Guerra de generaciones
El poder de compra de las pensiones mengua con el tiempo. Por razones pol¨ªticas
Los sindicatos salen a la calle y reivindican pensiones dignas, pero su marcha por esa dignidad queda opacada en buena parte por el conflicto de Catalu?a. No es comparable el n¨²mero de manifestantes de la una y del otro. Las centrales de clase exigen al menos dos cosas: que los actuales pensionistas no pierdan poder de compra, como consecuencia de la reforma de las pensiones hecha por el PP; y que los futuros pensionistas (los j¨®venes y los maduros de hoy) puedan cobrar su pensi¨®n p¨²blica y que esta no sea inferior a la de sus antecesores (fruto de la reforma laboral del PP).
Estas marchas han coincidido, aunque sea brevemente, con el an¨¢lisis recientemente publicado por la Organizaci¨®n de Cooperaci¨®n y Desarrollo Econ¨®mico (OCDE), titulado Evitando la desigualdad en la vejez, que se centra en el futuro de la gente madura que todav¨ªa no es pensionista (alguien la ha denominado generaci¨®n X) y de los millennials (entre los 19 y los 35 a?os) y los centennials (hasta que cumplen los 18 a?os). Espa?a ser¨¢ uno de los pa¨ªses en el que la tercera edad tendr¨¢ m¨¢s riesgos por el espectacular envejecimiento de la sociedad (razones demogr¨¢ficas) y por el gigantesco paro y precarizaci¨®n estructural, que afecta a la poblaci¨®n m¨¢s joven (razones pol¨ªticas). Ese informe dice que los j¨®venes actuales, y los nacidos a partir de la d¨¦cada de los sesenta, corren el peligro de afrontar unos niveles de pobreza y desigualdad mucho mayores que sus padres.
Coexisten en la sociedad espa?ola activa al menos dos generaciones: la generaci¨®n bloqueada (los j¨®venes), formada por aquellos a quienes se les obliga a trabajar en cualquier empleo (si lo encuentran), por cualquier precio; a los que se les incit¨® a estudiar lo que el mercado laboral dicta y no aquello para lo que ten¨ªan vocaci¨®n; a volver una y otra vez al hogar paterno o materno, en medio de una gran frustraci¨®n¡
Y luego est¨¢ la aut¨¦ntica generaci¨®n perdida, alrededor de la cincuentena. Una generaci¨®n que no tiene quien la escriba y que, como se refiere a ella uno de sus componentes, ¡°proviniendo de la clase obrera entr¨® masivamente en las universidades, criada con otro mito, el de que un t¨ªtulo universitario era un pasaporte para el ascenso social, que en muchos casos les vali¨® un trabajo mediocre, que vivi¨® las mieles de la burbuja, que se endeud¨® confundiendo los cr¨¦ditos bancarios conque por fin hab¨ªa llegado el momento de realizar sue?os y que en muchos casos la crisis ha mandado al paro dej¨¢ndolos no sin futuro sino con un presente lastrado, con una hipoteca dif¨ªcilmente pagable e hijos a los que mantener. Y a una edad en la que ni pueden emigrar, como los j¨®venes, ni nadie los quiere porque ya son viejos¡±.
?No es este un problema muy relevante del que se habla poco? ?No es esta una situaci¨®n que explica, por ejemplo, que el 70% de los catalanes menores de 30 a?os sean partidarios de la independencia?
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