Turisboom
Entre Venecia y Montecarlo hay otras opciones. Hay que apostar por modelos sostenibles
Hay dos realidades del turismo en Espa?a, la de los grandes n¨²meros y la de la experiencia social de cada territorio. Se aprecia, mes a mes, el v¨¦rtigo de la superaci¨®n de r¨¦cords de visitantes, pernoctaciones y otro amplio n¨²mero de indicadores. Espa?a vive un aut¨¦ntico boom tur¨ªstico. Pero en este turisboom se aprecian opciones muy distintas de desarrollo con diversas implicaciones para su sostenibilidad.
Este lunes conocimos los datos de Frontur que indican que Espa?a recibi¨® hasta junio la visita de 36,3 millones de turistas extranjeros, un 11,6% m¨¢s que en el mismo mes de 2016. Reino Unido, con 8,5 millones de visitantes, es el principal pa¨ªs de procedencia con un incremento del 9,1% respecto al mismo periodo de 2016, lo que sugiere que el impacto del Brexit a¨²n no se ha hecho notar. Espa?a ya recibi¨® 75 millones de visitas en 2016 y en 2017 se espera llegar a 84 millones. Las noticias son extraordinarias pero hay que cuidar a la gallina de los huevos de oro.
Las excesivas dependencias del crecimiento econ¨®mico respecto a un determinado sector no son buenas. Salvando las distancias, la construcci¨®n presentaba hace algo m¨¢s de una d¨¦cada n¨²meros que nadie quer¨ªa interrumpir pero una subordinaci¨®n desmedida del empleo a un sector que no iba a poder mantenerlo a largo plazo. El caso del turismo es distinto pero tambi¨¦n entra?a riesgos. Es gracias a este sector que Espa?a crecer¨¢ a finales de a?o batiendo de nuevo previsiones, holgadamente por encima del 3%. Y tambi¨¦n la expectativa de reducci¨®n del desempleo por debajo del 17%. Pero como en el deporte, cuando los r¨¦cords se baten una y otra vez conviene tambi¨¦n analizar posibles casos de dopaje. El empleo es excesivamente temporal y los salarios hace tiempo que deber¨ªan haber crecido con un poco m¨¢s de alegr¨ªa.
Condicionantes como la estacionalidad son consustanciales a la actividad tur¨ªstica pero no impiden que una apuesta por la calidad y la diversificaci¨®n reduzca su impacto en la sostenibilidad del empleo. El turismo en Espa?a es, en general, de gran calidad pero esta ofrece distintas posibilidades seg¨²n el modelo. Y, en el caso espa?ol, predomina el de elevado n¨²mero de visitantes y con menor ingreso medio frente al de visitas m¨¢s prolongadas de menos visitantes y con mayor gasto promedio. No es que haya que apostar por un ¡°turismo de ricos¡± pero la propia experiencia dicta los l¨ªmites de cierta opciones. En algunas localizaciones el modelo tur¨ªstico amenaza con hacer desaparecer la esencia propia del territorio. En determinados casos esto ya se ha producido y, en otros, se plantea c¨®mo frenarlo o c¨®mo transformar y diversificar las opciones. Entre Venecia y Montecarlo hay muchas opciones.
Apostar por modelos sostenibles implica que ese adjetivo pueda ser exportable al empleo y al arrastre que el turismo produce en otros sectores. De hecho, la incidencia indirecta en otras actividades hace que se estime que la contribuci¨®n del turismo al producto interior bruto sea del entorno del 16%. Hay que tratar de que ese pedazo de la tarta no se desmorone.
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