Costosos excesos
Hay que fortalecer la informaci¨®n al consumidor de las consecuencias del consumo de az¨²car y de sus derivados
La salud no solo es algo esencial para el bienestar de las personas. Tambi¨¦n es una condici¨®n para una econom¨ªa sana. La evidente perturbaci¨®n de la salud de la poblaci¨®n, en sus expectativas de vida, en la frecuencia de enfermedades o en la extensi¨®n de la obesidad, constituye amenazas muy serias para los sistemas sanitarios p¨²blicos. Sus consecuencias econ¨®micas tambi¨¦n se extienden a la generaci¨®n de dificultades para el rendimiento laboral, con el consiguiente impacto en la productividad de las empresas.
El consumo de az¨²car en exceso ¡ªcomo otros alimentos primarios, las grasas sin ir m¨¢s lejos¡ª forma parte de los enemigos del bienestar. No es extra?o, por tanto, que la propia Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) propusiera hace a?os grav¨¢menes espec¨ªficos para determinados alimentos edulcorados, desde luego las bebidas refrescantes azucaradas. Esta ha debido ser una de las razones por las que este sector ha reducido de forma significativa el contenido en az¨²car durante los ¨²ltimos a?os.
La atenci¨®n reciente al equilibrio diet¨¦tico, en especial en los pa¨ªses desarrollados, obligar¨¢ a la industria del az¨²car en su conjunto, a los edulcorantes en ella basados, a tomar en consideraci¨®n esos efectos adversos sobre la salud. La reconversi¨®n de la misma y de otros sectores cercanos, como el de los alimentos elaborados que la usan como materia prima, es algo previsible, aunque el ritmo de la misma sea dif¨ªcil de anticipar. Las similitudes con lo ocurrido en otros sectores, como el del tabaco (aunque este sea m¨¢s adictivo) pueden ser relevantes.
La industria del az¨²car, basada en la extracci¨®n de la ca?a de az¨²car en m¨¢s de las tres cuartas partes de la producci¨®n global, es una de las fuentes de materia prima de otros productos elaborados o semielaborados de mayor importancia econ¨®mica, como las de las bebidas refrescantes, pasteler¨ªa y otros alimentos preparados. La facturaci¨®n agregada de los productos primarios y elaborados no ha dejado de crecer en los ¨²ltimos a?os. Brasil y la propia Uni¨®n Europea se encuentran entre los principales productores y exportadores.
El sector en su producci¨®n primaria dispone desde hace siglos de una importancia igualmente notable en el comercio internacional. En realidad, ese protagonismo en los flujos comerciales de materias primas es de los m¨¢s antiguos del mundo, esencial todav¨ªa para muchas econom¨ªas no desarrolladas. El control de la producci¨®n y de la comercializaci¨®n, sin embargo, sigue en manos de compa?¨ªas multinacionales de econom¨ªas avanzadas la mayor¨ªa de ellas. El apoyo a la producci¨®n, ya sea asegurando precios o mediante financiaci¨®n subsidiada, es una constante en no pocos pa¨ªses. La demanda, por su lado, se est¨¢ desplazando desde las econom¨ªas avanzadas a las menos desarrolladas, donde las recomendaciones de la propia OMS pasan a un segundo plano.
La estigmatizaci¨®n del uso del az¨²car, seg¨²n algunos especialistas, puede seguir el camino del tabaco o del alcohol, obligando a las empresas a adoptar decisiones de diversificaci¨®n hacia productos menos nocivos, de reconversi¨®n, en definitiva, que mantengan la generaci¨®n de valor y el empleo. Mientras tanto, es de todo punto necesario fortalecer la informaci¨®n al consumidor de las consecuencias del excesivo consumo del propio az¨²car y de sus derivados, y hacer lo propio con el control de las autoridades sanitarias. Todav¨ªa se recuerdan los episodios de manipulaci¨®n informativa sobre las consecuencias del consumo de az¨²car provocados por la propia industria en EEUU. La protecci¨®n del consumidor, incluido el suministro de elementos de juicio v¨¢lidos, es tambi¨¦n en este caso absolutamente complementaria del cuidado de la estabilidad econ¨®mica y de las finanzas p¨²blicas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.