Lecciones de los antiglobalizaci¨®n
Ser¨ªa un error concluir que el malestar con la econom¨ªa global de la clase media ha llegado a su punto m¨¢ximo
La victoria de Emmanuel Macron en las elecciones presidenciales francesas ha generado un suspiro de alivio en el mundo. Por lo menos Europa no se dirige por el camino proteccionista que el presidente Donald Trump obliga a tomar a Estados Unidos. Sin embargo, los defensores de la globalizaci¨®n a¨²n no deben descorchar el champ¨¢n: los proteccionistas y los defensores de la ¡°democracia iliberal¡± est¨¢n en aumento en muchos otros pa¨ªses. Y el hecho de que alguien que es un fan¨¢tico declarado y mentiroso consuetudinario hubiese podido conseguir la cantidad de votos que Trump obtuvo en Estados Unidos, y que alguien de la extrema derecha como Marine Le Pen haya disputado la segunda vuelta con Macron el pasado 7 de mayo, deber¨ªa causar profunda preocupaci¨®n.
Algunos asumen que una gesti¨®n deficiente de Trump y su evidente incompetencia deber¨ªan ser suficientes para mitigar el entusiasmo por panaceas populistas en el resto del planeta. Asimismo, se puede decir casi con certeza que los electores estadounidenses del cintur¨®n de ¨®xido que apoyaron a Trump estar¨¢n en peor situaci¨®n dentro de cuatro a?os, y que los votantes racionales con seguridad entender¨¢n dicha situaci¨®n.
Pero ser¨ªa un error llegar a la conclusi¨®n de que el malestar con la econom¨ªa global ¡ªal menos con la forma como la econom¨ªa global trata a grandes cantidades de los que forman parte de (o anteriormente formaban parte de) la clase media¡ª ha llegado a su punto m¨¢ximo. Si las democracias liberales desarrolladas mantienen pol¨ªticas de statu quo, los trabajadores desplazados continuar¨¢n siendo marginados. Muchos de ellos sentir¨¢n que al menos Trump, Le Pen y sus semejantes aseveran sentir el dolor de dichos trabajadores. La idea de que los votantes vayan a volcarse en contra del proteccionismo y el populismo por su propia voluntad puede ser nada m¨¢s que una vana ilusi¨®n cosmopolita.
Ser¨ªa un error concluir que el malestar con la econom¨ªa global de la clase media ha llegado a su punto m¨¢ximo
Los defensores de las econom¨ªas liberales de mercado deben entender que muchas reformas y avances tecnol¨®gicos pueden dejar a algunos grupos ¡ªposiblemente a grupos numerosos¡ª en peor situaci¨®n. Seg¨²n los principios rectores, estos cambios aumentan la eficiencia econ¨®mica, permitiendo a los ganadores compensar a los perdedores. Sin embargo, si los perdedores contin¨²an en peor situaci¨®n, ?por qu¨¦ deber¨ªan ellos apoyar la globalizaci¨®n y las pol¨ªticas a favor del mercado? De hecho, va a favor de sus propios intereses girar su apoyo hacia pol¨ªticos que se oponen a esos cambios.
Por lo tanto, la lecci¨®n debe ser obvia: en ausencia de pol¨ªticas progresistas, incluyendo la carencia de s¨®lidos programas de bienestar social, reeducaci¨®n laboral y otras formas de asistencia a personas individuales y comunidades relegadas por la globalizaci¨®n, los pol¨ªticos al estilo de Trump pueden convertirse en una presencia permanente dentro del paisaje.
Los costos impuestos por estos pol¨ªticos son altos para todos nosotros, incluso si no logran alcanzar plenamente sus ambiciones proteccionistas y nativistas. Esto ocurre debido a que estos pol¨ªticos se aprovechan del miedo, exacerban el fanatismo y prosperan dentro de un peligroso enfoque polarizado de nosotros contra ellos. Trump ha lanzado sus ataques v¨ªa Twitter contra M¨¦xico, China, Alemania, Canad¨¢ ¡ªy muchos otros¡ª y con seguridad la lista crecer¨¢ a medida que Trump est¨¦ m¨¢s tiempo en el cargo. Le Pen ha apuntado sus ataques hacia los musulmanes, pero sus comentarios recientes que niegan la responsabilidad francesa con respecto a acorralar a jud¨ªos durante la Segunda Guerra Mundial revelan su persistente antisemitismo.
El resultado de todo esto podr¨ªa ser rupturas nacionales profundas, y tal vez irreparables. En Estados Unidos, Trump ya ha disminuido el respeto que se tiene por la presidencia y lo m¨¢s probable es que ¨¦l al irse deje atr¨¢s un pa¨ªs a¨²n m¨¢s dividido.
No debemos olvidar que antes de los albores de la Ilustraci¨®n, que acogi¨® a la ciencia y la libertad, los ingresos y los est¨¢ndares de vida estuvieron estancados durante siglos. Sin embargo, Trump, Le Pen y los otros populistas representan la ant¨ªtesis de los valores de la Ilustraci¨®n. Sin ruborizarse, Trump cita ¡°hechos alternativos¡±, niega el m¨¦todo cient¨ªfico y propone masivos recortes presupuestarios que afecten a la investigaci¨®n realizada con fondos p¨²blicos, incluyendo aquella relativa al cambio clim¨¢tico, que Trump cree que es un enga?o.
Trump, Le Pen y los otros populistas representan la ant¨ªtesis de los valores de la Ilustraci¨®n
El proteccionismo defendido por Trump, Le Pen y otros plantea una amenaza similar a la econom¨ªa mundial. Durante tres cuartas partes de un siglo se ha intentado crear un orden econ¨®mico mundial basado en reglas, en el que los bienes, servicios, personas e ideas pudiesen moverse m¨¢s libremente a trav¨¦s de las fronteras. Ante el aplauso de sus compa?eros populistas, Trump ha lanzado una granada de mano a esa estructura.
Ante la insistencia de Trump y sus ac¨®litos relativa a que las fronteras realmente revisten importancia, las empresas pensar¨¢n dos veces el momento de construir sus cadenas de suministro globales. La incertidumbre resultante desalentar¨¢ las inversiones, sobre todo las inversiones transfronterizas, lo que disminuir¨¢ el impulso para un sistema global basado en reglas. Al tener menos inversiones en el sistema, los defensores de dicho sistema tendr¨¢n menos incentivos para impulsarlo.
Esto ser¨¢ problem¨¢tico para el mundo entero. Nos guste o no, la humanidad permanecer¨¢ conectada globalmente, enfrentando problemas comunes como el cambio clim¨¢tico y la amenaza del terrorismo. Se debe reforzar, no debilitar, la capacidad y los incentivos para trabajar cooperativamente con el prop¨®sito de resolver estos problemas.
La lecci¨®n que todo esto nos deja es algo que los pa¨ªses escandinavos aprendieron hace mucho tiempo. Los pa¨ªses peque?os de la regi¨®n comprendieron que la apertura era la clave del r¨¢pido crecimiento econ¨®mico y la prosperidad. No obstante, si iban a permanecer abiertos y democr¨¢ticos, sus ciudadanos ten¨ªan que estar convencidos de que no se deb¨ªa relegar a segmentos importantes de la sociedad.
Por consiguiente, el Estado de bienestar se convirti¨® en parte integral del ¨¦xito de los pa¨ªses escandinavos. Ellos comprendieron que la ¨²nica prosperidad sostenible es la prosperidad compartida. Esta es una lecci¨®n que ahora deben aprender Estados Unidos y el resto de Europa.
Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Econom¨ªa, es profesor universitario de la Universidad de Columbia y economista en jefe de la Instituci¨®n Roosevelt. Su libro m¨¢s reciente es ¡®The Euro: How a Common Currency Threatens the Future of Europe¡¯.
? Project Syndicate, 2017.
www.project-syndicate.org
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