Expansi¨®n controlada
Puesto que China es la segunda econom¨ªa del mundo en t¨¦rminos de producci¨®n, capacidad inversora e influencia, sus movimientos de ocupaci¨®n de espacios empresariales en casi todas las ¨¢reas geogr¨¢ficas tienen l¨®gica. Los inversores financieros chinos se han extendido con facilidad en Am¨¦rica Latina y en ?frica; buscan rentabilidad e influencia y con frecuencia obtienen ambas cosas. China se comporta como una potencia econ¨®mica expansionista. No obstante, los flujos de inversi¨®n han amainado este a?o; en los nueve primeros meses de 2017 la inversi¨®n china en el exterior ha descendido casi el 42%, porque el Gobierno chino ha decidido recortar la salida de capitales al exterior. El equipo econ¨®mico de Xi Jinping consider¨® que no pod¨ªa asumir el riesgo de que una salida de capitales debilitara su sistema financiero, cuya solidez, por cierto, es uno de los grandes misterios de su econom¨ªa.
Pero nada hay de misterioso en el expansionismo chino. El pa¨ªs tiene liquidez suficiente, hay acumulaci¨®n de capital nada disimulada, d¨¦ficit de tecnolog¨ªa y una capacidad de consumo interno mejorable. El dinero busca oportunidades en el exterior. Lo ha hecho siguiendo patrones un tanto exc¨¦ntricos en relaci¨®n con los modos de inversi¨®n occidentales. La inversi¨®n de Pek¨ªn se orientaba bien a la compra de energ¨ªa y recursos naturales, bien a la adquisici¨®n de empresas de tecnolog¨ªa. Es proverbial el aparente desinter¨¦s chino hacia las sutilezas del margen de rentabilidad o la optimizaci¨®n de las ganancias. Enti¨¦ndase, no es que los inversores chinos las despreciaran; s¨®lo que no las privilegiaban. Como sugiere su repertorio paremiol¨®gico, los chinos se consideran pacientes; es decir, re¨²nen una mezcla arm¨®nica de sabidur¨ªa y confianza en s¨ª mismos.
T¨®picos aparte, la expansi¨®n china, observada desde la lejan¨ªa, empieza a ofrecer otro aspecto. En primer lugar, porque su velocidad de expansi¨®n se modera. Los equilibrios entre las grandes ¨¢reas monetarias m¨¢s las presiones de EE UU y de Europa frenan lo que muchos responsables econ¨®micos del d¨®lar y del euro consideran ventajismo comercial. Hay tambi¨¦n razones de pol¨ªtica interior y de cautela en las ¨¦lites de poder. Pero las claves son rec¨®nditas y s¨®lo est¨¢n al alcance de unos pocos elegidos.
La compra compulsiva de empresas no obedece s¨®lo a la disponibilidad de liquidez, facilitada entre otras cosas por intercambios financieros que durante decenios han convenido a los Tesoros de las grandes econom¨ªas. Particularmente a la de EE UU. Tambi¨¦n se ha debido a la necesidad de incorporar a su producci¨®n conocimiento tecnol¨®gico, restringido por los Gobiernos occidentales que asimilan, por derivaci¨®n, a la tecnolog¨ªa al armamento. En honor de la inversi¨®n china hay que decir que han perseverado en sus empe?os, que no se han dejado arredrar por las limitaciones de los Gobiernos y que poco a poco se han convertido, gracias a su habilidad en aprovechar oportunidades, en salvadores de empresas en crisis; han descendido incluso al detalle del f¨²tbol, como bien se sabe en Espa?a.
?Que est¨¢ pendiente de resolver en el enigma chino? Pues un conocimiento preciso de su sistema financiero, que es, por decirlo en t¨¦rminos vulgares, el tal¨®n de Aquiles de su estabilidad econ¨®mica. Y, en fin, la reciprocidad es un grave problema. China se beneficia de un esquema comercial global de libertad generalizada mientras que las inversiones extranjeras en China se atascan en procesos interminables y resultados frustrantes. A veces se pierde la perspectiva de que China no es un mercado abierto.
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