Vivienda: foco de desigualdad
Nunca el precio nacional medio dijo tan poco: en las grandes urbes sube, en las poco pobladas no
En el mercado de vivienda del siglo XXI, las condiciones de acceso est¨¢n ilustrando varias dimensiones de desigualdad. El llamado boom inmobiliario que precedi¨® a la crisis se supon¨ªa que vendr¨ªa seguido de fuertes correcciones. As¨ª fue pero, en paralelo, se observaron fen¨®menos que han generado nuevas distorsiones.
En el prolongado entorno de tipos de inter¨¦s reales negativos, los inversores internacionales han tenido dificultades para encontrar suficientes activos financieros atractivos y la vivienda se ha convertido en una clara alternativa. M¨¢s a¨²n cuando, en casos como el espa?ol, muchos fondos han recogido los platos rotos del parque inmobiliario, a coste reducido, para devolverlos poco a poco a un mercado en el que los precios vuelven a mirar hacia arriba. Esto explica por qu¨¦ el pinchazo de la burbuja tard¨® tan poco en parchearse en ciudades como Londres, Shangh¨¢i, o incluso Madrid o Barcelona. O por qu¨¦, ahora que suben los tipos en Estados Unidos, caen algo los precios de la vivienda en Manhattan.
Fondos soberanos y florecientes Socimis vuelven su mirada a las urbes globales y las convierten cada vez m¨¢s prohibitivas para el ciudadano que vive en ellas. En este contexto, es ilustrativa la composici¨®n del n¨²mero de transacciones. Los ¨²ltimos datos del INE, por ejemplo, muestran que en enero hubo 94.060 compraventas de vivienda pero s¨®lo 29.778 hipotecas. ?Cu¨¢ntas compran instituciones de inversi¨®n? ?Cu¨¢ntas se pagan al contado?
A esto hay que a?adir las nuevas din¨¢micas de un mercado de alquiler con l¨ªmites poco definidos entre el uso recreativo, tur¨ªstico y residencial. En Espa?a, por ejemplo, a pesar de la llamativa y lamentable carencia de estad¨ªsticas oficiales de alquileres (que se une a las deficiencias de las de precios de venta) la ebullici¨®n de las rentas del alquiler es palpable. La gentrificaci¨®n no es ya un aburguesamiento de determinados barrios sino una progresiva expulsi¨®n de buena parte de la clase media de las grandes ciudades.
En las ¨²ltimas semanas se vienen conociendo las primeras estad¨ªsticas sobre la evoluci¨®n de precios de la vivienda en los primeros meses de 2018. Corresponden fundamentalmente a empresas de tasaci¨®n y portales inmobiliarios. Son ilustraciones parciales de estimaciones de valor y ofertas en Internet pero revelan que, efectivamente, las subidas se concentran en las ciudades m¨¢s pobladas mientras que otras no s¨®lo no registran aumentos sino ca¨ªdas. Nunca el precio nacional medio dijo tan poco. Seg¨²n los datos de TINSA, los precios bajaron interanualmente en el primer trimestre de 2018 en 23 capitales de provincia, lo que contrasta con subidas porcentuales de dos d¨ªgitos en Madrid, Barcelona o Palma de Mallorca.
La desigualdad tambi¨¦n es generacional. Seg¨²n la Encuesta Financiera de las Familias, el 56,2% de los hogares cuyo cabeza de familia tiene m¨¢s de 65 a?os dispone de, al menos, dos viviendas en propiedad. Una quimera para generaciones m¨¢s j¨®venes que, aunque formados y con empleo, deben adem¨¢s sostener un nivel de pensiones actuales al que ellos igual no pueden aspirar por la aplastante realidad del cambio demogr¨¢fico y la ausencia de una reacci¨®n suficiente de la clase pol¨ªtica al respecto.
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