Por qu¨¦ me considero feminista y t¨² tambi¨¦n deber¨ªas
La presidenta ejecutiva del Banco Santander ha publicado este art¨ªculo en su perfil de Linkedin donde reflexiona sobre su postura sobre el feminismo
Cuando antes de verano Pepa Bueno me pregunt¨® en su programa de la Cadena Ser si era feminista, de forma instintiva respond¨ª que s¨ª. Y la verdad no lo dud¨¦. Curiosamente, mi respuesta ha causado sorpresa, apoyo, algunas cr¨ªticas y ?mucho y bienvenido debate!
De hecho, como le dije a Pepa en aquella entrevista, si me hubiera hecho la misma pregunta hace 10 a?os, probablemente habr¨ªa contestado que no. Pero al contrario de lo que se ha especulado, en este tiempo no he pasado por ning¨²n proceso de conversi¨®n.
Llevo muchos a?os como ejecutiva. A?os en los que he visto suficiente como para saber que, en general, las mujeres no reciben un trato justo. Con frecuencia he escuchado al feminismo equipararse con el establecimiento de cuotas, algo que instintivamente a m¨ª no me parec¨ªa la respuesta adecuada. Porque puede ser injusto tanto para los hombres como para las mujeres. En parte sigo pensando lo mismo. No se trata de culpabilizar a los hombres. Ni tampoco se trata de dar ventaja a un g¨¦nero sobre el otro.
Es evidente que mujeres y hombres no somos exactamente iguales, ni f¨ªsica ni psicol¨®gicamente ¡ªaunque nos parecemos m¨¢s de lo que algunos creen¡ª. Lo m¨¢s significativo es que las mujeres estamos expuestas a experiencias y expectativas muy diferentes a lo largo de nuestra vida. A¨²n as¨ª, considero que tenemos las capacidades intr¨ªnsecas para avanzar por m¨¦ritos propios. En mi caso, opt¨¦ por hablar claro y trabajar m¨¢s que mis jefes, algo que aprend¨ª durante mis a?os en un Banco Americano, la mayor¨ªa del tiempo en Nueva York.
Esa defensa de una misma, sin embargo, no tiene por qu¨¦ ser solo una defensa personal. En el fondo, tal y como apuntaba la poeta Maya Angelou, ¡°cada vez que una mujer se defiende a s¨ª misma, sin saberlo, sin pretenderlo, defiende a todas las mujeres¡±.
Sheryl Sandberg ha liderado recientemente este feminismo en su libro ¡°Lean In¡± (¡°Vayamos adelante¡±, en su traducci¨®n al espa?ol). A menudo, dice Sandberg, cuando las mujeres no defendemos nuestras capacidades, dejamos de competir por llegar a posiciones de influencia y no logramos ascender. El feminismo de Sandberg defiende que las mujeres podemos ascender profesionalmente si trabajamos m¨¢s, si hablamos claro y a la vez presionamos para conseguir condiciones de trabajo m¨¢s flexibles, que nos permitan compaginar nuestra profesi¨®n y nuestra vida personal. Es un feminismo autosuficiente, en el que te puedes valer por ti misma. No requiere una organizaci¨®n colectiva y, mucho menos, necesita la etiqueta p¨²blica de ¡°feminista¡±. Por esa misma raz¨®n no es estrictamente pol¨ªtico y, quiz¨¢ por eso, es algo que a muchas profesionales como yo nos resulta atractivo de forma natural.
Sin embargo, al reflexionar ahora sobre ello, mi conclusi¨®n es que mis ideas sobre la igualdad de g¨¦nero, tambi¨¦n las de hace diez a?os, no son una variante de ese feminismo autosuficiente de Sandberg. Ya sab¨ªa entonces que, aunque las mujeres s¨ª necesitamos aprender a defendernos mejor, y ser m¨¢s asertivas, estos esfuerzos individuales no ser¨ªan suficientes para lograr el cambio que necesitamos. Ya entonces pensaba que, adem¨¢s de esa fortaleza individual, tambi¨¦n necesit¨¢bamos cambios estructurales en la organizaci¨®n del trabajo, si aspiramos a un entorno laboral m¨¢s justo.
He constatado esa necesidad de asertividad personal y de cambio estructural en todas las empresas en las que he trabajado. Hace m¨¢s de diez a?os, en abril de 2008, cuando era presidenta de Banesto, pronunci¨¦ un discurso en la Escuela de Negocios de Deusto, en Bilbao, en una sala con gran mayor¨ªa de hombres. Ese discurso describe mi filosof¨ªa sobre un entorno laboral m¨¢s igualitario.
Hablaba de la importancia de que las mujeres actu¨¢ramos con m¨¢s confianza en nosotras mismas; y de que ten¨ªamos tambi¨¦n que cambiar la cultura laboral ¡ªy en consecuencia la sociedad¡ª si quer¨ªamos ver avances en materia de igualdad. Y lo que es m¨¢s importante, desde entonces estas ideas se han reflejado en las pol¨ªticas de igualdad que impulsamos primero en Banesto, despu¨¦s en Santander en el Reino Unido y m¨¢s recientemente en el conjunto del Banco Santander. En aquel discurso pon¨ªa ¨¦nfasis en los beneficios de la diversidad en la empresa. Con datos de distintos estudios explicaba que tener una proporci¨®n m¨¢s alta de mujeres en puestos directivos, adem¨¢s de ser justo, es bueno para el negocio.
Adem¨¢s de talento, las mujeres aportan al negocio competencias complementarias a las de los hombres: mejor comunicaci¨®n interpersonal, cooperaci¨®n, pensamiento horizontal y capacidad de escuchar de verdad. Tambi¨¦n mayor empat¨ªa y capacidad de priorizar. Ya en 2008 exist¨ªan estudios que mostraban que, en los grupos de trabajo con una sana mezcla de mujeres y hombres, hab¨ªa mejor comunicaci¨®n, estaban m¨¢s abiertos a nuevas ideas y la confianza entre los miembros del grupo era mayor. Y el resultado era m¨¢s eficiencia, mejor rendimiento. Todos ganamos. Una parte del aumento de representaci¨®n femenina, especialmente en posiciones de liderazgo, llegar¨¢ por mujeres que sean autosuficientes (¡°Lean in¡±) y se valgan por ellas mismas. Pero, si de verdad valoramos la capacidad de escuchar y de colaborar en nuestros equipos, la opci¨®n no es siempre animarles a ¡°usar los codos¡±. La respuesta es m¨¢s bien asegurar que tanto las personas que son mejores en hablar claro como aquellas que saben escuchar de verdad, ya sean hombres o mujeres, puedan contribuir.
Con los a?os estoy m¨¢s convencida de que no son suficientes los cambios de actitud de las mujeres, se necesitan medidas proactivas. Por ejemplo, un estudio de McKinsey de hace unos a?os demuestra que, cuando se abre una nueva posici¨®n en la empresa, muchos hombres que se postulan cumplen solo con el 50-60% de los requisitos del puesto. Las mujeres, sin embargo, se presentan cualificadas en un 100 o 120% en la mayor¨ªa de los casos. Es decir, incluso cuando est¨¢n muy cualificadas las mujeres se muestran m¨¢s inseguras y son menos insistentes que los hombres. Cuando se busca talento, por tanto, es importante contar con un sistema capaz de identificar a estas mujeres, ofreciendo formaci¨®n para mejorar su asertividad y valorando estas diferencias entre hombres y mujeres.
Todav¨ªa hoy, un punto clave en el tema de igualdad de oportunidades es el trabajo dom¨¦stico, a menudo el segundo turno para la mujer. De nuevo, en mi discurso de Deusto utilic¨¦ como ejemplo los datos de la Encuesta Nacional de Salud de Espa?a de 2006, que mostraban que las mujeres dedicaban un n¨²mero de horas a la semana muy superior al de los hombres, tanto en el trabajo dom¨¦stico como en el cuidado de los ni?os (13 y 25 horas m¨¢s, respectivamente). ?sta sigue siendo una de las principales diferencias entre los dos g¨¦neros en Europa en la actualidad.
Para que cada vez m¨¢s hombres puedan compartir esa responsabilidad dom¨¦stica, necesitamos pol¨ªticas p¨²blicas que permitan mayor flexibilidad en el entorno laboral, dije entonces. Es muy dif¨ªcil para las mujeres negociar estos acuerdos de forma individual. El impulso para lograr la igualdad es tambi¨¦n un impulso para conseguir un mayor equilibrio entre la vida laboral y personal para todos, hombres y mujeres. Para ello, dec¨ªa, debemos medir los resultados de los equipos bas¨¢ndonos en datos y no en las horas que pasan en la oficina. El teletrabajo ha de ser una opci¨®n. Y los directivos tienen que ser capaces de priorizar, organizar, delegar y descartar malos h¨¢bitos ¡ªcomo largas comidas o reuniones de ¨²ltima hora convocadas al final del d¨ªa¡ª. Todo esto forma parte de una cultura que no favorece a las mujeres. Y estos cambios son m¨¢s f¨¢ciles de abordar de forma estructural que de forma individual.
Hoy sigo creyendo en los cambios que implementamos. Estoy orgullosa de los avances que conseguimos hace 10 a?os en Banesto para mejorar las cosas. Y estoy orgullosa de los avances y actuaciones en marcha de los ¨²ltimos a?os en el Grupo Santander. Estos avances, lejos de ser una amenaza para los hombres, son una oportunidad de sumar talento laboral y desarrollo social. Todos ganamos.
As¨ª que, si mi feminismo de hace tiempo iba m¨¢s all¨¢ de la autosuficiencia de Sandberg, ?qu¨¦ ha cambiado para que entonces no me considerara p¨²blicamente feminista y ahora s¨ª? La tecnolog¨ªa digital tiene mucho que ver. Las redes sociales, en concreto, han modificado completamente el debate sobre la mujer. El movimiento viral #Metoo en respuesta a las acusaciones sobre Harvey Weinstein es el ¨²ltimo y espectacular ejemplo del poder de las redes sociales para enfocar el debate y promover el cambio.
La soci¨®loga Zeynep Tufekci, especialista en el impacto social de la tecnolog¨ªa, nos ayuda a entender el papel de las redes sociales como catalizador del cambio. En un art¨ªculo en el Financial Times, habla del poder del activismo p¨²blico. Los hashtags, dice, se parecen bastante a las manifestaciones. Sirven para hacerle saber a la gente que no est¨¢ sola. Es decir, t¨² y yo no solo sabemos lo mismo. Ahora sabemos que otros tambi¨¦n lo saben. Y esto es algo que cambia el c¨¢lculo de riesgo cuando haces una manifestaci¨®n p¨²blica.
Hasta ahora, quienes comet¨ªan abusos sexuales se proteg¨ªan por el aislamiento que generaban en sus v¨ªctimas y la cultura del sentimiento de verg¨¹enza de la sexualidad y del cuerpo femenino. No en vano, para prevalecer, los gobiernos autoritarios utilizan la represi¨®n, pero tambi¨¦n el aislamiento. Esto, seg¨²n Tufekci, ¡°conduce a una espiral de silencio, ya que muchos dan por hecho que sus sentimientos de oposici¨®n y rebeli¨®n son una excepci¨®n y que sus silenciosos vecinos son defensores del r¨¦gimen¡±.
Pero en 2017, dice Tufekci, estas dos formas de control, la represi¨®n y el aislamiento, se han vuelto m¨¢s dif¨ªciles de mantener. ¡°Se han abierto las compuertas de la conexi¨®n, online y offline, haciendo m¨¢s dif¨ªcil el control de la gente a trav¨¦s del aislamiento y el miedo¡±. Los impactantes relatos de abusos sexuales que se han compartido en las redes sociales me han hecho ver que el aislamiento de la mujer es una de las razones que ha permitido el acoso. Y que hay mucho m¨¢s por hacer de lo que cre¨ªa. ?Es ¨¦ste el mundo que queremos? Me di cuenta de la cantidad de mujeres afectadas que hab¨ªan guardado silencio por algo que, equivocadamente, consideramos excepcional: la amenaza de la violencia. Pero, al abrirse esas ¡°compuertas de conexi¨®n¡±, creando un espacio para exponer el abuso y demostrando el enorme poder que tiene decir las cosas p¨²blicamente, quise ser parte de esa conexi¨®n.
Curiosamente, Sheryl Sandberg tambi¨¦n ha defendido acabar con esa espiral de silencio. Despu¨¦s de las revelaciones sobre Weinstein coment¨®: ¡°No se trata solo de ¨¦l. Ni de los otros hombres que tambi¨¦n lo hacen¡ Se trata de todas las personas a su alrededor que lo saben y que no hacen nada¡±. As¨ª que s¨ª, son admirables las mujeres autosuficientes, son significativos los cambios que algunos hemos puesto en marcha en nuestro entorno, pero es necesario hacer a¨²n m¨¢s para cambiar los cimientos de la sociedad; y hacerlo de forma colectiva.
Hoy soy consciente de que decir las cosas p¨²blicamente, de forma solidaria con otras mujeres, tiene el poder de cambiar. Soy consciente de estar en una posici¨®n privilegiada para hacerlo. As¨ª que, cuando hablo, no lo hago solo por m¨ª misma. Lo hago, junto con la gran mayor¨ªa de los hombres que nos apoyan, por todas las mujeres. Por eso mi feminismo es ahora p¨²blico. Y quiz¨¢ el tuyo tambi¨¦n deber¨ªa serlo.
Ana Bot¨ªn es presidenta ejecutiva del Banco Santander. Este art¨ªculo se public¨® originalmente en su propio perfil de Linkedin?
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