Mercaderes siderales
Sea cual sea hoy la importancia de la iniciativa privada, el horizonte lo marcar¨¢n los gobiernos
La nueva frontera econ¨®mica es el espacio; as¨ª lo dice el t¨®pico. Hay ah¨ª fuera un mercado potencial de infinitas posibilidades en el futuro, aunque por el momento aparece limitada por la inversi¨®n disponible en las econom¨ªas mundiales, excesivamente reducida en relaci¨®n con el esfuerzo financiero requerido. Hoy, el mercado espacial equivale a 339.000 millones de d¨®lares; pero para el a?o 2045 quiz¨¢ alcance los 2,7 billones. Las expectativas son altas por varias razones confluyentes. La m¨¢s reciente es el deseo de Donald Trump de resucitar la carrera espacial, que, como se recordar¨¢, depend¨ªa anta?o, en tiempos de Kennedy y Jruschov, de la iniciativa de los Estados. El anuncio de Trump coincide con una expansi¨®n de las iniciativas de capital privado, favorecidas a su vez por el inter¨¦s de milmillonarios supuestamente exc¨¦ntricos, pero decididos, tales como Elon Musk, Richard Branson y Jeff Bezos. De ah¨ª que se suponga, con el optimismo que suelen caracterizar las profec¨ªas que prometen "una nueva era", que el capital privado ser¨¢ el motor de los cohetes de la nueva carrera espacial.
Es posible que as¨ª sea; pero es obligado hacer una primera precisi¨®n: la potencia reguladora y la capacidad de ocupaci¨®n (la Luna o cualquier otro cuerpo sideral es un espacio nacen de los Estados). Sea cual sea hoy la importancia de la iniciativa privada, de las startups o de la iniciativa de los plut¨®cratas, el horizonte lo marcar¨¢n los gobiernos. Antes de entusiasmarse con la explotaci¨®n del espacio es imprescindible precisar que la econom¨ªa mundial est¨¢ a varios lustros de encontrar soluciones tecnol¨®gicas y empresariales de proponer viajes sistem¨¢ticos y seguros al espacio exterior para un n¨²mero variable, pero sustancial, de tripulantes y viajeros; es decir, que la regularidad del transporte de personas y mercanc¨ªas supere el concepto de misi¨®n/explotaci¨®n implica un acuerdo pol¨ªtico en la Tierra, como m¨ªnimo problem¨¢tico, para determinar el reparto de la explotaci¨®n. Hay un paso previo, muy rentable en t¨¦rminos econ¨®micos (transporte, ingenier¨ªa, materiales especiales) antes de salir hacia asteroides y planetas, que implica la instalaci¨®n de n¨²cleos de poblaci¨®n en el cintur¨®n exterior de la Tierra.
Una vez aceptadas estas cautelas, siderales por definici¨®n ¡ªla econom¨ªa mundial est¨¢ aproximadamente a casi un 60% m¨¢s de PIB global de la posibilidad de una industria espacial¡ª, nada impide precipitarse hacia la enso?aci¨®n. Habr¨ªa que empezar por lo m¨¢s f¨¢cil: la hip¨®tesis de un negocio tur¨ªstico espacial a medio plazo. El viaje ser¨ªa extremadamente caro para el turista, debido a los costes de tecnolog¨ªa y, no se olvide, de seguridad, hasta el punto de que, en un primer momento, ser¨¢ un turismo de ostentaci¨®n, de prestigio, para demostrar que el viajero tiene capacidad para hacerlo. Turismo para millonarios. El primer paso ser¨¢ t¨ªmido y su ¨¦xito depender¨¢ de la seguridad que transmita a clientes potenciales de menor poder adquisitivo y de la velocidad a la que desciendan los precios, descenso que, a su vez, depender¨¢ de los avances tecnol¨®gicos.
Si esto es v¨¢lido para un viaje tur¨ªstico sideral, es f¨¢cil suponer cual deber¨ªa ser el esfuerzo en tecnolog¨ªa y en inversi¨®n para articular negocios de explotaci¨®n minera. Los recursos minerales del espacio pr¨®ximo son casi ilimitados; pero exigen una ingenier¨ªa que hoy no est¨¢ disponible. Y lo mismo puede decirse de la colonizaci¨®n, otro negocio (o aventura) de volumen incalculable.
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