Europa, el zig zag del borracho
El debate es si la par¨¢lisis europea es debida a la hegemon¨ªa conservadora o al propio modelo.
Es dif¨ªcil encontrar un curso m¨¢s aciago para la Uni¨®n Europea (UE) que ¨¦ste que se acaba. El recorrido de su proyecto semeja el zig zag de un borracho, sin energ¨ªa ni continuidad. Un estado de crisis permanente. Meti¨¦ndose en callejones sin salida. Diluy¨¦ndose. La cronificaci¨®n de los problemas plantea un dilema central: la principal responsable de la par¨¢lisis y de las marchas atr¨¢s ?es la hegemon¨ªa casi completa de la pol¨ªtica y el pensamiento conservador en sus instituciones, o es el propio modelo el que falla? De la respuesta que se d¨¦ a esta cuesti¨®n depende el futuro del proyecto europeo. Si es debido a la acci¨®n conservadora, tiene soluci¨®n; si es el modelo, es mucho m¨¢s dif¨ªcil.
Todo ello se manifiesta en una crisis econ¨®mica de estancamiento secular, en la que la pol¨ªtica monetaria est¨¢ a punto de agotarse y no es sustituida por la pol¨ªtica fiscal; en la que el sector financiero corre el riesgo de necesitar nuevas dosis de dinero p¨²blico para salvarse; con la que se asienta un juego de suma cero que genera muchos perdedores y pocos ganadores, y fisuras entre el norte y el sur, el este y el oeste, el centro y la periferia, los acreedores y los deudores, que se corresponde muy poco con lo que se consider¨® el alma europea. Como consecuencia, de Bruselas s¨®lo llegan mensajes de ajustes presentes y de recorte de las expectativas futuras.
Pero no s¨®lo es la econom¨ªa, sino los populismos, el Brexit o la interminable crisis griega, la sospecha de que la libertad de los movimientos de personas expresado en el Tratado de Schengen est¨¢ a un paso de ser historia si se produce otro atentado terrorista masivo u otra crisis de los refugiados como la del a?o 2015; o el hecho de que cada vez que se convoca un refer¨¦ndum entre los ciudadanos (Grecia sobre su plan de rescate, Gran Breta?a sobre su permanencia en la Uni¨®n, Holanda sobre el acuerdo con Ucrania, Dinamarca sobre cuestiones de seguridad y justicia) lo pierden las fuerzas que se identifican con la pol¨ªtica de Bruselas. Etc¨¦tera.
Da la sensaci¨®n de que Europa corre en exclusiva hacia un espacio de mercado ¨²nico, un lugar en el que la libre circulaci¨®n de capitales est¨¢ asegurada casi por completo, la de bienes y servicios con mucha holgura, y se restringe, cada vez m¨¢s, la libertad de movimientos de personas. Una zona en la que es la econom¨ªa quien gestiona a la pol¨ªtica y no el pol¨ªtico el que gestiona a la econom¨ªa. La paradoja es que esta forma de ser de Europa era la que quer¨ªa la se?ora Thatcher y sus ep¨ªgonos conservadores o laboristas, y sin embargo se va a hacer realidad con el Reino Unido fuera.
?Y Espa?a? En una conversaci¨®n mantenida en la revista La maleta de Porbou, el que fuera ministro de Asuntos Exteriores Josep Piqu¨¦ recuerda lo que sol¨ªa decir el inolvidable Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, uno de los mejores pol¨ªticos de la Transici¨®n, cuando le preguntaban cu¨¢l era la pol¨ªtica espa?ola sobre Europa: "Nosotros hablamos los quintos. Primero escuchamos a los cuatro grandes, vemos que piensan y despu¨¦s nos pronunciamos". Eso s¨®lo dej¨® de ser as¨ª con Felipe Gonz¨¢lez, y hoy lo es m¨¢s que nunca.
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