El oro es para siempre
El aumento de la demanda en un 21% devuelve al metal precioso su papel como valor refugio
En una caja de madera forrada de terciopelo rojo, hay una docena de monedas doradas. "Siempre hay que ense?¨¢rselas a los inversores", explica con una sonrisa Jens Weidenbach, director de la filial espa?ola de Degussa, siglas de Refiner¨ªa Alemana de Oro y Plata, una de las mayores empresas de compraventa de metales preciosos de Europa. "Si no pueden verlo y tocarlo, no ser¨ªa lo mismo". Sujeta dos monedas, de una onza (algo m¨¢s de 31 gramos) de peso cada una, y las choca entre s¨ª. El golpe provoca un sonido agudo, firme, prolongado. "No hay nada que se le parezca", comenta con cierto aire enso?ado.
Los inversores tambi¨¦n parecen coincidir: no hay nada que se parezca al oro. El primer trimestre de 2016, el Consejo Mundial del Oro ¡ªla patronal internacional del sector¡ª registr¨® una demanda global de 1.290 toneladas, un 21% m¨¢s que en el mismo per¨ªodo del a?o anterior y el segundo mejor trimestre para el metal precioso desde que el Consejo (fundado en 1987) tiene registros. El precio de la onza creci¨® un 16%, para cerrar por encima de los 1.200 d¨®lares, el mejor trimestre desde 1986. Y aunque el entusiasmo en los precios se ha desvanecido un poco, el propietario de una moneda de oro puro a principios de a?o hoy ve como su pieza vale alrededor de un 10% m¨¢s que hace seis meses (si la compr¨® con euros).
Nadie se lo esperaba en enero. 2015 termin¨® siendo un p¨¦simo a?o para el oro, como lo hab¨ªan sido los dos anteriores. La onza del metal cerr¨® el ejercicio cotizando a 1.068 d¨®lares, una ca¨ªda de m¨¢s de 10% con respecto a 2014 y lej¨ªsimos de los m¨¢s de 1.900 d¨®lares a los que se vend¨ªa en agosto de 2011. El sector estaba abiertamente en crisis y las perspectivas eran negativas. "Vemos la onza por debajo de los mil d¨®lares por un breve per¨ªodo de tiempo", explicaba Natixis a sus clientes.
?Por qu¨¦ este cambio? La m¨¢s popular de las explicaciones es la cautela de la Reserva Federal de Estados Unidos y de su presidenta, Janet Yellen, a la hora de avanzar en la muy esperada subida de tipos de inter¨¦s: dado que el precio de la onza est¨¢ ligado al d¨®lar, las fluctuaciones de la moneda estadounidense siempre afectan al precio del metal precioso. "Hay una correlaci¨®n negativa muy fuerte entre el bono estadounidense a 10 a?os y el oro", indica Ursula Marchioni, directora de estrategia para Europa, Oriente Pr¨®ximo y ?frica de iShares, la divisi¨®n de fondos cotizados de Blackrock. "Cuando uno sube, el otro baja".
Pero no es solo eso. El mercado parece temer una nueva crisis ¡ªo, quiz¨¢s, no cree que la econom¨ªa mundial haya terminado de salir de la anterior. "Es una combinaci¨®n de factores", explica Max Layton, analista de Goldman Sachs. "Adem¨¢s de la incertidumbre sobre el alza de tipos en EE UU, las pol¨ªticas monetarias en todo el mundo se han ido distendiendo y las preocupaciones sobre el crecimiento global a¨²n existen, a pesar del alza de los mercados".
Los nost¨¢lgicos de la moneda met¨¢lica
En 1971, Richard Nixon suspendi¨® unilateralmente la convertibilidad del d¨®lar estadounidense con el oro, la base del sistema monetario salido del acuerdo de Bretton Woods de 1944. Desa?parec¨ªa as¨ª la ¨²ltima conexi¨®n directa y fija de las monedas del mundo con el oro. Y aunque contin¨²a siendo una de las bases de las reservas mundiales, ning¨²n pa¨ªs respalda totalmente su moneda con el metal precioso.
Sin embargo, no han desaparecido las voces que piden un rol m¨¢s importante del oro en el sistema econ¨®mico mundial. "No se puede dejar algo tan importante como el poder adquisitivo de los ciudadanos en las manos irresponsables de los bancos centrales y, sobre todo, de los pol¨ªticos", afirma Juan Manuel L¨®pez Zafra, autor del libro Retorno al patr¨®n oro. A finales de 2014, un refer¨¦ndum en Suiza ¡ªimpulsado por el Partido Popular Suizo, de derecha populista¡ª rechaz¨® la obligatoriedad por parte del Banco Central de respaldar en oro al menos un 20% de la masa monetaria. En Estados Unidos, el patr¨®n oro tiene entre sus defensores el ala m¨¢s conservadora del Partido Republicano, de los que el m¨¢s destacado es el presidente de la C¨¢mara de Representantes, Rand Paul. Sin embargo, el consenso de la inmensa mayor¨ªa de los economistas es que, como ya dijo ?John Maynard Keynes hace 90 a?os, el oro es una "reliquia b¨¢rbara" sin lugar en un sistema econ¨®mico moderno. "No es que defienda precisamente las pol¨ªticas de inyecciones de capital del BCE", considera Fernando M¨¦ndez, profesor de Historia del Pensamiento Monetario de la Universidad Complutense. "Pero el sistema actual, bien administrado, tiene una flexibilidad que permite evitar crisis econ¨®micas". El propio L¨®pez Zafra reconoce que cualquier ligaz¨®n entre la moneda y cualquier materia prima, ahora mismo, es imposible de llevar a cabo. "Evidentemente, si se aplicase de golpe el sistema econ¨®mico se vendr¨ªa abajo enseguida", afirma. "Habr¨ªa que llegar a un consenso, como el de Bretton Woods, y aplicarlo poco a poco".
Otras voces, como el premio Nobel de Econom¨ªa Paul Krugman, se han mostrado m¨¢s visceralmente cr¨ªticas. "Las personas de mentalidad conservadora tienden a apoyar el patr¨®n oro porque se las convence muy f¨¢cilmente de que la moneda fabricada de manera discrecional en un intento de estabilizar la econom¨ªa en realidad forma parte de una conspiraci¨®n mayor cuyo fin es arrebatarles sus riquezas", consideraba en un art¨ªculo de 2013.
Bar¨®metro hist¨®rico
Sea una crisis pasajera o el inicio de un nuevo ciclo alcista, la situaci¨®n realza el rol del oro como lo que siempre ha sido: el valor refugio por excelencia, el bien al que se recurre cuando se duda de todo lo dem¨¢s. "La naturaleza del oro es de servir como un bar¨®metro de las preocupaciones e incomodidades del mercado", se?ala John Mulligan, director de Relaciones con los Miembros y el Mercado del Consejo Mundial del Oro. "Los inversores utilizan el oro como un refugio contra la volatilidad", explica Marchioni. En un mercado financiero inexplorado como el actual, con tipos de inter¨¦s negativos en algunos pa¨ªses, la persistencia del metal precioso tiene un peso adicional en la mentalidad de los inversores.
"La protecci¨®n contra la volatilidad fue uno de los motivos que impulsaron la entrada de capital en los fondos negociables en oro a principios de a?o", considera Marchioni. "Y podr¨ªa seguir siendo relevante, porque en la segunda mitad de este a?o hay varios procesos electorales importantes, lo que mantiene la incertidumbre sobre el crecimiento y las pol¨ªticas de los bancos centrales". "Lo que hemos visto este primer trimestre sugiere una incertidumbre comparable en escala con la de 2009", apunta Mulligan.
La inflaci¨®n es, por norma general, el principal temor de los consumidores de oro. Es por eso que las inyecciones de liquidez en el mercado en Europa y Jap¨®n, as¨ª como la reticencia al alta de tipos de la Fed, est¨¢n impulsando la demanda, a pesar de que la reacci¨®n de los precios, sobre todo en Jap¨®n, haya sido cuanto menos escasa. "Hay quien diga que toda esta liquidez en el mercado no ha causado inflaci¨®n hasta ahora, as¨ª que ?por qu¨¦ deber¨ªamos preocuparnos?", indicaba a finales del mes pasado Geoff Blanning, director de Materias Primas de Schroeder's, en una carta a sus clientes titulada Se acab¨® el mercado bajista. "Pero nosotros vemos la situaci¨®n como una persona sacudiendo una botella de ketchup: lo intentas varias veces y no sale nada, y de pronto sale m¨¢s de lo que necesitas". Por otro lado, la propia Goldman Sachs ha alertado que, en cuanto el mercado asuma la nueva incertidumbre, el precio del metal precioso volver¨¢ a caer.
Negocio con paciencia
Ayuda tambi¨¦n a reflotar el atractivo del oro el hecho de que la pol¨ªtica de tipos cero del Banco Central Europeo y del Banco de Jap¨®n hayan contribuido a contrarrestar su principal desventaja: su nula rentabilidad intr¨ªnseca. "Para tener oro hay que tener paciencia", reconoce Jens Weidenbach, de Degussa. "La mejor inversi¨®n en oro es si nuestro abuelo hubiera comprado un lingote hace d¨¦cadas".
La inversi¨®n en metales preciosos sigue siendo muy desigual por pa¨ªses, dependiendo del marco legal y las actitudes culturales hacia el oro. "Espa?a, por ejemplo, no tiene tradici¨®n de invertir en metales preciosos", considera Weidenbach. "Durante muchos a?os estuvo prohibido que los particulares tuviesen oro, por lo que aqu¨ª, por decirlo de alguna manera, hay que cristianizar al inversor. En Alemania los bancos venden oro como un servicio m¨¢s, es su negocio tradicional y natural".
Para Mulligan, del Consejo Mundial del Oro, la visi¨®n del mercado del metal precioso como el refugio de los archiconservadores que solo recurren a ¨¦l en tiempos de crisis es solo parcialmente correcta. "Es una visi¨®n muy occidental", comenta. "En Asia, es al rev¨¦s: las compras de oro aumentan en las ¨¦pocas de prosperidad".
Y una ¨¦poca de prosperidad es lo que ha vivido China, en especial en los 15 a?os entre 1997 y 2013. El levantamiento de la prohibici¨®n de la posesi¨®n de oro f¨ªsico por los particulares a principios de la pasada d¨¦cada por parte del r¨¦gimen de Pek¨ªn permiti¨® que el oro recuperase su papel como destino del ahorro por excelencia. Prueba del dr¨¢stico?cambio de actitud ha sido el anuncio del Gobierno de Pek¨ªn de que determinar¨ªa el precio del metal precioso en yuanes, con el fin de impulsar el mercado de Shangh¨¢i frente a Londres, el centro mundial de negociaci¨®n. Los bancos del pa¨ªs asi¨¢tico tienen hasta "planes de acumulaci¨®n" de lingotes de oro; ICBC, la mayor entidad china (y del mundo), acaba de comprar una b¨®veda con 2.000 toneladas de capacidad en Londres.
Sin embargo, la falta de estad¨ªsticas precisas convierte al mercado chino en una suerte de caja negra, donde no se puede saber cu¨¢nto oro compran y venden realmente los ciudadanos. El hecho de que China se haya convertido en el mayor productor mundial ¡ªgracias al descubrimiento de enormes yacimientos en la Mongolia interior¡ª a?ade incertidumbre a las cifras.?Seg¨²n datos del Consejo Mundial del Oro, entre 2009 y 2013, el volumen de la demanda china se duplic¨® hasta convertirlo en el mayor consumidor mundial del metal: 1.050 toneladas en 2015.
China ha superado as¨ª al que, tradicionalmente, era el mayor consumidor del planeta: India. En el subcontinente, el oro en forma de joyer¨ªa ha sido tradicionalmente el sistema de ahorro preferido. En las grandes ocasiones ¡ªcomo bodas y festivales hinduistas¡ª la tradici¨®n es, si el precio del metal est¨¢ estable, comprar una o dos piezas para el ajuar familiar. "En la mayor¨ªa de los casos, la dote es el ¨²nico recurso econ¨®mico que tienen las mujeres por si mismas", apunta Mulligan. "Y, casi siempre est¨¢ en forma de oro".
En Occidente, uno de los objetivos de la industria en las ¨²ltimas d¨¦cadas ha sido facilitar la entrada en el mercado de los peque?os inversores, a semejanza del modelo asi¨¢tico. Desde el punto de vista minorista, la invenci¨®n de las monedas de oro puro, con pesos en m¨²ltiplos de onza ¡ªla primera, el krugerrand sudafricano, fue acu?ada en 1967¡ª fue un primer paso. Pero el verdadero movimiento democratizador del oro ha sido la aparici¨®n en 2003 de los fondos en oro cotizados (o ETF, aunque estas son las siglas en ingl¨¦s de los fondos cotizados en general), que han abierto un mercado hasta entonces inexplorado. "Son valores dise?ados para que su valor corra paralelo al precio del oro en efectivo", explica Marchioni. "Hay distintos mecanismos para lograrlo, aunque, t¨ªpicamente, est¨¢n respaldados por t¨ªtulos que, a su vez, est¨¢n respaldados en oro". Surgidos en el peque?o ¡ªpero relevante¡ª mercado australiano, de 34 toneladas con el que cerraron su primer ejercicio, los fondos tienen ahora m¨¢s de 1.900 toneladas del metal precioso, m¨¢s del 5% de las reservas mundiales.
El papel de los fondos
El problema es que la flexibilidad de los ETF los convierte en los primeros que empiezan a soltar oro en cuanto los capitales pierden el miedo y salen en busca de activos m¨¢s rentables. En 2013 los fondos cotizados vendieron m¨¢s de 915 toneladas de oro, y aunque el ritmo de salida se ha reducido, el a?o pasado terminaron el ejercicio con un saldo neto negativo. Durante los a?os del boom, SPDR Gold Shares, el mayor fondo de este tipo, se convirti¨® en el mayor fondo cotizado del mundo, con una capitalizaci¨®n de 77.500 millones de d¨®lares. Hoy, ha perdido m¨¢s de la mitad de ese valor.
La fuga de los capitales de los ETF no ha supuesto una debacle en el mercado del oro gracias a la intervenci¨®n de los bancos centrales. Desde 2008 en adelante, de vendedoras netas, las autoridades monetarias han pasado a ser compradoras. "El objetivo es diversificar sus reservas de divisas, sobre todo aquellas basadas especialmente en el d¨®lar estadounidense", explica Marchione. "Seg¨²n el FMI, los que m¨¢s est¨¢n invirtiendo son los de Rusia, China y Kazajist¨¢n". De 2010 a 2015, los bancos centrales han comprado m¨¢s de 2.900 toneladas de oro.
Esta intervenci¨®n ha sido un giro copernicano con respecto a las tendencias del mercado de los ¨²ltimos 30 a?os. En la estabilidad econ¨®mica de los a?os noventa del siglo pasado, el precio del oro entr¨® en una pendiente descendiente que lleg¨® a perjudicar a los pa¨ªses productores. Tanto fue as¨ª que en 1999 el BCE y los 11 bancos centrales de la eurozona ¡ªm¨¢s los de Suecia, Suiza y Reino Unido¡ª acordaron limitar sus propias ventas del metal precioso, afirmando que el oro "seguir¨ªa siendo un importante elemento de las reservas monetarias globales". Sin embargo, la onza sigui¨® cayendo hasta rozar los 250 d¨®lares en 2001. El acuerdo de no vender oro se prolong¨® dos veces m¨¢s, en 2004 y en 2009.
Crisis 'subprime'
Pero entonces ya no era necesario. En 2008, el terremoto que vivieron las finanzas estadounidenses por la crisis de las hipotecas subprime se sum¨® a la explosi¨®n del mercado chino y al auge de los ETF para producir el mayor boom del oro desde que, en los a?os setenta del siglo pasado, la econom¨ªa mundial se deslig¨® formalmente del metal precioso. La demanda de metal para invertir pas¨® de 688 toneladas en 2006 a 1.730 en 2011, un 151% m¨¢s que cinco a?os antes. En Europa ¡ªque pronto se convirti¨® en el punto focal de la crisis¡ª la demanda neta de oro pas¨® de 9,6 toneladas en 2007 a 174 toneladas al a?o siguiente. El cuarto trimestre de 2008, la demanda neta en Alemania y Suiza super¨® a la de Estados Unidos.
Y aunque su precio hab¨ªa aumentado de forma constante a partir de 2001¡ªal calor de los acuerdos europeos¡ª la onza se dispar¨®: en diciembre de 2007 super¨® los 800 d¨®lares por primera vez en la historia, y al mes siguiente, los 900.
La joyer¨ªa, las monedas y los lingotes son los principales usos del oro, un metal que, por su maleabilidad, no tiene grandes utilidades pr¨¢cticas. Los escasos usos industriales est¨¢n en decadencia. La aparici¨®n de compuestos cer¨¢micos ha reducido la demanda de dientes de oro, mientras que la industria electr¨®nica est¨¢ buscando ¡ªy encontrando¡ª alternativas m¨¢s econ¨®micas al oro para las microsoldaduras. Pero para el Consejo Mundial, hay una esperanza. "El oro sigue encabezando la revoluci¨®n nanotecnol¨®gica", explica un informe. "Un ejemplo es una nueva tecnolog¨ªa que utiliza nanopart¨ªculas de oro para trazar l¨ªneas rectas y perfectas en un tipo muy importante de semiconductores". El uso industrial del oro represent¨® en 2015 un 7,7% de la demanda mundial.
En todo caso, al mercado del oro lo alimenta algo que supera lo racional. "Keynes habl¨® de la sagrada hambre del oro", considera Fernando M¨¦ndez, profesor de Historia del Pensamiento Monetario de la Universidad Complutense. "La raz¨®n de ser del oro es que el metal cumple a la perfecci¨®n el papel de bien que representa a cualquier otro bien". O, como explic¨® Peter L. Bernstein en El poder del oro, una de las historias del metal m¨¢s citadas, "Al contrario que otras formas de dinero, el oro nunca ha perdido su calidad po¨¦tica", relata. "Ha sido siempre sacro y profano a la vez". Ese misticismo confund¨ªa al propio antecesor de Yellen, Ben Bernanke, que confes¨® su incapacidad de explicar las evoluciones del metal ante una subcomisi¨®n del Senado. "Nadie entiende realmente c¨®mo funcionan los precios del oro", afirm¨®. "Y no voy a fingir que los entiendo".
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