¡°El BCE no puede tomar decisiones por sus simpat¨ªas pol¨ªticas¡±
El banquero central alem¨¢n desconf¨ªa de que el fin de los billetes de 500 vaya a reducir el crimen
Es probable que Alemania sea el pa¨ªs donde m¨¢s pasiones levante un asunto tan ¨¢rido como la pol¨ªtica monetaria. Los bajos tipos de inter¨¦s con los que el Banco Central Europeo (BCE) trata de reactivar una actividad y unos precios an¨¦micos se viven en la primera econom¨ªa del euro como una afrenta a los ahorradores y al sector financiero. La anunciada supresi¨®n de los billetes de 500 euros ha caldeado a¨²n m¨¢s los ¨¢nimos. Jens Weidmann (Solingen, 1968) vive esta disputa desde una situaci¨®n especialmente delicada.
Pregunta. Su defensa de Draghi frente a las cr¨ªticas del ministro alem¨¢n Wolfgang Sch?uble ha sorprendido incluso a algunos miembros del Consejo del BCE.
Respuesta. Mi intenci¨®n no era defender a Draghi. Hice hincapi¨¦ en la independencia del banco central y di mi opini¨®n sobre la orientaci¨®n de la pol¨ªtica monetaria bas¨¢ndome en un an¨¢lisis econ¨®mico.
P. ?No supone un cambio en su estrategia de comunicaci¨®n?
R. No. Es leg¨ªtimo debatir p¨²blicamente la pol¨ªtica monetaria. Los bancos centrales tienen el deber de rendir cuentas ante la ciudadan¨ªa. Pero no hay que llegar a poner en riesgo su independencia. Puede que la vehemencia del debate se deba tambi¨¦n a que algunas medidas han desdibujado los l¨ªmites entre pol¨ªtica monetaria y fiscal y han redistribuido la responsabilidad estatal sobre los balances de los bancos centrales.
P. Sch?uble lleg¨® a acusar al BCE de complicidad en el ascenso del partido populista Alternativa para Alemania.
R. ?Acaso el Consejo de Gobierno del BCE deber¨ªa orientar su pol¨ªtica monetaria en funci¨®n de a qui¨¦n beneficie o de sus simpat¨ªas por determinado Gobierno o partido? El BCE no puede atender a estas consideraciones, porque politizar¨ªa sus directrices monetarias y socavar¨ªa su independencia.
P. El malestar ha llevado a algunos pol¨ªticos alemanes a reclamar que el pr¨®ximo presidente del BCE sea de su pa¨ªs.
R. Ese debate sobre la nacionalidad no lleva a ninguna parte. La cuesti¨®n no es si la pol¨ªtica econ¨®mica es alemana, espa?ola u holandesa, sino que est¨¦ orientada hacia la estabilidad. Tampoco puede ser que decidamos de antemano si el presidente va a ser alem¨¢n, franc¨¦s o italiano.
Sobre el super¨¢vit alem¨¢n: ¡°En Europa no llegaremos muy lejos si nos limitamos a se?alar a los dem¨¢s con el dedo"?
P. Diversos analistas se?alan a Alemania, con su elevado super¨¢vit por cuenta corriente, como la verdadera ego¨ªsta de la eurozona.
R. En Europa no llegaremos muy lejos si nos limitamos a se?alar a los dem¨¢s con el dedo. Cada pa¨ªs se enfrenta a sus propios desaf¨ªos. En Alemania es el cambio demogr¨¢fico; en Espa?a, el elevado desempleo juvenil; en Italia, la educaci¨®n y la formaci¨®n. Con una poblaci¨®n como la alemana, cada vez m¨¢s envejecida, el super¨¢vit por cuenta corriente no es nada raro. La gente acumula capital para la vejez tambi¨¦n en otros pa¨ªses. El super¨¢vit ha seguido aumentando por la bajada del precio del petr¨®leo y a la depreciaci¨®n del euro. Por otra parte, en comparaci¨®n con el resto de la eurozona, los super¨¢vits se han reducido a la mitad desde la crisis.
P. El Gobierno de EE UU acaba de poner a Alemania bajo vigilancia por sus pr¨¢cticas comerciales.
R. El super¨¢vit por cuenta corriente del 8,5% del PIB es, a la larga, excesivamente elevado. De eso no hay duda. Por eso Alemania se enfrenta ya a un procedimiento de desequilibrio macroecon¨®mico. Pero no es que est¨¦ manipulando el mercado o practicando la competencia desleal. Esto no quiere decir que en Alemania no haya que hacer nada. Aqu¨ª tambi¨¦n hacen falta reformas. Por ejemplo, habr¨ªa que mejorar las condiciones para las inversiones, hacer m¨¢s sostenible el sistema de pensiones y m¨¢s eficaz el sistema educativo.
P. A principios de a?o negaba la necesidad de una pol¨ªtica expansiva del BCE. Ahora ya no.
R. En el Consejo de Gobierno del BCE estamos de acuerdo en que, en el entorno actual, la orientaci¨®n de la pol¨ªtica monetaria tiene que ser expansiva. No obstante, hemos mantenido duros debates sobre el alcance de las medidas. En marzo se redujeron las previsiones de inflaci¨®n, y hemos reaccionado.
P. Los instrumentos a su disposici¨®n son limitados, exceptuando formas extremas como el llamado helic¨®ptero del dinero [una inyecci¨®n masiva de dinero a trav¨¦s del banco central].
R. No estoy de acuerdo con una medida as¨ª, que solo sirve para confundir a la gente. El Consejo del BCE no lo toma en consideraci¨®n. No somos un centro de investigaci¨®n que pueda tener debates inocuos sobre ideas descabelladas. Adem¨¢s, nuestros pron¨®sticos apuntan a que la presi¨®n interior de los precios aumentar¨¢ y el efecto de la energ¨ªa sobre las tasas de inflaci¨®n se ir¨¢ diluyendo.
P. ?Hasta d¨®nde pueden seguir bajando los intereses?
R. Tenemos que dejar que haga efecto lo que hemos decidido y no especular sobre otras medidas. Si no, es imposible generar confianza.
P. ?Le preocupan los efectos en los bancos?
R. Por supuesto que los intereses bajos lastran su situaci¨®n. Pero el objetivo de la pol¨ªtica econ¨®mica no es garantizar los beneficios bancarios.
P. El BCE ha puesto fin a los billetes de 500 euros. Usted no est¨¢ demasiado convencido.
R. No conozco ning¨²n estudio que demuestre que eliminar esta denominaci¨®n vaya a contribuir de manera significativa a reducir las actividades ilegales. En EE UU el billete de m¨¢s valor es el de 100 d¨®lares y no parece que all¨ª la criminalidad sea menor. Pero lo importante para m¨ª era que el BCE se declarase a favor del efectivo sin ning¨²n atisbo de duda, y que dejase claro que las dem¨¢s denominaciones no estaban en peligro. Adem¨¢s, el billete de 500 conserva su condici¨®n de medio de pago legal. Nadie tiene que temer que sus billetes dejen de tener valor.
No hay pruebas de que eliminar los billetes de 500 euros reduzca el crimen¡±
P. Se vuelve a plantear el debate sobre un aligeramiento de la deuda griega. ?De qu¨¦ cuant¨ªa deber¨ªa ser?
R. Es un debate secundario. Comparado con su rendimiento econ¨®mico, Grecia paga menos intereses que Italia o Portugal. El problema m¨¢s acuciante de los griegos no es el servicio de la deuda, sino cumplir con el programa y volver a la autonom¨ªa econ¨®mica.
P. Un estudio reciente mostraba que el 90% del dinero del rescate ha ido a los bancos.
R. Grecia ten¨ªa deudas con acreedores a los que no pod¨ªa atender. Por eso intervino la UE. Los primeros pr¨¦stamos se incorporaron a los presupuestos griegos y, por lo tanto, beneficiaron al pa¨ªs. Adem¨¢s, tras los bancos hab¨ªa depositantes que les confiaron sus ahorros, tambi¨¦n en Grecia.
P. Usted ha advertido de que el debate sobre pol¨ªtica monetaria no se debe circunscribir a las consecuencias negativas para los ahorradores. ?Deber¨ªan los pa¨ªses m¨¢s propensos a ahorrar, como Alemania, acostumbrarse a gestionar el dinero de otra manera?
R. Mi argumento era que los intereses bajos perjudican a los ciudadanos como ahorradores, pero que los favorecen como trabajadores, contribuyentes y propietarios de bienes inmuebles. Ahorrar sigue siendo importante, pero el entorno de bajos intereses tendr¨¢ consecuencias para las decisiones de inversi¨®n de los ciudadanos: algunos ahorrar¨¢n menos y consumir¨¢n m¨¢s; otros correr¨¢n m¨¢s riesgo en busca de rentabilidades mejores, y hasta habr¨¢ quien ahorrar¨¢ m¨¢s para mantener un determinado nivel de ingresos en su vejez.
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