se repite esta vez, es la falsa equivalencia.
Se podr¨ªa pensar que es algo imposible en lo tocante a asuntos pol¨ªticos importantes, donde la asimetr¨ªa entre los candidatos es casi rid¨ªculamente obvia. Por poner como ejemplo la comparaci¨®n m¨¢s llamativa, Trump ha propuesto unas rebajas fiscales enormes sin recortes del gasto plausibles que las compensen, pero tambi¨¦n ha prometido reducir la deuda estadounidense; por su parte, Clinton ha propuesto un peque?o aumento del gasto compensado con subidas fiscales espec¨ªficas.
Es decir, un candidato juega con una idea fantasiosa e irresponsable, mientras que el otro se muestra muy prudente con las cifras. Pero desconf¨ªen de los an¨¢lisis informativos que, en nombre del "equilibrio", quitan importancia a ese contraste.
No se trata de un fen¨®meno nuevo: hace muchos a?os, cuando George W. Bush ment¨ªa de forma evidente sobre sus cuentas presupuestarias sin que nadie informase sobre ello, yo se?al¨¦ que si un candidato afirmase que la Tierra era plana, los titulares dir¨ªan: "La forma del planeta: ambas partes tienen algo de raz¨®n". Pero este a?o podr¨ªa ser much¨ªsimo peor.
?Y qu¨¦ hay de asuntos menos cuantificables relacionados con el comportamiento? Ya he visto a expertos que insin¨²an que los dos posibles candidatos juegan sucio, que ambos han recurrido a los "golpes bajos" durante la campa?a. Para que conste, Trump ha puesto en duda la virilidad de sus rivales, los ha llamado mentirosos y ha insinuado que el padre de Ted Cruz ten¨ªa relaci¨®n con el asesino de John Fitzgerald Kennedy. Por su parte, Clinton ha indicado que Bernie Sanders no hab¨ªa hecho los deberes en relaci¨®n con algunos asuntos pol¨ªticos. No es lo mismo una cosa que otra.
Finalmente, casi puedo garantizar que veremos intentos de ofrecer visiones as¨¦pticas sobre los motivos y posturas de los seguidores de Trump, intentos de restar importancia al racismo que hay en el fondo del movimiento y de pretender que lo que de verdad preocupa a los votantes son las prioridades de los que pertenecen a la exclusiva escena pol¨ªtica de Washington DC (proceso que yo denomino "centrificaci¨®n").
Eso es, al fin y al cabo, lo que pas¨® tras el auge del Tea Party. He visto afirmaciones de que a los miembros del Tea Party les mov¨ªan los rescates econ¨®micos de Wall Street, o incluso que era un movimiento relacionado sobre todo con la responsabilidad fiscal, impulsado por votantes hartos del d¨¦ficit presupuestario.
En realidad, nunca hubo ning¨²n indicio de que esas cosas importasen; si siguen la trayectoria real del movimiento, este siempre ha sido un grupo de votantes blancos enfadados ante la idea de que sus impuestos se usasen para ayudar a Esa Gente, ya fuese mediante ayudas hipotecarias para los propietarios con dificultades pertenecientes a minor¨ªas o mediante la atenci¨®n sanitaria a familias con pocos recursos.
Ahora veo que se insin¨²a que lo que impulsa al trumpismo es la preocupaci¨®n por la paralizaci¨®n pol¨ªtica. No es as¨ª. Ni siquiera es la "ansiedad econ¨®mica", en la mayor¨ªa de los casos.
El apoyo a Trump en las primarias tiene much¨ªsimo que ver con el resentimiento racial: lo que vemos es un movimiento de hombres blancos enfadados porque ya no dominan la sociedad estadounidense como antes. Y pretender lo contrario es dar carta blanca tanto al movimiento como al hombre que lo dirige.
Al final, la mala informaci¨®n probablemente no altere el resultado de las elecciones, porque la verdad es que esos hombres blancos iracundos est¨¢n en lo cierto en cuanto al declive de su poder. Estados Unidos se est¨¢ convirtiendo, cada vez m¨¢s, en una sociedad racialmente diversa y socialmente tolerante, no como las bases republicanas, y, menos a¨²n, como la mayor¨ªa relativa de esas bases que ha elegido a Donald Trump.
Aun as¨ª, los ciudadanos tienen derecho a estar bien informados. Los medios de comunicaci¨®n deber¨ªan hacer todo lo posible por resistirse a las falsas equivalencias y a la centrificaci¨®n, e informar sobre lo que de verdad est¨¢ pasando.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa.
? The New York Times Company, 2016.
Traducci¨®n de News Clips.
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