La ret¨®rica proteccionista de Trump pone en alerta Ciudad Ju¨¢rez
La incertidumbre sobre las pol¨ªticas econ¨®micas del magnate empieza a pasar factura a una urbe que depende en un 70% de las maquilas
El sol de invierno de Ciudad Ju¨¢rez cae sobre un centenar de tr¨¢ilers de gran tonelaje que aguardan su turno para atravesar el puente fronterizo de Zaragoza-Ysleta, en el l¨ªmite entre Chihuahua (M¨¦xico) y Texas (EE UU). Cada uno transporta, en promedio, manufacturas por valor de 100.000 d¨®lares. En su mayor¨ªa proceden de las maquilas que pueblan el horizonte de esta urbe norte?a, uno de los principales polos manufactureros de M¨¦xico. Antes de llegar a la caseta que delimita la frontera, un perro adiestrado olisquea el interior de todos ellos para comprobar que no hay sustancias prohibidas a bordo. Minutos despu¨¦s, pisar¨¢n suelo estadounidense; depositar¨¢n su carga en un almac¨¦n de El Paso, justo al otro lado del puente; y volver¨¢n para repetir la operaci¨®n. El papeleo y la espera son tan tediosos que solo pueden hacer el trayecto dos veces al d¨ªa.
Hasta principios de noviembre, el futuro del tr¨¢nsito fronterizo de estas enormes moles blancas estaba asegurado. La victoria electoral de Donald Trump, en cambio, ha encendido las alarmas y trastocado los planes de empresarios y trabajadores de las ic¨®nicas maquilas juarenses. Tambi¨¦n la de los propios transportistas. Como en tantos otros ¨¢mbitos, desde entonces las certezas se tambalean en Ju¨¢rez y una palabra aparece con demasiada asiduidad en boca de sus habitantes: incertidumbre. ¡°Ya no podemos dar nada por seguro¡±, afirma Luis D¨ªaz, un veterano empresario de la maquila con 17 a?os de experiencia a sus espaldas y 200 empleados a su cargo. Teme perder hasta el 50% de su negocio si el magnate republicano cumple sus incendiarias promesas. Aunque en la ciudad las conversaciones se han convertido en monotem¨¢ticas, en las charlas con sus clientes ¨Cgrandes multinacionales electr¨®nicas que le encargan la fabricaci¨®n de insumos electr¨®nicos de toda clase para su posterior ensamblaje en EE UU¨C, la amenaza proteccionista se ha convertido en un tab¨². ¡°Ninguna de las dos partes quiere sacar el tema¡±, reconoce. Aunque mantiene la tranquilidad en su gesto y descarta tener que echar el cierre incluso en el horizonte m¨¢s oscuro, admite que los despidos se convertir¨ªan en moneda com¨²n.
La preocupaci¨®n es l¨®gica: Washington compra siete de cada 10 d¨®lares de producci¨®n maquiladora juarense que, a su vez, aporta casi el 70% del PIB de la urbe mexicana. Isaac S¨¢nchez, profesor de Econom¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Ciudad Ju¨¢rez, plantea dos escenarios en funci¨®n del grado de restricci¨®n comercial que aplique la nueva Administraci¨®n estadounidense. En el moderado, el crecimiento de Ju¨¢rez bajar¨ªa este a?o del 6,3% de 2016 al 4,1% y la inversi¨®n extranjera directa ser¨ªa de 1.100 millones de d¨®lares frente a los m¨¢s de 1.200 del a?o pasado. El m¨¢s adverso tiene todos los ingredientes que caracterizan a una recesi¨®n con may¨²sculas: el PIB se contraer¨ªa un 3,5% y la inversi¨®n exterior pasar¨ªa a ser de solo 300 millones, una cat¨¢strofe para una econom¨ªa tan dependiente de los flujos de capital.
¡°Hay inquietud; es innegable¡±, subraya Mario Hern¨¢ndez, socio responsable de Manufacturas de KPMG en M¨¦xico. El diagn¨®stico que esboza desde su oficina, a un paso de las maquilas, es demoledor: ¡°La situaci¨®n a la que se enfrenta Ju¨¢rez podr¨ªa acabar siendo una tormenta perfecta¡±. Sus palabras, gruesas, est¨¢n cimentadas con argumentos: al hurac¨¢n Trump se suma la creciente competencia de otras regiones mexicanas, como Guanajuato, que en los ¨²ltimos meses han reforzado los incentivos para atraer a las maquiladoras y, sobre todo, una variable de fondo menos recurrente pero con un potencial de destrucci¨®n de empleo equiparable a la ret¨®rica antiglobalizadora del presidente estadounidense: la automatizaci¨®n de los procesos productivos. ¡°Si pone un arancel del 20%, muchas compa?¨ªas se ver¨¢n tentadas a migrar parte de su producci¨®n a EE UU, sustituyendo buena parte de la mano de obra por robots¡±, a?ade D¨ªaz.
Algo menos catastrofista se muestra Manuel Ochoa, vicepresidente del grupo Tecma, una de las mayores empresas promotoras de las manufacturas juarenses en el lado norte de la frontera. ¡°Solo el 30% de nuestros clientes est¨¢n tomando m¨¢s precauciones a la hora de invertir que el a?o pasado¡±. Su actividad consiste en convencer a firmas estadounidenses de trasladar parte o toda su producci¨®n de EE UU y otros pa¨ªses a la ciudad mexicana a cambio de importantes ahorros en mano de obra. La compa?¨ªa se encarga de todo el proceso: desde la contrataci¨®n de trabajadores hasta el transporte. Con casi la d¨¦cima parte de las plantas de maquila de Ciudad Ju¨¢rez bajo su control, su visi¨®n es doblemente valiosa. ¡°Esta ciudad tiene futuro; creo que los propios compa?eros de Trump en el Partido Republicano frenar¨¢n sus propuestas proteccionistas y le har¨¢n entrar en raz¨®n. No tiene sentido¡±, asevera. "Se est¨¢ buscando mayor eficiencia interna para hacer frente a esta andanada proteccionista. La fuerte devaluaci¨®n del peso tambi¨¦n ha ayudado a ganar competitividad", complementa Miguel ?ngel Calder¨®n, vicepresidente del Colegio Estatal de Economistas de Chihuhua.
La presencia de las primeras maquilas en Ju¨¢rez ¨Cuna ciudad de 1,4 millones de habitantes enclavada en mitad del desierto y separada de su hermana menor, El Paso, por un puente, una barda y un r¨ªo, el Bravo, cada vez menos fiero¨C se remonta a la d¨¦cada de los sesenta. Aquella primigenia infraestructura manufacturera consistente en un peque?o pu?ado de plantas creci¨® exponencialmente con el TLCAN ¨Choy en el alero¨C y, sobre todo, al calor de unos costes laborales hasta ocho veces m¨¢s bajos que en EE UU y entre un 5% y un 7% inferiores a los de China.
Pese a la reciente edad dorada de la maquila, que ha conseguido sobreponerse a la inseguridad que sacudi¨® la urbe en el inicio de esta d¨¦cada y lleg¨® a ponerla en boca de muchos como la ciudad ¡°m¨¢s peligrosa del mundo¡±, los salarios se han mantenido pr¨¢cticamente estables respecto a los precios. Un obrero de alguna de las m¨¢s de 300 maquiladoras cobra, de media, 800 pesos (menos de 40 d¨®lares) a la semana, lo suficiente para cubrir con estrecheces las necesidades m¨¢s b¨¢sicas. A eso hay que sumar prestaciones y bonus de productvidad, hasta un total de entre 1.150 y 1.350 pesos semanales. No es extra?o, con esas cifras en la mano, que m¨¢s de la tercera parte de su poblaci¨®n viva por debajo del umbral de la pobreza. ¡°No sabemos qu¨¦ decidir¨¢ nuestra empresa¡°, dice una trabajadora de Lear, la due?a de la mayor maquiladora de Ju¨¢rez, que prefiere mantenerse en el anonimato. En las conversaciones entre la firma y los trabajadores, la variable Trump tambi¨¦n se ha convertido en un tab¨². Y en este caldo de cultivo, reconoce, ni siquiera sus magros ingresos pueden garantizarse a medio plazo. ¡°Tememos por nuestro trabajo¡±, confiesa mientras acelera el paso para franquear el torno de acceso a la f¨¢brica. Llega dos minutos tarde y ahora, m¨¢s que nunca, no puede arriesgarse a caer en desgracia con sus superiores.
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