Desconcierto con las reformas
El verano, adem¨¢s de para las bicicletas, es una buena ¨¦poca para hacer balance. El relativo sosiego permite evaluar sin acritud cosas que hemos hecho en el pasado y extraer lecciones para el futuro. En mi caso, aprovechando que al comienzo de este verano la econom¨ªa espa?ola ha recuperado el nivel de renta de antes de la crisis, quiero dedicar esta columna a hacer un peque?o balance de una d¨¦cada de crisis.
De creer el discurso oficial (tanto interno como de la UE y del FMI) el retorno al crecimiento ha sido el resultado de las reformas econ¨®micas: flexibilidad laboral, rebajas impositivas para empresas Y rescates bancarios. No deja de ser curioso este argumento. Tambi¨¦n podr¨ªa decirse que fue precisamente el tipo de reformas que se impusieron lo que ha hecho que la econom¨ªa haya tardado diez a?os en recuperarse y que haya aumentado la desigualdad y la pobreza.
F¨ªjense en esta coincidencia. Esta d¨¦cada perdida para el crecimiento y el bienestar de la eurozona tiene mucho en com¨²n con la d¨¦cada perdida en Latinoam¨¦rica durante los a?os ochenta. En ambos casos existe un consenso amplio entre los economistas sobre que esas d¨¦cadas perdidas tuvieron que ver con el tipo de reformas que se aplicaron. A partir de la reflexi¨®n sobre ambas experiencias, Dani Rodrik, economista de Harvard y reconocido experto en econom¨ªa del desarrollo, ha publicado un trabajo con el sugerente t¨ªtulo de La elusiva promesa de las reformas. Deber¨ªa ser de lectura obligatoria para todo aspirante a reformista.
Las reformas estructurales no funcionan en el contexto de una econom¨ªa en recesi¨®n y a¨²n menos sin el apoyo de pol¨ªticas expansivas. Tiene sentido. Las reformas que afectan a los ingresos y a los planes de futuro de los hogares, aplicadas en momento de recesi¨®n, no hacen sino empeorar las cosas. Pongan ustedes a dieta a una persona que sufre ya de anorexia y observen los resultados. Pasa lo mismo con la dieta de austeridad aplicada a una econom¨ªa que ya est¨¢ experimentando una profunda depresi¨®n. De hecho, el retorno al crecimiento a partir de 2004 en Espa?a, Portugal y en el conjunto de la eurozona tiene mucho m¨¢s que ver con las pol¨ªticas monetarias expansivas del BCE y la relativa relajaci¨®n de la austeridad que con las reformas.
Pero, adem¨¢s de esta d¨¦cada perdida, el retorno del crecimiento viene acompa?ado de elementos preocupantes. Aqu¨ª mencionar¨¦ solo dos:
Primero. El crecimiento se ha desconectado del progreso social. El paro continua siendo muy elevado, especialmente el de larga duraci¨®n. Muchos de los nuevos empleos producen ¡°trabajadores pobres¡±. Y la desigualdad y la pobreza se han disparado.
El sentimiento de injusticia y abandono que ha tra¨ªdo esta crisis alimenta el populismo pol¨ªtico
Segundo. Las reformas injustas han tra¨ªdo el populismo. La mejor explicaci¨®n sobre las causas del populismo pol¨ªtico, tanto de izquierda como de derecha, es el sentimiento de injusticia y abandono que tienen los perdedores de la crisis.
?No existen reformas progresistas? Es decir, reformas cuyos resultados fomenten tanto el crecimiento como el progreso social. Las hay. Pero ese resultado depende tanto de su contenido como de su forma de aplicaci¨®n.
Del contenido de alguna de esas reformas progresistas habl¨® hace dos semanas en estas mismas p¨¢ginas Luis Garicano (Pol¨ªticas econ¨®micas de oferta progresistas, Negocios, 23.07.17). A ellas me remito.
Respecto a la forma de aplicar las reformas, los economistas y pol¨ªticos reformistas tienen mucho que aprender de los cirujanos y m¨¦dicos en general. Ya tuve ocasi¨®n de mencionar esta cuesti¨®n en un art¨ªculo anterior en esta misma columna al hablar de las reformas sin dolor (Negocios, 7.7.2016). Ahora quiero a?adir que, de la misma forma que a la hora de decidir que tipo de intervenci¨®n o terapia seguir los m¨¦dicos consultan cada vez m¨¢s a los pacientes, los reformistas tienen que hacer lo mismo con los ciudadanos.
Desconf¨ªen de economistas y pol¨ªticos que les digan que s¨®lo hay una soluci¨®n. Est¨¢n actuando como dictadores benevolentes, ya sean tecn¨®cratas o populistas. La econom¨ªa no es una religi¨®n con prescripciones fijas. Es un m¨¦todo de an¨¢lisis de los problemas que ofrece m¨²ltiples alternativas. Las m¨¢s eficaces y equitativas son aquellas que combinan el buen an¨¢lisis con las preferencias pol¨ªticas de los ciudadanos.
Para ser eficaces y justas las reformas tienen que ser democr¨¢ticas. El desconcierto con las reformas de la zona euro proviene en gran parte de que no son democr¨¢ticas. En su forma actual, la UE es una m¨¢quina endiabladamente eficaz de fabricar populismo. Si no cambia, el desconcierto con las reformas, el malestar social y el populismo pol¨ªtico seguir¨¢n con nosotros mucho tiempo.
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