Cuando tu jefe es su propia marca

Mickey Mouse, tal y como lo conocemos, no fue dibujado por Walt Disney. El dise?o original fue pulido y animado en 1928 por Ub Iwerks, el primer socio de Disney, que tres a?os despu¨¦s vender¨ªa sus acciones y abandonar¨ªa la empresa para ser una figura casi desconocida, mientras que su socio y su creaci¨®n ser¨ªan iconos universales. La historia de Iwerks es tambi¨¦n la de grandes profesionales de la animaci¨®n cuyo trabajo aparec¨ªa siempre como responsabilidad de la empresa. Algunos, como Don Bluth o Tim Burton, se sintieron tan alienados por esa forma de trabajar que terminaron abandonando la empresa. ¡°El cr¨¦dito deber¨ªa ser un incentivo para los artistas¡±, dijo Bluth en unas declaraciones a EL PA?S en diciembre de 1988.

Pero el caso de Disney no es ¨²nico. Hay muchas marcas que son nombres propios y siempre ha existido fascinaci¨®n por l¨ªderes que saben imprimir su personalidad en sus productos y en sus sectores ¡ªo, al menos, asociarlos¡ªtales como Steve Jobs, Coco Chanel o Arthur S. Andersen. Y una de las obsesiones de muchos profesionales actuales es la de cultivar la llamada ¡°marca personal¡±.

?Es el nombre una carga demasiado pesada para quien lo lleva en su carnet de identidad? As¨ª lo admite el dise?ador Roberto Verino: ¡°No solo eres responsable de la calidad de tu producto y de la rectitud de tu comportamiento financiero, eres adem¨¢s un nombre muy medi¨¢tico que, por si esto fuese poco, se examina ante la cr¨ªtica especializada y el p¨²blico potencial dos veces al a?o¡±.

Poner la cara de una compa?¨ªa suele ser una experiencia dura pero gratificante

?C¨®mo es trabajar para una marca que es el nombre de tu jefe? ?C¨®mo es tratar a diario con alguien que siente esa responsabilidad? Mar Araujo, directora de producto de Roberto Verino, explica su experiencia: ¡°Tiene sus d¨ªas buenos y malos, como todos, pero siempre te permite estar cerca de ¨¦l, de su proyecto vital. Sabe hacerte un poco responsable de ese proyecto, involucrarte como si tambi¨¦n fuese tuyo¡±. Araujo cree que la vinculaci¨®n de la marca a ¡°un hombre de carne y hueso¡± hace que el trabajo sea muy especial, porque ¡°puedes encontrarte con esa marca por el pasillo, lo que te da una incre¨ªble sensaci¨®n de verdad, de que aqu¨ª no hay trampa¡±. Eso, dice, le hace sentirse m¨¢s identificada con su trabajo.

Pero no s¨®lo la moda tiene trabajos de autor. Sectores como el de la asesor¨ªa de comunicaci¨®n tambi¨¦n se asocian a nombres concretos. Antoni Guti¨¦rrez-Rubi, director y fundador de la agencia Ideograma, cree que es porque su trabajo ¡°tiene algo de artesan¨ªa, de componente personal¡± y que los clientes necesitan ese elemento de confianza que dan ¡°una actitud y un estilo¡±. El consultor defiende ¡°no caer en la comodidad¡± de poner tu nombre al trabajo de otros y afirma que el haber reunido a un equipo ¡°plural y diverso en una organizaci¨®n que reconoce el talento¡± hace que el trabajo saque lo mejor de cada uno. ¡°El cliente tiene que saber que aunque est¨¦s encima, no todo el trabajo tiene que pasar por ti¡±, a?ade.

Carlos Guadi¨¢n, polit¨®logo y consultor en Ideograma coincide con su director: ¡°Hay un equilibrio entre marca y equipo¡± y no siente que la posici¨®n que ocupa el nombre de su jefe sea un obst¨¢culo para su desarrollo profesional. ¡°Yo prefiero ser un gregario¡±, explica Guadi¨¢n: ¡°En su momento yo mismo fui mi propia marca, trabajando por mi cuenta, pero prefiero el trabajo en equipo, estar con gente que te complemente. Hasta como aut¨®nomo necesitas red, porque hoy en d¨ªa ya no hay hombres del Renacimiento¡±.

Si el empleado cree que su periodo de aprendizaje ha terminado, deber¨ªa irse

El psic¨®logo y consultor Ovidio Pe?alver explica que no es lo mismo trabajar para un l¨ªder que para un gur¨²: ¡°El l¨ªder tiene vocaci¨®n de servicio, piensa en su empresa como en un equipo y est¨¢ dispuesto a atender a las necesidades de los clientes¡±. Algo parecido a la reflexi¨®n de Roberto Verino, que cree que ¡°la mezcla de esa responsabilidad por no fallar nunca a nadie y el placer de so?ar que haces m¨¢s grande el nombre de toda tu familia y de m¨¢s de 400 familias es un c¨®ctel dif¨ªcilmente sustituible¡±.

¡°Drogado por el ego¡±

Sin embargo, el gur¨² busca otro tipo de satisfacciones: ¡°El gur¨² vive drogado por su ego¡±, explica Pe?alver, ¡°utiliza a las personas s¨®lo para conseguir m¨¢s halagos y no tiene un equipo, tiene una corte¡±. Antoni Gutierrez-Rub¨ª rechaza de plano la figura del gur¨², ni siquiera el ser tratado o presentado como uno: ¡°Es una posici¨®n que no acepto, el que te consideren como a una especie de alquimista; mi trabajo se basa en el estudio y en la investigaci¨®n, no en la inspiraci¨®n¡±. Y evita caer en modelos como el de Walt Disney: ¡°cuando no sabes hacer trabajo en equipo tienes un problema, que es el del personalismo¡±, reflexiona. ¡°Y yo no soy un artista; soy un profesional y hago un trabajo en equipo personalizado, pero no personalista¡±.

Para Ovidio Pe?alver trabajar para un l¨ªder o para un gur¨² no tiene por qu¨¦ ser necesariamente bueno o malo. ¡°Hay trabajadores que son muy buenos segundos, personas que se ven a si mismas como perfiles t¨¦cnicos y que no quieren protagonismo en lo profesional¡±. E incluso las personas que forman parte de ¡°la corte¡± de un gur¨² sienten que tienen sus incentivos para hacerlo, por lo que ¡°algo obtendr¨¢n de hacerlo¡±, explica el psic¨®logo.

Pero, ?c¨®mo poder detectar si estamos a haciendo lo correcto para nosotros mismos cuando nuestro trabajo lleva el nombre de otro? Pe?alver aconseja hacerse dos preguntas: ¡°?Est¨¢s a gusto?¡± Y ¡°?D¨®nde te ves en cuatro a?os?¡±. Si las respuestas a ambas preguntas nos resulta satisfactoria no hay problema, pero si la respuesta es diferente el psic¨®logo y consultor aboga por emanciparse. ¡°Los hijos se emancipan de sus padres para seguir creciendo¡±, explica, recomendando que el trabajador haga lo mismo si cree que su periodo de aprendizaje con ese modelo empresarial ha concluido.?