El 98% de las empleadas dom¨¦sticas en M¨¦xico trabaja sin protecci¨®n social
El trabajo del hogar emplea a 2,24 millones de personas en el pa¨ªs, la mayor¨ªa son mujeres
¡°Mi muchacha¡±, ¡°la que me ayuda¡±, estas son algunas de las frases que ha escuchado Mar¨ªa Isidra Llanos Moreno sobre su trabajo como empleada del hogar. Para ella, la discriminaci¨®n comienza con el nombre. ¡°Nosotros decimos: es que no voy a ayudarte, voy a trabajar¡±.?Esta mujer originaria del Estado de Puebla tiene 51 a?os y 36 en el servicio dom¨¦stico. Pese a su trayectoria a¨²n no cuenta con un contrato por escrito.
La situaci¨®n laboral de Llanos Moreno se rige por la voluntad de la palabra de sus patrones. Un hilo muy fr¨¢gil. Comienza con el aseo general de la casa: lavado, planchado y comida sencilla, pero se extiende al cuidado de los hijos e incluso a la limpieza de la oficina de su empleador. Un trabajo extra de m¨¢s de 35 horas semanales que no siempre se refleja en el salario. Un 75% de las trabajadoras dom¨¦sticas recibe un sueldo de menos de ocho d¨®lares al d¨ªa.
Solo 53.089 personas, lo que supone el 2,4% de las trabajadoras dom¨¦sticas en M¨¦xico, tiene acceso a un servicio m¨¦dico como prestaci¨®n laboral, seg¨²n las cifras de la Secretar¨ªa del Trabajo. El resto de las empleadas desconoce de aguinaldo, de acceso a guarder¨ªas, medicinas gratuitas y pensiones, por el contrario, se han convertido en expertas en extender su salario y en negociar ¡°de palabra¡± con sus patrones.
El trabajo dom¨¦stico emplea a 2,24 millones de personas en el pa¨ªs, un 94% son mujeres. Las autoridades federales, sindicatos y expertos reconocen que este colectivo padece de discriminaci¨®n laboral al no contar con un salario adecuado ni con protecci¨®n legal. ¡°La seguridad social no la hemos logrado. En mis embarazos dejaba de trabajar, incluso en una ocasi¨®n fui despedida por dar a luz¡±, relata Llanos Moreno.
En junio de 2011, M¨¦xico suscribi¨® el Convenio 189 de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT), un acuerdo que garantiza un contrato de trabajo por escrito, acceso a la seguridad social y prestaciones por maternidad para las trabajadoras del hogar. Las promesas quedaron en el aire. A seis a?os de distancia el gobierno mexicano no ha ratificado el acuerdo. No existe obligaci¨®n de por medio.
Las dudas internas para la confirmaci¨®n del Convenio 189 versan sobre el coste al erario. Seg¨²n los c¨¢lculos del Instituto Belisario Dom¨ªnguez, adscrito al Senado mexicano, la aportaci¨®n anual que tendr¨ªa que hacer el gobierno federal para garantizar el 70% de la seguridad social de las trabajadoras del hogar supondr¨ªa cerca de 28.712 millones de pesos, unos 1.512 millones de d¨®lares. El porcentaje restante se cubrir¨ªa con la contribuci¨®n del empleador y del propio trabajador.
Iris Gallardo, portavoz de la Secretar¨ªa del Trabajo, reconoce que es posible cubrir este coste. ¡°Tampoco se considera, desde la Secretar¨ªa del Trabajo un costo muy imposible de sufragar si redireccionamos algunos presupuestos que se tienen para otros programas¡±, ha admitido.
Una seguridad que comparte Gerardina Gonz¨¢lez Marroqu¨ªn, directora de la OIT para M¨¦xico y Cuba, quien se?ala que si un trabajador de una planta automotriz cuenta con protecci¨®n social una trabajadora dom¨¦stica debe contar con los mismos derechos. ¡°M¨¦xico es un pa¨ªs grande, con grandes desaf¨ªos. En per¨ªodos como el actual, que ya est¨¢n en un franco proceso electoral las cosas tienden a detenerse un poco, pero nosotros confiamos que el pr¨®ximo gobierno lo asuma (el convenio) con entusiasmo¡±.
Las promesas est¨¢n sobre la mesa. Pero M¨¦xico, un pa¨ªs donde el 10,6% de las mujeres ocupadas se emplean en los trabajos del hogar, sigue sin sumarse a la lista de 24 pa¨ªses adscritos al Convenio 189. El comp¨¢s de espera contin¨²a en los escritorios legislativos. Lejos de estas oficinas, las voces de las trabajadoras dom¨¦sticas advierten de la desidia de los empleadores y de las autoridades para regular su situaci¨®n laboral. ¡°Como ellos han tenido la sart¨¦n por el mango m¨¢s de 100 a?os ahora que queremos estar en igualdad no les gusta, porque les quitan privilegios¡±, concluye Llanos Moreno.
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