Malas noticias para los trabajadores de EE UU
A medida que el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, designa a los miembros de su gabinete, ?qu¨¦ hemos llegado a saber sobre la probable orientaci¨®n y el impacto de la pol¨ªtica econ¨®mica de su Gobierno? Sin duda, contin¨²an habiendo enormes incertidumbres. Como en muchas otras ¨¢reas, las promesas y declaraciones de Trump sobre la pol¨ªtica econ¨®mica han sido inconsistentes. Si bien ¨¦l rutinariamente acusa a otros de mentir, muchas de sus afirmaciones y promesas econ¨®micas ¡ªde hecho, toda su visi¨®n de gobernabilidad¡ª parecen dignas de los propagandistas de la ¡°gran mentira¡± de la Alemania nazi.
Trump se har¨¢ cargo de una econom¨ªa que se encuentra en una fuerte tendencia al alza, en la que el PIB del tercer trimestre creci¨® en una impresionante tasa anual del 3,2% y el desempleo se situ¨® en el 4,6% en el mes de noviembre. Por el contrario, cuando el presidente Barack Obama asumi¨® el poder en el a?o 2009, hered¨® de George W. Bush una econom¨ªa que se estaba hundiendo en una profunda recesi¨®n. Y, de manera similar a Bush, Trump es otro presidente republicano que asumir¨¢ el cargo a pesar de perder el voto popular, s¨®lo para aparentar que tiene un mandato para emprender pol¨ªticas extremistas.
La ¨²nica forma en la que Trump reconciliar¨¢ sus promesas de mayores gastos en infraestructura y defensa con los recortes de impuestos y reducci¨®n de d¨¦ficits es una fuerte dosis de lo que sol¨ªa llamarse econom¨ªa vud¨². D¨¦cadas de ¡°recortar los excesos¡± en el Gobierno ha dejado poco para recortar: el empleo en el Gobierno federal, expresado como porcentaje de la poblaci¨®n, est¨¢ hoy en un nivel menor del que estuvo 30 a?os atr¨¢s, en la era del Gobierno peque?o, bajo el mandato del presidente Ronald Reagan.
Con tantos ex oficiales militares designados para servir en el gabinete de Trump o para actuar como asesores, incluso mientras Trump tiene acercamientos con el presidente ruso Vladimir Putin y cimienta una alianza informal de dictadores y autoritarios alrededor del mundo, es probable que Estados Unidos gaste m¨¢s dinero en armas que no funcionan para usarlas contra enemigos que no existen. Si la secretaria de salud de Trump logra desbaratar el cuidadoso equilibrio que subyace a Obamacare, o los costos aumentar¨¢n o los servicios se deteriorar¨¢n ¡ªlo m¨¢s probable es que ocurran ambas situaciones¡ª.
Durante la campa?a, Trump prometi¨® actuar con mano dura con los ejecutivos que externalizan empleos estadounidenses. Ahora Trump se aferra a la noticia de que la empresa Carrier mantendr¨¢ alrededor de 800 puestos de trabajo en Indiana, el Estado donde se encuentra la sede de dicha empresa, y esgrime este hecho como prueba de que su abordaje funciona. Sin embargo el acuerdo costar¨¢ a los contribuyentes 7 millones de d¨®lares y todav¨ªa permite que esta empresa fabricante de calefacci¨®n y aire acondicionado para viviendas externalice 1.300 puestos de trabajo a M¨¦xico. No se trata de una pol¨ªtica industrial o econ¨®mica, y no har¨¢ nada para ayudar a aumentar los salarios o crear buenos empleos en todo el pa¨ªs. Es una invitaci¨®n abierta a que ejecutivos empresariales que est¨¢n en la b¨²squeda de subvenciones tipo limosna extorsionen al Gobierno.
Los tipos de inter¨¦s m¨¢s
altos debilitar¨¢n los empleos y llevar¨¢n a mayores d¨¦ficits comerciales
Del mismo modo, es probable que el aumento del gasto en infraestructura se realice a trav¨¦s de cr¨¦ditos fiscales, lo que ayudar¨¢ a los fondos especulativos, pero no al balance contable de Estados Unidos: el largo historial de estos programas demuestra que ellos ofrecen poco valor en comparaci¨®n con la cantidad de dinero que se invierte. El coste para el p¨²blico ser¨¢ especialmente alto en una era en la que el Gobierno puede tomar pr¨¦stamos con tipos de inter¨¦s cercanos a cero. Si estas alianzas p¨²blico-privadas son como las de otros lugares, el Gobierno asumir¨¢ los riesgos y los hedge funds asumir¨¢n las ganancias.
El debate de tan s¨®lo ocho a?os atr¨¢s acerca de la infraestructura ¡°lista para ser iniciada¡± parece ser un recuerdo lejano. Si Trump elige proyectos listos para ser iniciados, el impacto a largo plazo sobre la productividad ser¨¢ m¨ªnimo; si elige infraestructura real, el impacto a corto plazo sobre el crecimiento econ¨®mico ser¨¢ m¨ªnimo. Y, un est¨ªmulo que tarda en dar frutos tiene sus propios problemas, a menos que sea manejado muy cuidadosamente.
Si Steven Mnuchin, la persona elegida por Trump para el cargo de secretario del Tesoro de Estados Unidos, quien trabaj¨® durante mucho tiempo para Goldman Sachs, es como lo son otros en su sector empresarial, la experiencia que traer¨¢ al cargo ser¨¢ una ligada a la evasi¨®n fiscal, no a la construcci¨®n de un sistema fiscal bien dise?ado. La buena noticia es que la reforma tributaria era inevitable, y era probable que fuese llevada a cabo por el presidente de la C¨¢mara Paul Ryan y su equipo, proporcionando el sistema fiscal que los republicanos han tratado de lograr desde mucho tiempo atr¨¢s: un sistema para ricos, que sea menos progresivo y m¨¢s favorable a las ganancias de capital, incluyendo la abolici¨®n del impuesto a la herencia. De esta forma, los republicanos finalmente har¨¢n que sea haga realidad su ambici¨®n de crear una plutocracia din¨¢stica muy alejada de la m¨¢xima de ¡°igualdad de oportunidades¡± que el partido alguna vez pregon¨®.
Grandes recortes de impuestos y grandes aumentos de los gastos conducen inevitablemente a grandes d¨¦ficits. Reconciliar esto con la promesa de Trump de reducir el d¨¦ficit implicar¨¢ un retorno al pensamiento m¨¢gico de la era Reagan: confiar en que, a pesar de que hay pruebas en el sentido contrario, esta vez ser¨¢ diferente y los est¨ªmulos econ¨®micos gracias a los recortes de impuestos a los ricos ser¨¢n tan grandes que los ingresos fiscales, en realidad, aumentar¨¢n.
Esta historia no termina bien para los ciudadanos enojados y desplazados quienes votaron a favor de Trump en el denominado Cintur¨®n industrial. Desenfrenadas pol¨ªticas presupuestarias inducir¨¢n a que la Reserva Federal (Fed) de EE UU normalice los tipos de inter¨¦s m¨¢s r¨¢pidamente. Algunos vislumbran una inflaci¨®n incipiente (dada la baja tasa de desempleo); algunos otros creen que el largo per¨ªodo de tipos de inter¨¦s ultra-bajas ha distorsionado los mercados de capitales; y otros quieren ¡°reponer sus municiones¡±, para que la Fed pueda bajar las tasas de inter¨¦s si la econom¨ªa se desacelera nuevamente.
Trump ha argumentado que la Fed deber¨ªa aumentar el precio del dinero. Es casi seguro que la Fed, que dio el primer paso hacia la normalizaci¨®n de los tipos a principios de diciembre, cumpla con este cometido y, Trump muy pronto se arrepentir¨¢ de haber deseado aquello. Es muy posible que la contracci¨®n monetaria superar¨¢ el est¨ªmulo fiscal, frenando el ritmo de crecimiento de Obama que hoy en d¨ªa est¨¢ en marcha. Los tipos de inter¨¦s m¨¢s altos debilitar¨¢n los empleos en el sector de la construcci¨®n y aumentar¨¢n el valor del d¨®lar, lo que conducir¨¢ a mayores d¨¦ficits comerciales y menos empleos en la industria manufacturera, justo lo contrario de lo prometido por Trump. Mientras tanto, sus pol¨ªticas tributarias tendr¨¢n beneficios limitados para las familias de clase media y clase trabajadora y dichos beneficios ser¨¢n m¨¢s que contrarrestados por los recortes en atenci¨®n de salud, educaci¨®n y programas sociales.
Si Trump inicia una guerra comercial ¡ªpor ejemplo, si va tras el cumplimiento de su promesa de imponer un arancel del 45% a las importaciones de China y de construir un muro en la frontera con M¨¦xico¡ª el impacto econ¨®mico ser¨¢ a¨²n m¨¢s severo. El gabinete de multimillonarios de Trump podr¨ªa continuar comprando sus bolsos de Gucci y las pulseras de 10.000 de Ivanka Trump, pero el costo de vida de los estadounidenses de a pie aumentar¨ªa sustancialmente; y, al no contar con componentes procedentes de M¨¦xico y de otros lugares, los empleos manufactureros se har¨ªan a¨²n m¨¢s escasos.
No cabe duda, de que s¨ª se crear¨¢n algunos nuevos puestos de trabajo, principalmente en las oficinas de los lobbies de la calle K en Washington, mientras Trump vuelve a llenar el pantano que prometi¨® drenar. De hecho, la ci¨¦naga estadounidense de la corrupci¨®n legal probablemente alcanzar¨¢ una profundidad no vista desde la Administraci¨®n del presidente Warren G. Harding en la d¨¦cada de 1920. Y realmente no existe ning¨²n aspecto positivo en la nube que hoy en d¨ªa se cierne sobre EE UU y sobre el mundo. Si bien el gobierno de Trump ser¨¢ malo para los trabajadores y la econom¨ªa de Estados Unidos, es probable que sus pol¨ªticas sobre el clima, los derechos humanos, los medios de comunicaci¨®n, y sobre c¨®mo garantizar la paz y la seguridad sean igual o a¨²n m¨¢s perjudiciales para el resto del planeta.
Traducci¨®n del ingl¨¦s por Roc¨ªo L. Barrientos.
Joseph E. Stiglitz es premio Nobel de econom¨ªa
? Project Syndicate, 2016.
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