?Camina Espa?a hacia el fin de semana de tres d¨ªas? De momento, no
El Ministro ?lvaro Nadal cree que la revoluci¨®n digital puede ayudar a concentrar el trabajo en menos jornadas, pero de momento, hay pocos visos
El ministro ?lvaro Nadal particip¨® el mi¨¦rcoles en un evento del Foro Retina bajo el t¨ªtulo Futuro Digital. Habl¨® del papel de la administraci¨®n p¨²blica, la educaci¨®n y la financiaci¨®n. Y al final de su intervenci¨®n, lanz¨® un mensaje breve, pero rotundo: "la revoluci¨®n tecnol¨®gica traer¨¢ consigo los fines de semana de tres d¨ªas". ?Camina Espa?a hacia las semanas laborales breves? De momento, la tecnolog¨ªa ha permitido trabajar a distancia, simplificar tareas y ganar velocidad. Pero su avance no parece hacer mella en las horas que se trabajan ni los d¨ªas.
El debate no es nuevo. Hace tres a?os fue el empresario mexicano Carlos Slim quien lo agit¨®, al asegurar que considerar¨ªa beneficioso implantar una semana laboral de solo tres d¨ªas, con jornadas de 11 horas, "para tener libres otros cuatro d¨ªas y dedicarlos a la familia, a innovar, cultivarse o a crear¡±. La Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT) lleva a?os pidiendo los cuatro d¨ªas: en 2014 el experto de la OIT en asuntos relativos a las condiciones de empleo, Jon Messenger, se?al¨® en un art¨ªculo que una de las primeras razones para impulsar esa medida era que el exceso de trabajo es malo para la salud.
En la ¨²ltima d¨¦cada los estudios sobre c¨®mo afectar¨ªa a empresas y trabajadores se han sucedido: abundan m¨¢s los que observan ventajas?por tener m¨¢s tiempo de descanso (empleados m¨¢s felices y entregados, adem¨¢s de un ahorro de energ¨ªa y una reducci¨®n del impacto medioambiental),? aunque algunos advierten de que, a partir de las siete horas por jornada baja la productividad. Hay pa¨ªses que, de hecho, est¨¢n experimentando con mantener el n¨²mero de d¨ªas, pero con jornadas m¨¢s cortas, como en Suecia, donde administraciones y empresas han realizado pruebas piloto para estudiar los turnos laborales de seis horas.
En Espa?a, salvo algunas multinacionales, de momento no abundan ni las jornadas de seis horas (a no ser que se trate de empleos con contrato a tiempo parcial), ni las semanas de cuatro d¨ªas. "Como hip¨®tesis, concentrar el trabajo en cuatro d¨ªas ser¨ªa bueno", se?ala Jos¨¦ Luis Casero, empresario y presidente de la Comisi¨®n Nacional para la Racionalizaci¨®n de los Horarios Espa?oles (ARHOE). "Pero en Espa?a somos incapaces de concentrar la hora de la comida en 45 minutos y se sigue saliendo de la oficina a las 7 o las 8 de la tarde. ?C¨®mo vamos a ir a los cuatro d¨ªas? No estamos ni cerca. Queda mucho trayecto por delante", se?ala. Hace falta, considera, una concienciaci¨®n de los trabajadores para que se trabaje con m¨¢s intensidad y por parte de los empresarios, para que a cambio respeten jornadas m¨¢s racionales. "A medio plazo, quiz¨¢ se puede ir a los cuatro d¨ªas. A lo mejor lo ven nuestros hijos", dice.
?Quitar¨¢n los robots empleo? ?Ayudar¨¢ la tecnolog¨ªa a trabajar menos horas? La discusi¨®n est¨¢ viva. El economista Robert Skidelsky, profesor em¨¦rito de Pol¨ªtica Econ¨®mica en la Universidad de Warwick se?al¨® en una entrevista con EL PA?S en abril que?cre¨ªa que la profec¨ªa que John Maynard Keynes lanz¨® en Madrid en 1930 de que los nietos de su generaci¨®n trabajar¨ªan 15 horas semanales puede cumplirse con la revoluci¨®n tecnol¨®gica.?Cree que ha llegado el momento de pensar qu¨¦ hacer cuando baje el n¨²mero de horas de trabajo: ¡°La gente quiere trabajar, pero no cualquier n¨²mero de horas. T¨² puedes encontrar sentido a la vida sin trabajar 60 horas a la semana¡±. Para compensar esas horas, propon¨ªa que ¡°una renta b¨¢sica universal dar¨ªa a la gente la posibilidad de elegir cu¨¢nto trabajar¡±.
Suena lejano. De momento, la expansi¨®n de los tel¨¦fonos m¨®viles y las conexiones remotas a Internet lo que hacen a veces dif¨ªcil es desconectar al terminar la jornada, hasta el punto de que en Francia entr¨® en enero una norma que regula el derecho a la desconexi¨®n para permitir a los trabajadores apagar el tel¨¦fono cuando acaba su horario. En Espa?a, en este sentido, la ministra de Empleo F¨¢tima B¨¢?ez asegur¨® a principios de a?o que se van a implantar, de acuerdo con los interlocutores sociales, medidas en el mismo sentido.
Trabajar los fines de semana
En lo que a revoluci¨®n digital se refiere, Espa?a tiene tareas pendientes, pero sin duda est¨¢ conectada. En Espa?a hab¨ªa el pasado mes de mayo 51,2 millones de l¨ªneas de tel¨¦fono m¨®vil. De estas, m¨¢s de 40 millones tienen conexi¨®n a Internet de banda ancha. En cuanto a la conexi¨®n fija por Internet, hay cerca de 30 l¨ªneas contratadas por cada 100 habitantes. Las l¨ªneas de fibra ¨®ptica superan los 5,5 millones.
?Permite esa conexi¨®n reducir el n¨²mero de horas y de fines de semana que se trabajan? De momento, no parece. En Espa?a, seg¨²n los convenios colectivos pactados hasta mayo, la jornada media acordada era de 1.762 horas al a?o. Hace diez a?os, la media era de 1.748 horas.
En cuanto a los fines de semana, el 23% de los 18,34 millones de personas ocupadas en Espa?a en 2016 trabajaban algunos domingos. Casi el 40% lo hac¨ªa en s¨¢bado. Los hombres trabajan m¨¢s en fin de semana que las mujeres y los j¨®venes, m¨¢s que los maduros, seg¨²n la Encuesta de poblaci¨®n Activa (EPA), del Instituto Nacional de Estad¨ªstica. De momento, los porcentajes son pr¨¢cticamente los mismos que en los dos a?os anteriores, y el n¨²mero absoluto crece al mismo ritmo que lo ha hecho el n¨²mero absoluto de ocupados con la recuperaci¨®n del mercado de trabajo.
Los ocupados que acudieron a su puesto de trabajo dos o m¨¢s domingos al mes suponen el 17,3% (3,18 millones), y los que lo hicieron dos o m¨¢s s¨¢bados fueron el 30,9% (5,66 millones), por un 4,1% y un 5,7% que trabajaron un solo domingo o un solo s¨¢bado al mes, respectivamente.
La tecnolog¨ªa tambi¨¦n facilita trabajar desde casa. Sin embargo, seg¨²n los datos de INE, en Espa?a apenas se usa esa posibilidad. Un 92,8% de los ocupados no trabaj¨® ning¨²n d¨ªa desde su domicilio en 2016, un porcentaje incluso una d¨¦cima por encima del de 2015. De hecho, desde 2010, el dato apenas ha variado.
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