Incertidumbre trumpiana
?Por qu¨¦ la reacci¨®n en Estados Unidos lleg¨® justo cuando la econom¨ªa parec¨ªa estar mejorando en lugar de llegar antes?
Cada enero trato de elaborar un pron¨®stico para el a?o que comienza. Los pron¨®sticos econ¨®micos son notoriamente dif¨ªciles de realizar; pero, a pesar de la verdad expresada en la solicitud de Harry Truman cuando pidi¨® un economista que tenga un solo brazo (quien, por lo tanto, estar¨ªa incapacitado para decir ¡°en contrapartida, en la otra mano¡¡±), mi r¨¦cord ha sido veros¨ªmil.
Durante los ¨²ltimos a?os, predije correctamente que, en ausencia de est¨ªmulos fiscales m¨¢s fuertes (que no eran inminentes ni en Europa ni en Estados Unidos), la recuperaci¨®n de la Gran Recesi¨®n de 2008 ser¨ªa lenta. Para elaborar estas predicciones, deposit¨¦ mi confianza m¨¢s en el an¨¢lisis de las fuerzas econ¨®micas subyacentes que en modelos econom¨¦tricos complejos.
Por ejemplo, a comienzos de 2016, parec¨ªa estar claro que era poco probable que las deficiencias de la demanda agregada en el ¨¢mbito mundial, que se hab¨ªan manifestado durante los ¨²ltimos a?os, fuesen a cambiar dr¨¢sticamente. Por lo tanto, pens¨¦ que los pronosticadores de una recuperaci¨®n m¨¢s fuerte estaban mirando el mundo a trav¨¦s de cristales de color rosa. La evoluci¨®n de la econom¨ªa se desarroll¨® en gran manera tal como yo pronostiqu¨¦ que ocurrir¨ªa.
La situaci¨®n fue distinta con respecto a los acontecimientos pol¨ªticos de 2016. Estuve escribiendo durante a?os sobre que, a menos que se abordase la creciente desi?gualdad ¡ªespecialmente en EE UU, pero tambi¨¦n en muchos pa¨ªses de todo el mundo¡ª, iba a haber consecuencias pol¨ªticas. Pero la desigualdad continu¨® empeorando y se obtuvieron datos llamativos que mostraron que la esperanza de vida promedio en EE UU estaba disminuyendo. Estos resultados fueron presagiados por un estudio realizado el a?o pasado por Anne Case y Angus Deaton, quienes demostraron que la esperanza de vida estaba en retroceso para grandes segmentos de la poblaci¨®n ¡ªincluyendo para los denominados hombres estadounidenses enojados del Cintur¨®n de ?xido (Rust Belt: el ¨¢rea del Medio Oeste donde se concentra la industria pesada estadounidense)¡ª.
Sin embargo, ya que las retribuciones del 90% de la poblaci¨®n en la parte inferior de la distribuci¨®n de ingresos estuvieron estancadas durante cerca de un tercio de siglo (y disminuyendo para una proporci¨®n significativa de ese grupo), los datos de salud simplemente confirmaron que las cosas no iban bien para los grandes segmentos del pa¨ªs. Y, si bien Estados Unidos pudiese estar situado en la posici¨®n m¨¢s extrema de dicha tendencia, las cosas no iban mucho mejor en otros lugares.
Aun as¨ª, si bien parec¨ªa estar claro que se tendr¨ªan consecuencias pol¨ªticas, su forma y el momento en el que ir¨ªan a ocurrir eran mucho menos evidentes. ?Por qu¨¦ la reacci¨®n en Estados Unidos lleg¨® justo cuando la econom¨ªa parec¨ªa estar mejorando en lugar de llegar antes? ?Y por qu¨¦ se manifest¨® con un desplazamiento atropellado hacia la derecha? A fin de cuentas, fueron los del Partido Republicano quienes bloquearon la asistencia a aquellos que perd¨ªan sus empleos como resultado de la globalizaci¨®n que los empujaba incesantemente. Fueron los republicanos quienes, en 26 Estados, se negaron a permitir la expansi¨®n de Medicaid, y de este modo negaron acceso al seguro de salud a los que estaban en la parte m¨¢s baja de la distribuci¨®n de ingresos. Y ?por qu¨¦ el vencedor fue alguien que se ganaba la vida usufructuando de los dem¨¢s, alguien que admiti¨® abiertamente que no pagaba su parte justa de impuestos e hizo que la evasi¨®n fiscal sea un motivo de orgullo?
Donald Trump comprendi¨® el esp¨ªritu de la ¨¦poca: las cosas no iban bien, y muchos votantes quer¨ªan un cambio. Ahora lo obtendr¨¢n: nada se har¨¢ de la forma acostumbrada. Sin embargo, rara vez ha habido m¨¢s incertidumbre. Las pol¨ªticas que Trump siguen siendo desconocidas, por no lo que no se puede decir nada sobre si ser¨¢n exitosas o sobre cu¨¢les ser¨¢n las consecuencias que conllevar¨¢n.
Trump parece estar empe?ado en sostener una guerra comercial. Pero ?c¨®mo responder¨¢n China y M¨¦xico? Trump puede entender que lo que ¨¦l propone violar¨¢ las reglas de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio, pero tambi¨¦n puede que sepa que la OMC se demorar¨¢ bastante antes de pronunciarse en su contra. Y, para ese entonces, puede que la balanza comercial de EE UU ya se haya reequilibrado.
Pero dos partes pueden jugar ese mismo juego: China puede tomar acciones similares, aunque es probable que su respuesta sea m¨¢s sutil. Si se produjera una guerra comercial, ?qu¨¦ pasar¨ªa? Trump puede tener razones que le lleven a pensar que podr¨ªa ganar; despu¨¦s de todo, China es m¨¢s dependiente de las exportaciones a Estados Unidos que viceversa, lo que otorga a EE UU una ventaja. Pero una guerra comercial no es un juego de suma cero. Estados Unidos pierde tambi¨¦n. China puede ser m¨¢s eficaz en apuntar sus represalias para causar un dolor pol¨ªtico agudo. Y los chinos pueden estar en una mejor posici¨®n para responder a los intentos estadounidenses de infligirles dolor de la que Estados Unidos est¨¢ para responder al dolor que China podr¨ªa infligir a los estadounidenses. Nadie puede adivinar con certeza qui¨¦n puede soportar mejor el dolor. ?Ser¨¢ Estados Unidos, donde los ciudadanos comunes ya han sufrido por mucho tiempo, o ser¨¢ China, que, a pesar de los tiempos dif¨ªciles, ha logrado generar un crecimiento superior al 6%?
En t¨¦rminos generales, la agenda de Trump, con sus recortes de impuestos a¨²n m¨¢s inclinados hacia favorecer a los ricos que la receta est¨¢ndar del Partido Republicano supondr¨ªa, se basa en la idea de la prosperidad por goteo ¡ªuna continuaci¨®n de la econom¨ªa de la oferta de la era Reagan, que nunca funcion¨® en los hechos¡ª. Una ret¨®rica candente, o unos tuits delirantes a las tres de la madrugada, puede que alivien la c¨®lera de aquellos que fueron dejados atr¨¢s por la revoluci¨®n de Rea?gan, por lo menos por un tiempo. Pero ?por cu¨¢nto tiempo? Y, en ese momento, ?qu¨¦ pasar¨¢?
A Trump le gustar¨ªa derogar las leyes b¨¢sicas de la econom¨ªa, a medida que emprenda su propia versi¨®n de la econom¨ªa del vud¨². Pero no puede. No obstante, a medida que la econom¨ªa m¨¢s grande del mundo lidere el camino hacia aguas pol¨ªticas inexploradas durante 2017 y los a?os venideros, ser¨ªa temerario que un mero mortal intentara realizar un pron¨®stico, aparte de indicar lo obvio: casi con seguridad se puede decir que las aguas ser¨¢n turbulentas, y muchas, si no la mayor¨ªa, de las naves con eruditos que naveguen por ellas naufragar¨¢n durante el viaje.
Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Econom¨ªa, es profesor universitario de la Universidad de Columbia y economista en jefe de la Instituci¨®n Roosevelt. Su libro m¨¢s reciente es ¡®The Euro: How a Common Currency Threatens the Future of Europe¡¯.
Copyright: Project Syndicate, 2017. www.project-syndicate.org
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