¡°Me han machacado¡±
Raquel Saavedra luch¨® por el derecho de las mujeres a trabajar como estibadoras en Algeciras
Desde que, reci¨¦n cumplida la mayor¨ªa de edad, su padre la colocara en un bingo ¡°de locutora vendedora¡±, Raquel Saavedra, de 38 a?os, ha trabajado de todo. ¡°Sobre todo de camarera¡±, explica, ¡°pero tambi¨¦n de patinadora en el Carrefour llev¨¢ndole el cambio a las cajeras, de vendedora en un McDonald's y de azafata en una de las navieras que hacen el trayecto a Ceuta y T¨¢nger¡±. Todo le iba razonablemente bien hasta que se le ocurri¨® ser estibadora. Cuando fue a pedir trabajo, la sociedad que controla los muelles de carga en el puerto de Algeciras ¡ªel de mayor tr¨¢fico del pa¨ªs, con 1.800 de los 6.000 trabajadores que hay en Espa?a¡ª le respondi¨® de plano que no. ¡°?Y por qu¨¦ no?¡±, pregunt¨® Raquel. ¡°Porque no se aceptan mujeres¡±, fue la ¨²nica respuesta.
Como en la canci¨®n de Joaqu¨ªn Sabina, ¡°el portazo son¨® como un signo de interrogaci¨®n¡±. Aquel no tan rotundo, sin justificaci¨®n, provoc¨® que Raquel Saavedra empezara a preguntarse muchas cosas. Se qued¨® pensando en la lucha de su abuela ¡ª¡°que en plena posguerra cri¨® sola a sus cuatro hijos trabajando en Gibraltar de lo que hiciera falta¡±¡ª y en el futuro que le esperaba a su hija peque?a si ella, en aquel momento, decid¨ªa agachar la cabeza. As¨ª que abri¨® una p¨¢gina de Facebook para convocar a las mujeres de todo el campo de Gibraltar a unirse contra el veto de la Sociedad An¨®nima de Gesti¨®n de Estibadores Portuarios (Sagep) y declar¨® la guerra.
La que se arm¨® en Algeciras, donde los estibadores constituyen un grupo de poder, admirado y tambi¨¦n temido, fue considerable. Sobre todo porque la guerra de Raquel coincidi¨® con el conflicto que a principios de a?o sostuvieron con el Gobierno. De un lado, el Ejecutivo de Mariano Rajoy, decidido a reformar el sistema de contrataci¨®n y retribuci¨®n de los estibadores. Del otro, los trabajadores de los muelles, gente recia dispuesta a paralizar el pa¨ªs antes de perder los derechos adquiridos durante d¨¦cadas de trabajo duro y peligroso. Y, en medio, Raquel.
¡°Hubo un momento en que tuve miedo¡±, confiesa, ¡°porque el Gobierno, que nunca nos hab¨ªa tenido en cuenta, intent¨® utilizar nuestra lucha para desprestigiar a los estibadores. Tem¨ª que, si la negociaci¨®n sal¨ªa mal, ellos pudieran hacerme culpable del da?o. Mi vida aqu¨ª se habr¨ªa complicado m¨¢s todav¨ªa. Y no solo la m¨ªa. Tambi¨¦n la de mi familia. Ten en cuenta que mi hermano es estibador¡¡±. Dice Raquel Saavedra que durante estos meses ha aprendido mucho de la condici¨®n humana, y no todo bueno. ¡°Hay mucha hipocres¨ªa¡±, se lamenta, ¡°gente que te r¨ªe las gracias cuando est¨¢s delante y luego te pone verde en Facebook, o que te da la raz¨®n en tu lucha pero luego te pide que no lo cuentes. Me han machacado, me han dicho de todo. Confieso que he llorado, pero al final me he dado cuenta de que soy una luchadora contra las injusticias y de que, hagas lo que hagas, te van a criticar, sobre todo si eres mujer. Se critica a la que trabaja y a la que est¨¢ encerrada en su casa. A la que tiene 10 hijos, a la que decide no tener ninguno. A la soltera, a la casada. A la gorda, a la flaca. As¨ª que hay que hacer lo que una sienta para que, antes de morirte, puedas decir: me sali¨® bien o me sali¨® mal, pero hice lo que quer¨ªa¡±.
Raquel reconoce que esa rebeld¨ªa reci¨¦n descubierta ¡ª¡°me plant¨¦ ante una sociedad que, ?en 2017!, criticaba a una mujer por entrar en el coto de los hombres¡±¡ª la llev¨® por caminos extra?os y hasta contradictorios: ¡°?Sabe que fui portada de Intervi¨²? Llevaban tiempo ofreci¨¦ndomelo y algunos dec¨ªan que me iba a perjudicar, pero si desnudarse pod¨ªa servir para que se escucharan mis reivindicaciones, ?por qu¨¦ no? S¨¦ que gust¨® mucho, porque al d¨ªa siguiente se agot¨® en Algeciras, aunque tambi¨¦n me criticaron porque me hab¨ªan puesto Photoshop para quitarme las arrugas¡¡±.
En su ¨²ltimo libro, el fil¨®sofo Luis Alegre sostiene que ¡°no es necesario recorrer los caminos abiertos para ser todos m¨¢s libres¡±, y lo explica: ¡°Basta imaginarse un pueblo peque?o en el que una mujer decide llevar una vida m¨¢s libre. Solo ese gesto de una mujer valiente provoca que todo el valle o la comarca tenga noticia de su libertad¡±. En el Campo de Gibraltar no hay quien no sepa qui¨¦n es y cu¨¢l es la lucha de Raquel la estibadora.
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