Tormenta pol¨ªtica en Francia por el declive de Alstom en casa
La firma gala planea cerrar la planta de Belfort, cuna del TGV, por falta de pedidos dom¨¦sticos
Un mito industrial de Francia se tambalea en su propia casa. La firma Alstom, l¨ªder mundial de los sistemas ferroviarios integrados, ha anunciado el fin de la producci¨®n en su factor¨ªa de Belfort, al noreste del pa¨ªs, y cuna del tren de alta velocidad TGV. La compa?¨ªa asegura que los 400 empleos afectados ser¨¢n recolocados en otras sedes de la firma. El Gobierno (con el 20 % de los votos en su Consejo de Administraci¨®n) ha sido el gran ausente de la decisi¨®n del cierre, lo que el primer ministro Manuel Valls considera ¡°inaceptable¡±. El caso ha desatado las cr¨ªticas de la oposici¨®n.
Una reuni¨®n de urgencia ha tenido lugar esta ma?ana en el palacio presidencial del El¨ªseo. A la convocatoria de Fran?ois Hollande han acudido el primer ministro Manuel Valls, el ministro de Econom¨ªa y Finanzas Michel Sapin y los secretarios de Estado de Industria y Transportes. ¡°Nuestro objetivo es el de dar esperanzas a los asalariados afectados¡±, ha explicado Sapin a la salida de esta reuni¨®n de emergencia. "El presidente nos ha pedido que salvemos la planta de Belfort". El Gobierno quiere renegociar la propuesta con el presidente y director general de la compa?¨ªa Henri Poupart-Lafarge. A ocho meses de las elecciones, una nueva muestra de la debilidad econ¨®mica de Francia es un dardo envenenado para el Gobierno socialista.
Alstom registra importantes pedidos desde fuera de Francia y est¨¢ presente en sesenta pa¨ªses. La empresa est¨¢, por ejemplo, esperando que Renfe le haga un pedido de 30 trenes y el mantenimiento por treinta a?os. En agosto logr¨® un contrato hist¨®rico de 1.800 millones de 28 trenes TGV para enlazar Boston con Washington. India, Holanda, Per¨², Italia o Arabia Saud¨ª han suscrito importantes acuerdos con la firma. La actividad en el exterior parece asegurada. Pero no es suficiente para mantener el nivel de actividad en casa; especialmente cuando firmas francesas como la Renfe local (SNCF) est¨¢n reduciendo sus gastos y, en consecuencia, sus pedidos. Mientras la empresa se internacionaliza, sus factor¨ªas locales (una docena) languidecen con un 30 % menos de demandas nacionales de aqu¨ª a 2018.
Alstom asegura que el cierre de la actividad de Belfort no implicar¨¢ despidos. Afirma, adem¨¢s, que se mantendr¨¢ la actividad. Pero Belfort es quiz¨¢ la factor¨ªa m¨¢s emblem¨¢tica en suelo franc¨¦s y la decisi¨®n est¨¢ teniendo un gran coste pol¨ªtico. La direcci¨®n planea transferir la producci¨®n de locomotoras a Reichshoffen (en Alsacia, la zona originaria de la compa?¨ªa) y la tormenta pol¨ªtica ha estallado. Para el expresidente Nicolas Sarkozy, que en 2004 ya ayud¨® a Alstom, el modo en que se ha tomado la decisi¨®n actual es un esc¨¢ndalo. Seg¨²n una de las candidatas a las primarias de la derecha, Nathalie Kosciusko-Morizet, la reacci¨®n gubernamental llega demasiado tarde.
El ultraderechista Frente Nacional habla de ¡°cat¨¢strofe¡±, achaca al Gobierno socialista ¡°desinter¨¦s¡± por la empresa y exige el mismo ¡°patriotismo econ¨®mico¡± que Estados Unidos ejerce en favor de sus compa?¨ªas. ¡°No podemos dejar marchar a Alstom de un territorio que tanto la necesita¡±, se ha lamentado el comisario de Asuntos Econ¨®micos Pierre Moscovici.
El a?o pasado, la americana General Electric compr¨® la actividad energ¨¦tica de Alstom. Seg¨²n datos de la propia empresa francesa, en el curso 2015/2016 registr¨® una cifra de negocio de 6.900 millones de euros.
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